En du elsker (Dinamarca-Suecia, 2014).
Dirección: Pernille Fischer Christensen.
Intérpretes: Mikael Persbrandt, Trine Dyrholm, Birgitte Hjort Sørensen, Sofus Rønnov, Eve Best.
Guion: Kim Fupz Aakeson, Pernille Fischer Christensen.
Fotografía: Laust Trier-Mørk.
Montaje: Janus Billeskov Jansen, Anne Østerud.
Idiomas: Sueco, inglés, danés.
Duración: 95 minutos.
Abuelo tardío
Por Manuel Barrero Iglesias
Un
viejo rockero –en este caso aceptamos cantautor- de vuelta ya de todo que vive
una plácida madurez. Atrás quedaron las drogas y otros excesos. Vive feliz en su
libertad/independencia/soledad, lejos de su tierra natal y sin contacto con la
familia que le queda (una hija y un nieto). Su vuelta a Dinamarca para grabar
un disco le enfrentará a una realidad que siempre ha evitado. El ingreso de su
hija en una clínica de desintoxicación le obligará a hacerse cargo de un nieto
del que prácticamente no sabe nada.
A
partir de ahí, es sencillo adivinar lo que va a ocurrir. La historia nos la
sabemos ya de memoria, y la hosquedad siempre acaba cediendo ante la ternura. Por muy complicado que sea replantear los esquemas que sostienen una vida controlada, no hay corazón de piedra que se resista a la inocencia de un niño. Aún más cuando hay una pasión común que une caminos. En esta ocasión, la música. Otro tópico que sirve como conductor de esta historia de redenciones y nuevas esperanzas. Tanto lugar común provoca algo de pereza, no lo vamos a negar.
Y eso que por momentos la película parece huir de la sensiblería, que para algo estamos en el cine danés. La resistencia del abuelo dura más de lo habitual, y el retrato de su evolución es frío y distante. Por un momento parece que el desenlace quiere escapar de las convenciones. Pero entonces llega la secuencia sentimental que tira por tierra toda esa sequedad con la que la directora nos había narrado este agrio drama. No contenta con ello, nos deleita con un epílogo -como no, musical- que subraya aún más el proceso de conversión. Menos mal que entre ambas secuencias, hay otra mucho más liviana que muestra con precisión la camaradería masculina.
A pesar de que a veces quiera eludir su inevitable destino, al final acaba cayendo en él de lleno. Alguien a quien amar es una película que cumple de sobra con sus objetivos, aunque estos sean tan poco ambiciosos. Desde el buen hacer de los actores (muy bien Mikael Persbrandt y tremenda Birgitte Hjort Sørensen) hasta la solidez de su puesta en escena, poco se le puede reprochar a cualquier elemento de estos visibles que sirven para agradar al grueso del público. Pero es que resulta tan aburrido acabar viendo lo mismo de siempre.
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