8/10The Imitation Game (Reino Unido-Estados Unidos, 2014).
Dirección: Morten Tyldum.
Intérpretes: Benedict Cumberbatch, Keira Knightley, Mark Strong, Charles Dance, Matthew Goode. .
Guión: Graham Moore, sobre el libro de Andrew Hodges.
Música original: Alexandre Desplat.
Fotografía: Oscar Faura.
Montaje: William Goldenberg.
Idioma: Inglés.
Duración: 114 minutos.
El hombre y la máquina
Por Alberto gallardo
Ya podemos ver en los cines españoles una de las películas llamadas a protagonizar la temporada de premios. Se trata de Descifrando Enigma, la apuesta fuerte de los hermanos Weinstein para los Oscar desde que se estrenara en el último Festival de Toronto, donde obtuvo una gran acogida y el premio del público. El encargado de capitanear el proyecto es el noruego Morten Tyldum que debuta en el cine anglosajón tras el éxito de la notable y sorprendente Headhunters.
La película versa sobre la figura del matemático Alan Turing, personaje de compleja personalidad que se convirtió en figura clave para la victoria de los Aliados en la II Guerra Mundial al diseñar y construir la célebre máquina Enigma, utilizada para descodificar los mensajes encriptados del ejército alemán. El británico murió años más tarde víctima de un suicidio, habiendo sido previamente condenado a la castración química por su condición de homosexual.
El interesante guion de Graham Moore recaba información sobre el enigmático Turing apoyándose en un libro de Andrew Hodges y construye una triple línea temporal, de modo que asistimos a los esfuerzos de Turing por descifrar los códigos nazis junto a otros expertos en los años 40, mientras la narración intercala insertos de los últimos años de Turing en los que vive entre el olvido y la humillación, así como los emotivos pasajes de adolescencia de Turing en un severo internado donde despierta al amor y al sexo.
La construcción narrativa del film resulta atractiva -aunque la más reciente de las líneas temporales puede resultar confusa en ocasiones-, puesto que aporta ritmo al metraje y le otorga emotividad en el episodio escolar, que encierra momentos tan extraordinarios como ese simbólico plano en el que Turing camina a contracorriente entre una homogénea muchedumbre de alumnos, o aquella escena en la que el joven contiene sus emociones al conocer el desgraciado destino de su único amigo y confidente.
Por su parte, si la labor de Tyldum en la narración es de un elegante y discreto clasicismo, sobresale su trabajo en la dirección de actores. No solo Benedict Cumberbatch brilla en la piel de Turing -una de las interpretaciones más complejas, matizadas y emocionantes que veremos este año- sino que permite el lucimiento de actores no siempre inspirados como Keira Knightley y Mark Strong, que tienen aquí sus minutos de oro para darle la réplica con convicción al protagonista.
En definitiva Descifrando Enigma es un biopic de hechuras clásicas que sabe huir hábilmente de lo hagiográfico para retratar en toda su complejidad el antipático genio de Turing, tanto en el plano personal como al mando del proyecto que ayudó a poner fin a la Gran Guerra. A destacar también por su sutil belleza la música del francés Alexandre Desplat y la fotografía del español Oscar Faura, que contribuyen a envolver al espectador en una historia que, más allá del entretenimiento, logra a menudo ser tan apasionante como la reivindicable figura a la que retrata.
El hombre y la máquina
Por Alberto gallardo
Ya podemos ver en los cines españoles una de las películas llamadas a protagonizar la temporada de premios. Se trata de Descifrando Enigma, la apuesta fuerte de los hermanos Weinstein para los Oscar desde que se estrenara en el último Festival de Toronto, donde obtuvo una gran acogida y el premio del público. El encargado de capitanear el proyecto es el noruego Morten Tyldum que debuta en el cine anglosajón tras el éxito de la notable y sorprendente Headhunters.
La película versa sobre la figura del matemático Alan Turing, personaje de compleja personalidad que se convirtió en figura clave para la victoria de los Aliados en la II Guerra Mundial al diseñar y construir la célebre máquina Enigma, utilizada para descodificar los mensajes encriptados del ejército alemán. El británico murió años más tarde víctima de un suicidio, habiendo sido previamente condenado a la castración química por su condición de homosexual.El interesante guion de Graham Moore recaba información sobre el enigmático Turing apoyándose en un libro de Andrew Hodges y construye una triple línea temporal, de modo que asistimos a los esfuerzos de Turing por descifrar los códigos nazis junto a otros expertos en los años 40, mientras la narración intercala insertos de los últimos años de Turing en los que vive entre el olvido y la humillación, así como los emotivos pasajes de adolescencia de Turing en un severo internado donde despierta al amor y al sexo.
La construcción narrativa del film resulta atractiva -aunque la más reciente de las líneas temporales puede resultar confusa en ocasiones-, puesto que aporta ritmo al metraje y le otorga emotividad en el episodio escolar, que encierra momentos tan extraordinarios como ese simbólico plano en el que Turing camina a contracorriente entre una homogénea muchedumbre de alumnos, o aquella escena en la que el joven contiene sus emociones al conocer el desgraciado destino de su único amigo y confidente.
Por su parte, si la labor de Tyldum en la narración es de un elegante y discreto clasicismo, sobresale su trabajo en la dirección de actores. No solo Benedict Cumberbatch brilla en la piel de Turing -una de las interpretaciones más complejas, matizadas y emocionantes que veremos este año- sino que permite el lucimiento de actores no siempre inspirados como Keira Knightley y Mark Strong, que tienen aquí sus minutos de oro para darle la réplica con convicción al protagonista.
En definitiva Descifrando Enigma es un biopic de hechuras clásicas que sabe huir hábilmente de lo hagiográfico para retratar en toda su complejidad el antipático genio de Turing, tanto en el plano personal como al mando del proyecto que ayudó a poner fin a la Gran Guerra. A destacar también por su sutil belleza la música del francés Alexandre Desplat y la fotografía del español Oscar Faura, que contribuyen a envolver al espectador en una historia que, más allá del entretenimiento, logra a menudo ser tan apasionante como la reivindicable figura a la que retrata.
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