Foxcatcher (Estados
Unidos, 2011).
Dirección: Bennett Miller.
Intérpretes: Steve Carrell, Channing Tatum, Mark Ruffalo, Sienna Miller, Vanessa Redgrave.
Guión: AE. Max Fyre, Dan Futterman.
Música original: Rob Simonsen.
Fotografía: Greig Fraser.
Montaje: Jay Cassidy, Stuart Levy, Conor o'Neill.
Idioma: Inglés.
Duración: 129 minutos.
La gran depresión
Por Sofia Pérez Delgado
El director Bennett Miller parece entender la realidad estadounidense desde mediados del siglo XX hasta la actualidad como una ramificación emocional de la Gran Depresión de 1929, trascendiendo el ámbito económico. Lo que nos enseña en Foxcatcher, a través de la historia de los hermanos Mark y Dave Schultz, luchadores profesionales, y su relación con el millonario John E. Du Pont, es un país permanentemente frustrado, corrompido por el patriotismo, la búsqueda de la excelencia y el reconocimiento.
Desde su primer largometraje documental en 1996, The Cruise, hasta Foxcatcher -por la que ganó el premio al mejor director en Cannes- Miller siempre se ha interesado por los casos reales. Para su último trabajo, el director no solo toma de Capote (2005, la película que le dio reconocimiento) la turbia ambientación, sino la teoría del escritor de que, en unas manos eficaces, la realidad puede ser igual de interesante que la ficción. Miller sin duda domina la ficción cinematográfica, a través de una puesta en escena ejemplar, aprovechando recursos tan limitados como puedan ser el plano-contraplano hasta sacarles el máximo partido, o impregnando de poética algunos momentos de transición (como pueda ser el de la liberación de los caballos). Pero al mismo tiempo, disecciona la relación entre los personajes de manera analítica, y la contextualiza en forma de crónica contemporánea.
Foxcatcher está estructurada casi como si de una ópera se tratara, en tres actos: el primero de puesta en situación y el comienzo de la relación entre Du Pont y Mark, el segundo el derrumbamiento de esa relación y la entrada de un tercero en discordia, Dave, y una última, con el epílogo incluido. El título de la película viene de la granja de la familia de Du Pont, pensada para la equitación, y, como su propio nombre indica, las cacerías del zorro, en la que el millonario (“Ornithologist, Philatelist, Philanthropist”) hace realidad su pasión: construir un campo de entrenamiento para luchadores olímpicos para “cazar” medallas. La historia de este hombre excéntrico podría tender a la exageración, pero Miller y los guionistas E. Max Frye y (el también actor) Dan Futterman lo tratan desde la normalidad. Las situaciones se desarrollan sin que el espectador apenas se dé cuenta de que, realmente, están sucediendo cosas importantes que tendrán relevancia posterior. En este sentido, cabe reprochar el uso poco definido de las elipsis temporales (un problema probablemente de cortes de montaje), que provocan que las reacciones y la evolución de los personajes puedan parecer algo bruscas.
Desde su primer largometraje documental en 1996, The Cruise, hasta Foxcatcher -por la que ganó el premio al mejor director en Cannes- Miller siempre se ha interesado por los casos reales. Para su último trabajo, el director no solo toma de Capote (2005, la película que le dio reconocimiento) la turbia ambientación, sino la teoría del escritor de que, en unas manos eficaces, la realidad puede ser igual de interesante que la ficción. Miller sin duda domina la ficción cinematográfica, a través de una puesta en escena ejemplar, aprovechando recursos tan limitados como puedan ser el plano-contraplano hasta sacarles el máximo partido, o impregnando de poética algunos momentos de transición (como pueda ser el de la liberación de los caballos). Pero al mismo tiempo, disecciona la relación entre los personajes de manera analítica, y la contextualiza en forma de crónica contemporánea.
Foxcatcher está estructurada casi como si de una ópera se tratara, en tres actos: el primero de puesta en situación y el comienzo de la relación entre Du Pont y Mark, el segundo el derrumbamiento de esa relación y la entrada de un tercero en discordia, Dave, y una última, con el epílogo incluido. El título de la película viene de la granja de la familia de Du Pont, pensada para la equitación, y, como su propio nombre indica, las cacerías del zorro, en la que el millonario (“Ornithologist, Philatelist, Philanthropist”) hace realidad su pasión: construir un campo de entrenamiento para luchadores olímpicos para “cazar” medallas. La historia de este hombre excéntrico podría tender a la exageración, pero Miller y los guionistas E. Max Frye y (el también actor) Dan Futterman lo tratan desde la normalidad. Las situaciones se desarrollan sin que el espectador apenas se dé cuenta de que, realmente, están sucediendo cosas importantes que tendrán relevancia posterior. En este sentido, cabe reprochar el uso poco definido de las elipsis temporales (un problema probablemente de cortes de montaje), que provocan que las reacciones y la evolución de los personajes puedan parecer algo bruscas.
En su primer encuentro con Mark, Du Pont hace referencia a la admiración que siente por la manera en que los soviéticos tratan a sus deportistas, en contraste con la pérdida de valores y modelos a seguir en Estado Unidos (reflejo de ello en ese salón de actos desolado en el que Mark da un discurso al principio de la cinta). En relación a esto, no deja de ser destacable el también inminente estreno en salas del documental Red Army (2014), que cuenta la historia del jugador de hockey Slava Fetisov y sus enfrentamientos con el gobierno soviético, que le hizo la vida imposible. Sabiendo esto, la declaración de Du Pont, y por extensión toda su ideología, resulta de un patetismo aún mayor. Pero si Red Army puede dejarse llevar hacia el final por cierta nostalgia, Foxcatcher dedica una mirada absolutamente desencantada y profundamente desmitificadora hacia el sentimiento nacionalista.
Sin duda el engranaje de Foxcatcher funciona de la manera eficaz gracias a un trío de actores protagonistas que desaparecen dentro de sus personajes. Steve Carell recrea psicológicamente a Du Pont de una forma que va (mucho) más allá de la (por otro lado, impresionante) labor de maquillaje, irreconocible como un hombre solitario, un Edipo acomplejado por su madre. Channing Tatum por su lado consigue un equilibrio entre la parte enormemente física (impresionantes son las coreografías de la peleas), y la afectiva, componiendo a un Mark Schultz limitado y atormentado. Completa el triángulo Mark Ruffalo en el papel aparentemente menos lucido de los tres, pero eso es solo debido a su naturalidad frente a la (requerida) impostura de sus compañeros.
Foxcatcher requiere paciencia. Es una película que empieza de forma lánguida, con un tono taciturno y perturbador, acorde con el personaje de Tatum, que finalmente se puede extender al sentimiento toda una sociedad. Pero esa paciencia se verá recompensada con un trabajo consistente y complejo, en el que la grandiosidad contrasta con la soledad, los celos, la decepción y la humillación, dando como resultado uno de los filmes más melancólicos de los últimos tiempos.
Desde que vi el primer tráiler de Foxcatcher con Channing Tatum me llamo mucho la atención, tenía muchas ganas de ver está película, ha gustado mucho al público y estuvo nominada al Oscar, esperaba algo bueno y no me ha decepcionado ni tampoco me he aburrido, la película me ha gustado y la he disfrutado
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