The Expendables 3 (USA-Francia, 2014).
Dirección: Patrick Hughes.
Intérpretes: Sylvester Stallone, Jason Statham, Mel Gibson, Wesley Snipes, Harrison Ford, Dolph Lundgren, Antonio Banderas, Arnold Schwarzenegger.
Guión: Sylvester Stallone, Creighton Rothenberger, Katrin Benedikt..
Guión: Sylvester Stallone, Creighton Rothenberger, Katrin Benedikt..
Música original: Brian Tyler.
Fotografía: Peter Menzies Jr..
Montaje: Sean Albertson, Paul Harb.
Idioma: Inglés.
Duración: 126 minutos.
Old Man
Por Manuel Barrero Iglesias
Old Man
Por Manuel Barrero Iglesias
Lo de Sylvester Stallone
tiene mucho mérito. Inmune al desaliento, el actor sigue empeñado en resistir
como héroe de acción. Hasta el final. Son ya casi setenta años los que tiene, y
resulta asombroso ver el nivel de compromiso y seriedad con los que afronta sus
trabajos. Una de sus grandes apuestas en los últimos años es esta saga, de la
que es alma máter. Guionista y protagonista principal de las tres
entregas, su dedicación a la causa es absoluta. El contraste entre su actitud y
la del resto de estrellas que desfilan por la pantalla es abismal.
Solo hay que ver cómo afrontan Arnold Schwarzenegger o Harrison Ford (también antes Bruce
Willis o Chuck Norris) su participación en la serie. Mientras que
ellos se conforman con apariciones esporádicas sin demasiada exigencia física,
Stallone no da ni una concesión. Su personaje llega hasta tal punto, que en
esta tercera entrega pretende quitarse de en medio a su equipo. Cuando el inicio de Los
mercenarios 3 esboza una reflexión sobre la negación del propio
Stallone a aceptar el paso del tiempo, resulta que estamos ante una demostración de poderío. Si tenemos en cuenta que uno de sus compañeros es veinte años menor, resulta un tanto irónico que quiera prescindir de él por estar "mayor". Pero es que hasta Jason Statham cede gentilmente ante el empuje de 'Sly'.
Stallone no parece muy amigo de esto del posmodernismo y la autoconsciencia paródica. Al contrario, su humor se construye en torno a la máxima simpleza, con los mismos chistes que podríamos encontrar en cualquier película de hace treinta años. Los momentos como el protagonizado por Norris en la segunda entrega son los menos, y la monotonía acaba dominando la saga. En esta nueva aventura Wesley Snipes parece que le va a dar ese toque paródico, pero su presencia se diluye con el paso de los minutos, coincidiendo con la aparición de Antonio Banderas. Su personaje se supone divertido, pero resulta insufrible. Eso sí, Mel Gibson nos regala una de las mejores interpretaciones de su carrera. Con un villano siempre es más fácil.
Stallone se toma el asunto tan en serio que la película acaba con una explícita reivindicación de su época como la dorada del cine de acción. Los jóvenes del equipo cantan 'Old Man' de Neil Young en un karaoke, mientras los veteranos aceptan el reconocimiento. Las nuevas generaciones tienen mucho que aprender de las viejas glorias, parece querernos decir. Y no le falta razón. Aunque quizás no sea la nostalgia mal entendida la mejor forma de reivindicarse.
Stallone no parece muy amigo de esto del posmodernismo y la autoconsciencia paródica. Al contrario, su humor se construye en torno a la máxima simpleza, con los mismos chistes que podríamos encontrar en cualquier película de hace treinta años. Los momentos como el protagonizado por Norris en la segunda entrega son los menos, y la monotonía acaba dominando la saga. En esta nueva aventura Wesley Snipes parece que le va a dar ese toque paródico, pero su presencia se diluye con el paso de los minutos, coincidiendo con la aparición de Antonio Banderas. Su personaje se supone divertido, pero resulta insufrible. Eso sí, Mel Gibson nos regala una de las mejores interpretaciones de su carrera. Con un villano siempre es más fácil.
Stallone se toma el asunto tan en serio que la película acaba con una explícita reivindicación de su época como la dorada del cine de acción. Los jóvenes del equipo cantan 'Old Man' de Neil Young en un karaoke, mientras los veteranos aceptan el reconocimiento. Las nuevas generaciones tienen mucho que aprender de las viejas glorias, parece querernos decir. Y no le falta razón. Aunque quizás no sea la nostalgia mal entendida la mejor forma de reivindicarse.
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