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domingo, 25 de enero de 2015

Críticas: '71

8/10
 ‘71 (Reino Unido, 2014).
Dirección: Yann Demange.
Intérpretes: Jack O’Connell, Sam Reid, Charlie Murphy, Paul Anderson, Sam Hazeldine, Killian Scott.
Guión: Gregory Burke.
Música original: David Holmes.
Fotografía: Tat Radcliffe.
Montaje: Chris Wyatt.
Idioma: Inglés.
Duración: 99 minutos.

El grito silencioso de la desesperanza

Por Luis López


Lo complicado de mantener la tensión, capturar la atención del espectador y hacerle partícipe de la angustia del protagonista, es no cruzar la frontera de la autocomplacencia y ensimismarse de cara a la galería. El acierto de ’71 es no desviarse ni un milímetro de su línea argumental. A saber, el soldado británico Hook es abandonado por su unidad en territorio católico de Belfast y trata de volver a su cuartel.

Sobre este conflicto se incide una y otra vez sin tregua. Esta sencilla premisa articula un ejercicio de continuo desasosiego. El equilibrio tenso, frágil como todo lo tenso, y oscuro como todo lo asfixiante, se sustenta en el fabuloso trabajo de Jack O’Connell que construye con solidez un personaje que dice sin hablar y mueve honduras emocionales con un gesto.

El drama se desarrolla casi a tiempo real en una noche de 1971 en Belfast, proporcionando la noche el aislamiento preciso a Hook, quien en su intento por salvarse se va apoyando en fantásticos personajes secundarios que se diluyen según los toca, se desvanecen según dialogan, exhalando mientras aún respiran. Así de etéreo, como el humo de un coche ardiendo en barricada, es el entorno que divide las sombras de protestantes y católicos. Cualquier ayuda que recibe es una muleta que se quiebra tan pronto apoya su peso en ella.

Esta diabólica persecución a la que se ve sometido por parte de ambos bandos, nos enseña otra vez que los extremos se tocan y que tras la hipócrita política de salón se esconde una puesta en práctica pueril y sin ética que se aprovecha y sacrifica la vida de los hombres. Hook no es más que un peón en juego, un trozo de carne, un rifle que respira. En la guerra no hay lugar para la humanidad. Solo el instinto de supervivencia puede brillar en la hostilidad.

Yann Demange consigue en su debut una película redonda inspirándose en Michael Winterbotton Paul Greengrass a la hora de fotografiar cámara al hombro las escenas de acción. En este deliberado juego empático con la situación límite- física y mental- que atraviesa el soldado Hook, construye una atmósfera irrespirable con gran pulso al servicio de la potente narrativa que tiene entre manos. Esta vez el cine ha ganado la guerra.



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