Por Andrea Dorantes
Matar a un hombre (Alejandro Fernández Almendras. Chile, 2014)
Nuev@s Director@s
Matar a un
hombre, de Alejandro Fernández Almendras, quizá sea una de las grandes
películas de la sección Horizontes Latinos este año. Abriendo con una turbadora
escena inicial, la película toca las entrañas de la esencia humana como esencia
natural, pura y al margen de la sociedad, el hombre como animal inocente y
ancestral.
Jorge es el
padre de una familia que empieza a ser molestada por un delincuente del barrio,
incluso llegando a disparar al hijo. Al tomar medidas policiales, el delincuente
no cesa de perseguir a la familia, acosando a cada uno de los integrantes.
Intentan que la justicia sea quien resuelva el problema, pero no encuentran
solución por vías legales y la impotencia se siente en su piel; no tienen
posibilidad de defenderse ante ese hombre. Cuando un día abusa de la hija
pequeña, Jorge toma una decisión. No es una decisión fácil y quizá tampoco
acertada, pero necesaria: va a matar a ese hombre.
Alejandro
Fernández Almendras nos pone de parte de Jorge, nos coloca en su lugar, se
siente como es ser perseguido, ser abandonado por toda justicia. Y entonces se
entiende la decisión. Matar a ese hombre es la justicia. Jorge comete el
asesinato y el espectador respira tranquilo, ve saciada su sed. Pero después de
la muerte, qué queda. Como dice el propio ajusticiado, “no es fácil matar a un
hombre”. Jorge carga entonces con un cadáver a cuestas como carga consigo mismo
(Jorge es diabético y en sentido figurado carga con su enfermedad, día a
día). Se mira las manos manchadas de sangre y piensa. Nuestro protagonista
trabaja en la región del Bío Bío en Chile, concretamente en una Reserva
Forestal, rodeado de bosque. A menudo le encontramos encuadrado entre decenas
de árboles, metamorfoseado con el entorno, formando parte de él. Jorge es un
hombre natural, orgánico. Como dijo el propio director de la película, está en
nuestras propias células la culpa que acarrea el matar al otro, es un
sentimiento primario fuera de cualquier moralidad religiosa o ética. Matar está
mal. Y cómo debe sentirse un hombre primario como Jorge para decidir
arrebatarle la vida a otro ser humano.
Alejandro Fernández Almendras dibuja con
esta película un boceto de la sociedad chilena a la cual critica, una sociedad
en la que la policía no se compadece de los crímenes de los pobres, donde quien
no tiene, no cuenta, no figura en el mapa. Donde uno tiene que tomar la
justicia por su mano, olvidando cualquier contrato social; convirtiendo
en criminales a los seres inocentes y primariamente buenos como nuestro
protagonista. Matar a un hombre es una cinta corta, sencilla y efectiva,
que ahonda en estas materias con unos planos muy bien compuestos y una
fotografía bella y naturista.
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