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jueves, 25 de septiembre de 2014

San Sebastián 2014. Día 5. Cain's Children

Por Andrea Dorantes


Káin Gyermekei/Cain's Children (Marcell Gerö. Hungría-Francia, 2014)
Nuev@s Director@s

Cain’s children es una de las apuestas más interesantes de la Sección Nuevos Directores en lo que va de festival. Se trata de un documental acerca de las bestias que crearon los últimos coletazos de la URSS en Hungría. Jóvenes abandonados a su suerte que durante esa última etapa del régimen cometieron asesinatos en su adolescencia, sin consciencia apenas de lo que ello implicaba, individuos que estaban solos y sin un referente real o decente para empezar a construir sus personalidades. Estos muchachos, ahora hombres adultos, fueron niños perdidos sin hogar, personas aisladas del sistema que producen crímenes cuya culpa, quizá, la tenga en mayor medida la sociedad del momento y no ellos mismos. Abordando el tema desde un punto de vista trágico y crítico, Cain’s children recuerda a El chacal de Nahueltoro de Miguel Littín, que a su vez mostraba con ironía cómo el Estado condenaba a aquel chacal que se había visto envuelto de igual forma en el asesinato, víctima de la alcoholemia y el aislamiento social con el que se condena a las poblaciones pobres. Estos personajes cargan la culpa de su pasado como una pesada piedra vayan a donde vayan. Algunos tienen la suerte de vivir en una casa, otros son vagabundos que viven en la calle, sin ninguna esperanza de futuro. Los asesinatos que cometieron, fruto en ocasiones de malentendidos o el intento de defenderse –en un caso, librándose de un profesor que intentaba abusar sexualmente del chico o atacando a un compañero que intentaba forzar a su madre-, no parecen tan graves según avanza el largometraje, y es fácil entonces empatizar con aquellos rostros actuales que grabó el director Marcell Gerö, llenos de arrugas, grietas, y en cuyos ojos no se aprecia más que la miseria a la que los abocaron estos crímenes. Cargan con la llamada “marca de Caín” que hace visible su culpa a ojos de todos, impidiéndoles llevar una vida normal, cuidar de sus hijos, trabajar… En fin, integrarse de nuevo en el sistema después de cumplir la condena que merecían. Al no encontrarse aceptados por el entorno, algunos respondieron a la violencia con más violencia y siguieron reincidiendo con robos, asaltos, etc. El arrepentimiento también es un factor común en ellos, y Marcell Gerö deja fluir las historias que ellos quieren contar, pero hasta el punto en el que ellos se sigan sintiendo cómodos. A menudo tienen que parar de hablar con lágrimas en los ojos. Pali, el hombre que asesinó a su padre siendo joven, no puede ver a sus hijos y cuando lo hace, a escondidas, es imposible no apreciar la gran ternura que les demuestra, la tristeza que lleva dentro por no poder ser simplemente un hombre más. Con una gran conciencia política que sorprende tratándose de “personas iletradas”, como se les consideraría desde un punto de vista superficial, éstos son las víctimas, ellos son de los que habría que cuidar.

El documental, que mezcla entrevistas actuales y entrevistas de un antiguo documental sobre las cárceles en el cual los asesinos eran jóvenes y hablaban con desparpajo a la cámara, es duro y a la vez necesario, y abre la puerta a la cuestión de integrar o no integrar a los criminales, de si merecen o no esa oportunidad, de cómo un cambio político afecta a una generación entera abocándola al fracaso.

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