Por Manuel Barrero Iglesias
Wetlands (David F. Wnendt. Alemania, 2013)
Noves Visions - Ficció
En una de las primeras secuencias del film vemos como la protagonista restriega sus partes sexuales por un váter público lleno de suciedad. Helen cree que la higiene está sobrevalorada y le encanta jugar con fluidos de todo tipo. Con un punto de partida de tal calibre, lo más fácil es hacer una película oscura o enfermiza. Nada más lejos de la realidad, Wetlands es un trabajo luminoso y optimista con tono de fábula a lo Amélie. La puesta en escena, el uso de los colores y la interpretación de su protagonista nos transportan a un mundo en el que la escatología es algo bello, en el que los fluidos corporales no son algo de lo que avergonzarse.
El director alemán propone una revolucionaria aceptación de todo lo que siempre se ha considerado como sucio. He ahí la valentía de un trabajo que normaliza las tendencias poco habituales de su protagonista. Lejos de estigmatizar, el film normaliza. Deslumbrante trabajo de Carla Juri, quien aporta la frescura y el atrevimiento necesarios para un personaje que exhibe una falta de pudor admirable. En el último tramo el film se vuelve algo más monótono, pero el espíritu libre y desinhibido de la propuesta consiguen elevar Wetlands como una de las películas más estimulantes vistas en esta edición de Sitges.
Aux yeux des vivants (Julien Maury, Alexandre Bustillo. Francia, 2014)
En una de las primeras secuencias del film vemos como la protagonista restriega sus partes sexuales por un váter público lleno de suciedad. Helen cree que la higiene está sobrevalorada y le encanta jugar con fluidos de todo tipo. Con un punto de partida de tal calibre, lo más fácil es hacer una película oscura o enfermiza. Nada más lejos de la realidad, Wetlands es un trabajo luminoso y optimista con tono de fábula a lo Amélie. La puesta en escena, el uso de los colores y la interpretación de su protagonista nos transportan a un mundo en el que la escatología es algo bello, en el que los fluidos corporales no son algo de lo que avergonzarse.
El director alemán propone una revolucionaria aceptación de todo lo que siempre se ha considerado como sucio. He ahí la valentía de un trabajo que normaliza las tendencias poco habituales de su protagonista. Lejos de estigmatizar, el film normaliza. Deslumbrante trabajo de Carla Juri, quien aporta la frescura y el atrevimiento necesarios para un personaje que exhibe una falta de pudor admirable. En el último tramo el film se vuelve algo más monótono, pero el espíritu libre y desinhibido de la propuesta consiguen elevar Wetlands como una de las películas más estimulantes vistas en esta edición de Sitges.
Aux yeux des vivants (Julien Maury, Alexandre Bustillo. Francia, 2014)
Oficial Fantàstic Comeptición
Los directores franceses -especialistas en crear atmósferas malsanas- comienzan su último trabajo de forma impecable. Violenta e inquietante, esa primera secuencia atrapa a un espectador que se entrega a la causa. Tras ello, la presentación de los tres personajes principales también resulta ejemplar. Con ese descarado -y confeso- homenaje al cine de los ochenta los autores nos transportan a un lugar agradable de nuestra nostalgia cinematográfica. Incluso el primer encuentro con los psicópatas en ese fantsmagórico estudio de cine abandonado supone un atractivo punto de partida para el segundo acto. Pero hasta ahí llegan las virtudes de Aux yeux des vivants.
A partir de entonces el film se convierte en un cúmulo de despropósitos dentro de un guión en el que no hay nada con un mínimo de lógica. Actitudes irracionales, elementos que parecen serán importantes pero se quedan en nada, reacciones ilógicas... Estamos ante un batiburrillo de referencias mal cohesionadas a través de un libreto demencial. Ni el terror, ni el drama. Ni los conflictos particulares, ni el conflicto general. No hay nada que tenga la suficiente fuerza como para seguir atrapados en la tela de araña que tan bien tejieron los autores durante los primeros minutos.
Los directores franceses -especialistas en crear atmósferas malsanas- comienzan su último trabajo de forma impecable. Violenta e inquietante, esa primera secuencia atrapa a un espectador que se entrega a la causa. Tras ello, la presentación de los tres personajes principales también resulta ejemplar. Con ese descarado -y confeso- homenaje al cine de los ochenta los autores nos transportan a un lugar agradable de nuestra nostalgia cinematográfica. Incluso el primer encuentro con los psicópatas en ese fantsmagórico estudio de cine abandonado supone un atractivo punto de partida para el segundo acto. Pero hasta ahí llegan las virtudes de Aux yeux des vivants.
A partir de entonces el film se convierte en un cúmulo de despropósitos dentro de un guión en el que no hay nada con un mínimo de lógica. Actitudes irracionales, elementos que parecen serán importantes pero se quedan en nada, reacciones ilógicas... Estamos ante un batiburrillo de referencias mal cohesionadas a través de un libreto demencial. Ni el terror, ni el drama. Ni los conflictos particulares, ni el conflicto general. No hay nada que tenga la suficiente fuerza como para seguir atrapados en la tela de araña que tan bien tejieron los autores durante los primeros minutos.
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