Torrente 5. Operación Eurovegas (España, 2014).
Dirección y guión: Santiago Segura.
Intérpretes: Santiago Segura, Julián López, Jesulín de Ubrique, Alec Baldwin, Chus Lampreave, Carlos Areces, Florentino Fernández, Anna Simón, Cañita Brava, Fernando Esteso.
Música original: Roque Baños.
Fotografía: Teo Delgado.
Montaje: Fran Amaro.
Idioma: Español.
Duración: 105 minutos.
Regreso al futuro
Por Manuel Barrero Iglesias
Parecía agotada artísticamente una saga que tocó fondo con la anterior entrega. La verdad es que ninguna de las secuelas se aproximaba ni de lejos a Torrente, el brazo tonto de la ley, film a reivindicar en su papel de sátira sobre esa España negra que aún pervive entre nosotros. Entonces llegaron los millones, y tres películas que parecían más preocupadas en buscar ese dinero que en seguir indagando por el camino abierto en 1998. Siempre queda la duda de saber si a Santiago Segura le gustaría salirse de la piel de Torrente alguna vez. El propio director afirma que con su personaje tiene la libertad de hacer la película que le apetezca en cada momento, y además disponer de dinero para ello.
A partir de esas palabras se plantea una idea interesante: utilizar Torrente para construir una crónica del país. Una oportunidad que Segura ha desaprovechado para dar más de lo mismo, pero peor. Escatología a raudales, desfile de freaks y apariciones estelares de amigos ilustres. Todo ello sigue en esta quinta entrega, por supuesto. Ahí están Barragán o Cañita Brava. Y Jesulín de Ubrique (que sorprende para bien con una actuación más que correcta) como uno de los coprotagonistas
Pero inevitables señas de identidad aparte, Torrente vuelve menos escatológico que nunca. La película vuelve a la senda de contextualizar su discurso en la realidad, haciendo hincapié en las circunstancias sociales de España. De hecho, Torrente 5 tiene un planteamiento inicial muy similar a Ayer no termina nunca (Isabel Coixet, 2013). Un futuro muy cercano en el que se juega a adivinar las consecuencias de la crisis. Y nos atrevemos a decir que Santiago Segura saca bastante más partido a este elemento que Coixet.
Aunque no el suficiente. Torrente 5 se queda a mitad de camino, y de la acidez que corroía los cimientos de la sociedad española vemos pinceladas. Hay algún atisbo de buen sarcasmo, pero aún continúan los viejos vicios en los que anidan la caspa y la zafiedad. Y no como crítica, sino como algo asumido por el propio discurso. La mejora es insuficiente, pero queda la esperanza de que alguna vez Segura utilice el poder de Torrente para volver a hacer una película radical y arriesgada.
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