Refugiado (Argentina-Colombia-Francia-Polonia, 2014).
Dirección: Diego Lerman.
Intérpretes: Julieta Díaz, Sebastián Molinaro, Marta Lubos, Valentina García Guerrero, Silvia Bayle.
Guión: Diego Lerman, María Meira.
Música original: José Villalobos.
Fotografía: Wojciech Staron.
Montaje: Alejandro Brodersohn.
Idioma: Español.
Duración: 90 minutos.
Puntos de vista
Por Sofia Pérez Delgado
La situación de abuso y discriminación de la mujer en una sociedad en la que aún impera el machismo, ha sido muchas veces analizada en el cine desde diversas perspectivas. Pero no encontramos tantas películas que se acerquen de forma directa al tema de la violencia de género, o al menos que lo hagan aunando realismo y calidad cinematográfica. Probablemente una de los ejemplos que más nos pueden venir a la cabeza sea el de Te doy mis ojos (2003), de Icíar Bollaín, y es casi imposible no recordarla mientras se ve Refugiado, co-producción argentina, colombiana, francesa y polaca del reconocido director de cine, teatro y televisión Diego Lerman. Presentada en la Quincena de los realizadores de Cannes, y pasando con éxito por otro festivales como el de San Sebastián en la sección Horizontes Latinos, Refugiado, es una nueva crónica del maltrato físico y psicológico de una mujer ejercido por su pareja. Su excepcionalidad radica en el punto de vista desde el que se cuenta la historia, el de un niño, el hijo de esa fatídica unión.
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Durante el visionado de Refugiado, el espectador puede llegar a sentir frustración y enfado hacia la madre por las decisiones que toma (¿Por qué huye del juzgado? ¿Por qué le coge el teléfono a su marido?), obligando casi a su pequeño hijo a asumir la enorme responsabilidad de cuidar de ella, y, por tanto, perder la inocencia. Sin embargo, poco a poco, la comprensión se va abriendo paso, conforme Lerman y una inmensa Julieta Díaz nos introducen en la contradicción interior de esa mujer que, por un lado, quiere proteger a sus hijos por encima de todas las cosas, y por otro, se siente anulada anímica y mentalmente. Junto a Díaz, la gran revelación de la película es Sebastián Molinaro. Sus reacciones espontáneas, como las de la niña a la que conoce al comienzo en el hogar de mujeres, son las que aportan los mejores resultados en el filme.
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Cuestiones técnicas al margen, las cuales Lerman domina con mucha habilidad, cabría plantearse si es algo cuestionable convertir un tema tan espinoso y universal como el que trata Refugiado en un thriller con detalles efectistas. Se agradece por tanto su conclusión naturalista (no sin cierta poética), y sobre todo, necesariamente abierta ante el incierto futuro que les espera a los dos protagonistas.
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