The Hunger Games: Mockingjay. Part 1 (Estados Unidos, 2014).
Dirección: Francis Lawrence.
Intérpretes: Jennifer Lawrence, Josh Hutcherson, Liam Hemsworth, Woody Harrelson, Donald Sutherland, Philip Seymour Hoffman, Julianne Moore.
Guion: Peter Craig, Danny Strong; sobre la novela de Suzanne Collins.
Música original: James Newton Howard.
Fotografía: Jo Willems.
Montaje: Allan Edward Bell, Mark Yoshikawa.
Idioma: Inglés.
Duración: 123 minutos.
Los juegos de HollywoodPor Manuel Barrero Iglesias
Hay dos modas -de dudoso gusto- que Los juegos del hambre sigue escrupulosamente. Una, provocada por parámetros productivos recientes. En sus continuos inventos recaudatorios, a Hollywood se le ha ocurrido dividir en dos el último capítulo de las sagas literarias que lleva a la pantalla. Ocurrió con Harry Potter o Crepúsculo -mejor no hablamos de El Hobbit-, y las aventuras de Katniss no iban a ser menos. El segundo punto viene ya servido por el contenido de la serie de novelas que adapta. Y tiene que ver con la inevitable disyuntiva amorosa que se le presenta a la joven protagonista de cualquier bet-seller para adolescentes.
Hubo un momento en el que la saga parecía ironizar -a través de su propio argumento- sobre esa necesidad absurda de forzar un trío sentimental. Espejismo. Ya el último tramo de En llamas cae de lleno en un tópico que Sinsajo 1 explota de forma desesperante (cada vez que Jennifer Lawrence dice "Peeta" dan ganas de darle una bofetada). Y eso que el asunto amoroso podría estar perfectamente integrado en la historia de esta heroína a la fuerza. Lo más interesante de la serie es que su protagonista se convierte en líder sin quererlo, alguien cuya máxima preocupación es la gente que la rodea. Ahí encajarían sus familiares, amigos y un posible novio. El problema es que este último acaba desplazando al resto de pilares. Y, por supuesto, la obsesión porque sean dos posibles en lugar de uno.
Esta concesión (¿obligación?) para con el público adolescente resta fuerza al retrato de la manipulación político-mediática a la que se ve sometida Katniss. Al igual que señalamos los vicios que la emparentan con sus similares, es de justicia destacar las virtudes que la diferencian. Y su conciencia política no es común en este tipo de productos. Una vez liberada de la estructura Battle Royale (Kinji Fukasaku, 2000) de las anteriores entregas, este film se dedica a mostrar los entresijos de la lucha desde una perspectiva exenta de cualquier romanticismo idealista.
Aunque debemos retomar el primer punto de esta crítica para hablar sobre lo insatisfactorio que resulta tener que esperar un año para ver la resolución. Para los productores es mucho más rentable dos películas de dos horas que una de tres. Incluso para los fans puede que sea más satisfactorio. Para el resultado artístico las consecuencias no son tan beneficiosas. Aunque no solo por ese estiramiento innecesario. El film sufre una continua tensión entre la búsqueda de un discurso adulto y la concesión comercial. La secuencia del ataque al Distrito 13 es una buena muestra de ello. El director la narra siempre desde el punto de vista de los asediados, creando tensión sin mostrar nunca los ataques. Pero a la vez en esa misma secuencia introduce un elemento -la salvación del gato- de lo más pueril y forzado.
Habrá que esperar a la conclusión para valorar en su justa medida esta introducción. Pero como toda la saga, estamos ante un producto de inmensas posibilidades saboteado por su propia vocación comercial. Al menos siempre nos quedará el socorrido "es mejor que Crepúsculo".
Aunque debemos retomar el primer punto de esta crítica para hablar sobre lo insatisfactorio que resulta tener que esperar un año para ver la resolución. Para los productores es mucho más rentable dos películas de dos horas que una de tres. Incluso para los fans puede que sea más satisfactorio. Para el resultado artístico las consecuencias no son tan beneficiosas. Aunque no solo por ese estiramiento innecesario. El film sufre una continua tensión entre la búsqueda de un discurso adulto y la concesión comercial. La secuencia del ataque al Distrito 13 es una buena muestra de ello. El director la narra siempre desde el punto de vista de los asediados, creando tensión sin mostrar nunca los ataques. Pero a la vez en esa misma secuencia introduce un elemento -la salvación del gato- de lo más pueril y forzado.
Habrá que esperar a la conclusión para valorar en su justa medida esta introducción. Pero como toda la saga, estamos ante un producto de inmensas posibilidades saboteado por su propia vocación comercial. Al menos siempre nos quedará el socorrido "es mejor que Crepúsculo".
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