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lunes, 8 de septiembre de 2014

Entrevista: Daniel Burman

“Con el tiempo te das cuenta de que la melancolía no tiene ninguna función en la vida"

Figura destacada de una nueva ola de cine argentino que se está desarrollando desde principios de siglo, el director Daniel Burman estrena en España El misterio de la felicidad, que supone la culminación del proceso de transformación que ha ido sufriendo su filmografía a lo largo de los años. Temática y estéticamente diferente a sus demás trabajos, la película es una positiva reflexión sobre la relatividad de la amistad, el amor y los sueños. Burman, que estuvo en nuestro país para presentarla, habló con Tierra Filme sobre cuestiones fundamentales a las que cualquiera tiene que enfrentarse a lo largo de la vida, sobre su forma de ver el mundo, el trabajo con los actores Irene Estévez y Guillermo Francella, y su próximo proyecto.

Por Sofia Pérez Delgado
(La película del día)


-Ya desde el mismo título vemos que película habla de la felicidad, algo que todos buscamos, pero a veces estamos muy confundidos con respecto a ella. ¿Cómo afrontaste un tema tan universal?
Más que la felicidad, el tema es cómo muchas veces vivimos en función de pactos que hacemos en nuestra juventud, basados en deseos o en sueños de ese momento, y nos vinculamos con personas con las que tratamos de anudar esos sentimientos. Luego los sentimientos y los sueños mudan hacia otro lado, y solo quedan los pactos, las formas, y quedamos encerrados en ellas. A veces no nos animamos a aceptar que ya no soñamos más con eso. Y es algo ocurre únicamente con el paso del tiempo. De ahí que los personajes deban tener unos años más que yo.

-Con respecto a este aspecto, desde hace un tiempo cambiaste la orientación de tus primeras películas, que se correspondían con personajes de tu propia edad, y de situaciones que tú estabas viviendo, por historias de personajes más mayores, más alejados en apariencia de tus experiencias. ¿Por qué este cambio? ¿Te sientes más cómodo con este tipo de historias?
Uno tiene ciertos dilemas que quiere plantear en una historia, y luego esos dilemas se desarrollan en cierta edad. De alguna manera, toda la materia prima de una narración básicamente son los temores de uno, los dilemas, las preguntas que uno se hace, y que se pueden proyectar a los 30, los 40, los 50… Pero permanecen, son siempre más o menos los mismos. Sí que los personajes mayores me parecen más interesantes, porque seguir viviendo, con los años, es cada vez una aventura más compleja. Por el contario, los personajes adolescentes me aburren, porque cuando uno es adolescente es inmortal, no le tiene miedo a nada. Cuando se avanza en edad, y se tiene la certeza de que la muerte sin duda es algo que a uno también le va a ocurrir, uno se pregunta para qué estamos aquí, y otras cuestiones. Y cuanto empiezas a tener hijos, familia, también te preguntas para qué están ellos en este mundo… Con la edad se van sumando preguntas y nunca hay respuesta. Pero a su vez uno sigue viviendo, lo cual es un absurdo si se lo piensa racionalmente, pero hay que hacerlo y ser más o menos feliz.

-Hablando de hijos y familia, es curioso cómo esta es la primera película en la que dejas de lado el tema de la paternidad. ¿Por qué tomaste esta decisión? 

Porque creo que hay conflictos que son inherentes a nuestra persona, que no tienen que ver necesariamente con ser padres o madres. Yo tengo hijos, pero me molesta pero a veces veo a la gente que no los tiene, y a los que les vemos desde fuera nos parece que todos los conflictos que tienen están atravesados por esa falta, pero no es así. Los que tenemos hijos pensamos que la paternidad y la maternidad es el centro del mundo, y para muchas personas puede no serlo. Es un pensamiento muy difícil de asumir. En la película me interesaba que los conflictos vinieran dados por los pactos previos a ese estado, que se tienen que resolver, y que no tienen que ver con haber sido padre o madre.

-Sin ser nunca comedias puras, ya que siempre tienen un toque melancólico, esta puede ser tu película más positiva hasta la fecha.  ¿Qué te ha llevado a ello?
Yo estoy más positivo. Me parece divertidísimo este rato que estamos aquí en el mundo. No sé si después viene algo, pero por si acaso hay que pasarlo bien ahora. Con el tiempo te das cuenta de que la melancolía no tiene ninguna función en la vida. Es un lastre que uno lleva, y que te deja en el pasado. Por mi parte trato de evitar los toques melancólicos y nostálgicos en las películas a medida que pasa el tiempo. A veces lo logro y a veces no.

-En esta película se observa una mayor experimentación con el lenguaje visual, sobre todo con el montaje, que ya se empezaba a apreciar en La suerte en tus manos (2012), y que se aleja un poco de ese estilo realista característico del resto de sus películas…
Puede ser. No es algo que me plantee a priori, simplemente ocurre. Llega un momento que haces una película, y es diferente a las otras. Con el tiempo las películas que voy firmando son reacciones a las películas anteriores y las maneras de filmar que tuve. Es la dialéctica sobre la que va avanzando hacia ningún lado una filmografía, porque una filmografía realmente no avanza hacia un punto concreto.

-¿Cómo consiguió que Irene Estévez, retirada de la actuación, participara en la película?
Como estaba retirada parecía imposible que volviera, pero soy bastante obstinado en ese aspecto, así que lo intenté. Y fue tan simple como mandarle el guion y proponerle que hiciera ese rol. Ella había tomado esa decisión de vida de dejar de trabajar como actriz, y yo no quería cambiársela, así que no le propuse que volviera a ser actriz, sino que volviera a hacer una película, que no es lo mismo. Quería que hiciera un paréntesis, y por suerte lo hizo. Los motivos por los que dejó de actuar creo que eran muy diferentes a las condiciones de la película, y se sintió cómoda con la manera de hacerla y con la historia.

-¿Y cómo fue el trabajo con Guillermo Francella, un actor de normal muy expresivo, pero que aquí está convenientemente contenido?
Guillermo Francella es un actor extraordinario y le gustó el desafío de poder hacer algo diferente. Él tiene una veta cómica realmente impresionante, llegas al rodaje, le miras a los ojos y te ríes. Pero aquí hizo un trabajo muy interesante de composición.

-¿Hacia dónde vas a encaminar tus próximos proyectos?
Voy a empezar una película en Enero que se llama El rey del Once. El Once es un barrio de Buenos Aires, y tiene que ver con cierto dilema sobre la ayuda y la bondad, sobre si es lícito decidir a quién ayudar o uno tiene que ayudar a quién debe hacerlo. Es un tema realmente actual, cómo es más fácil querer salvar a todo el mundo que querer salvar a tu propio hijo o a tu propio padre, y cómo con las personas más cercanas es mucho más difícil comprometerse que con las ajenas.


Entrevista realizada en las oficinas de Surtsey Films de Madrid,

el 25 de Agosto de 2014

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