Por Andrea Dorantes
La madre del cordero (Enrique Farías, Rosario Espinosa. Chile, 2014)
Nuev@s Director@s
Esta película co-dirigida por Enrique Farías y Rosario Espinosa, que fue el trabajo con el que cerraron sus estudios de cinematografía, nos habla del peso que aún siguen cargando muchos hijos al tener que cuidar a tiempo completo a sus padres. La principal ocupación de Cristina, de 49 años, es atender a su madre, muy mayor y en silla de ruedas. Esto fuerza a Cristina a no tener la posibilidad de tener una vida propia, conocer gente nueva, tener amigos, pareja o hijos. Debido a un funeral, Cristina retoma el contacto con una amiga de la infancia, Sandra, que se convierte en el nexo de conexión con el mundo real, el mundo que pertenece a la gente de su edad. Ya que Cristina solo trata con ancianas, asistiendo a onces (cenas informales chilenas) con su madre y sus amigas, que no hacen más que criticar a todo el pueblo de una forma intolerante, homófoba e irrespetuosa: un estilo de vida ya caduco, sobre todo para nuestra protagonista. Y como es de esperar, la madre no aprecia el esfuerzo que ella realiza sino que no duda en tratarla con crueldad e ingratitud. A Cristina, mártir que sacrifica su vida y su juventud, nadie la cuida, nadie le da un espacio y ella misma organiza su propio cumpleaños, rodeada de nuevo de ancianas. Cristina, de la mano de Sandra, se aproximará a lo que debería ser su vida, conociendo el mundo y saliéndose de ese decorado oscuro que es su cotidianeidad, en el cual los personajes se funden con el entorno, de un tono marrón y monótono, casi siempre en penumbra.
Esta película narra este drama que desafortunadamente aún se encuentra en muchas familias, un modo de vida machista que tristemente ha sido heredado por las mujeres durante varias generaciones. Y lo narra de una forma simple y cercana, real, ahondando en los coletazos de una cultura antigua que sigue en vigor tanto en Chile como en muchos países, denunciando esta situación que tanto daño provoca.
Gente de bien (Franco de Lolli. Colombia, 2014)
Horizontes latinos
Franco Lolli nos trae la historia de Eric, un niño de diez años a quien su madre deja con su padre, al que casi no conoce. El padre, Gabriel, hace todo lo posible por que Eric se encuentre a gusto, pero la pobreza en la que están inmersos y la poca confianza que tienen entre sí lo hace muy difícil. Gabriel trabaja restaurando muebles en una casa cuyos dueños son de clase social alta, y Eric comienza a relacionarse con esa familia. La madre lo acoge como si fuese su hijo, compadeciéndose de él y Gabriel, de la situación de miseria que están atravesando. Las diferencias sociales no dudan en hacer mella en todos los personajes, Eric se “acostumbra” a ese nivel de vida aunque la brecha entre él y los niños de esa familia es enorme y obvia. Franco Lolli, admitiendo que él mismo proviene de una clase social más bien alta, ha querido plasmar las diferencias que él veía en la sociedad cuando era un niño, reflejando la realidad colombiana, amalgama de contrastes y diferencias radicales entre la población. Los actores con los que cuenta la película no son profesionales y precisamente también provienen de una situación parecida a la que ellos mismos interpretan, y eso se nota en la pantalla. El sentimiento expresado es propio, es auténtico y por ello, aun no tratándose de una película con un argumento profundo y desarrollado con un obvio principio y final, Gente de bien supone una pequeña ventana que permite asomarnos a la realidad de Colombia, sin pretensiones.
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