Críticas: The Equalizer (El protector)

4/10

The Equalizer (Estados Unidos, 2014).

Dirección: Antoine Fuqua.

Intérpretes: Denzel Washington, Marton Csokas, Chloë Grace Moretz, David Harbour, Bill Pullman, Melissa Leo.

Guión: Richard Wenk, sobre la serie de televisión creada por Michael Sloan y Richard Lindheim.

Música original: Harry Gregson-Williams.

Fotografía: Mauro Fiore.

Montaje: John Refoua.

Idiomas: Inglés, ruso.

Duración: 132 minutos.


Yo soy la justicia

Por Manuel Barrero Iglesias

En la ficción que se consumía durante la década de los ochenta había barra libre para la venganza. Chuck Norris o Charles Bronson campaban a sus anchas dentro de un cine que defendía sin remordimiento aquello de tomarse la justicia por la propia mano. La televisión también sucumbió ante este tipo de modelo, entronizando una serie como El Equipo A, que suavizaba su discurso reaccionario potenciando el humor y mitigando su violencia. Los años y la buena conciencia han relegado a la marginalidad este tipo de productos, aunque siempre hay alguien dispuesto al revivial.

Y ahí tenemos a Antoine Fuqua (Training Day), quien adapta una de esas series que siguieron la estela de The A-Team: ante la ineficacia de la ley, justicieros de la calle. Edward Woodward protagonizó a mitad de los ochenta El ecualizador, serie que duró cuatro temporadas. El protagonista era un ex-agente de la CIA llamado Robert McCall, que en su versión cinematográfica se pone la piel de Denzel Washington. El intérprete ya es más estrella que actor, vendiendo su marca allá donde pisa. Siempre queda por encima del personaje, y su McCall no es más que una variación de los últimos roles que ha desempeñado. 


Hay pocas cosas más que anclen este film al presente. Un producto extemporáneo, cuyo carácter anacrónico se ve acentuado por unos aires de trascendencia a todas luces innecesarios. ¿Era de verdad necesario superar las dos horas de duración? Con una reducción drástica en el metraje quizás Fuqua hubiera logrado mayor tensión narrativa. Y sin ese traje de seriedad que se pone en demasiadas ocasiones, incluso nos hubiera hecho disfrutar de un entretenimiento desenfadado.

De hecho, hay varios momentos en los que The Equalizer parece que se puede convertir en un satisfactorio "placer culpable". La forma que tiene el protagonista de acabar con sus rivales está pasada de rosca. Solo hay que reparar en el hecho de que nunca lleva un arma, y uno de los divertimentos que nos ofrece la película es ver qué utensilio usará para matar al siguiente. Imaginen las posibilidades si el clímax (por otro lado, interminable) se desarrolla en unos grandes almacenes de bricolaje. Pero Fuqua desaprovecha la oportunidad, arrastrándose hacia la seriedad. Y Washington tampoco ayuda a poner ironía en un personaje que parece sacado del siglo pasado.