El
niño
(España, 2014)
Dirección:
Daniel Monzón.
Intérpretes:
Jesús Castro, Luis Tosar, Jesús Carroza, Eduard Fernández, Saed
Chatiby, Bárbara Lennie, Sergi López, Mariam Bachir, Ian McShane.
Guión:
Jorge Guerricaechevarría, Daniel Monzón.
Música
original:
Roque Baños.
Fotografía:
Carles Gusi.
Montaje:
Cristina Pastor.
Idioma:
Español.
Duración:
130 minutos.
Con denominación de origen
Por
Manuel
Barrero Iglesias
Jorge
Guerricaechevarría
fue corresponsable del guión dos thrillers que marcaron época en
nuestro país. Tanto El día
de la bestia
(1995)
como La comunidad
(2000)
demostraron que se podía hacer cine de género enraizado
profundamente en nuestra cultura, y a la vez ser atractivo para el
gran público. Ambas cosecharon tantos millones como alabanzas,
situando a Álex de lglesia a la cabeza de una generación muy
prometedora.
Años
más tarde, el guionista vuelve a repetir doblete triunfador, esta
vez formando tándem junto a Daniel Monzón. Cierto es que Celda
211 (2009) es un producto más intercambiable, pudiéndose haber
rodado en cualquier lugar del mundo; pero El niño
vuelve a ser ese cine con denominación de origen. Un thriller
que solo podía hacerse en el lugar en el que se ha hecho. Y aquí
debemos reconocer el mérito del director, quien luchó por
mantener esas señas de identidad. Rodar en escenarios naturales y en
el idioma -incluso en el dialecto- original era la única opción
posible. Por mucho que a algunos productores les cueste
entenderlo.
Las
comparaciones con The Wire son inevitables.
No sólo por lo circunstancial de que la acción transcurra en un
puerto (como la segunda temporada de la serie), o porque haya tramas
paralelas (que convergen en algún momento) a ambos lados de la ley. Ni
siquiera la evidente similitud en el tema de las escuchas. Lo que
verdaderamente las emparienta es esa intención de capturar la esencia
de un lugar a través de la delincuencia. El mundo de la droga
sirve como vehículo a través de cual radiografiar un espacio y un
tiempo. Lo más apasionante de El niño es
observar ese entorno impresionante, donde confluyen dos continentes
separados por el choque de dos mares.
Ambiciosas
intenciones que elevan la calidad, aunque en ocasiones no sea capaz
de alcanzar sus objetivos. En primer lugar, porque las dos horas
se antojan cortas para la cantidad de frentes que abre el film.
Especialmente, cuando se pierde parte de ese tiempo en hacer
concesiones a su amplitud comercial, y que hacen que pierda fuerza a
medida que se acerca el desenlace. Otro elemento que se presenta
como reclamo para el público es la acción, aunque de nuevo aquí
debemos aplaudir al director y su empeño por rodar esas secuencias
de la forma más real posible. Sin dobles ni efectos digitales, con
esa fisicidad que también le sienta al cine de acción. Y no sólo
Monzón, todos sus actores se entregan a la causa con verdadera
pasión. Desde los muy consagrados como Tosar y Fernández, hasta los
muy novatos como Castro y Chatiby.
Daniel
Monzón no es Álex de la Iglesia,
cuyo cine está impregnado de su fuerte personalidad. El director
balear no tiene un estilo tan característico, pero es incluso capaz
de llegar a un público más amplio. Su cine es el ejemplo perfecto
de cómo combinar lo comercial con la calidad. El
niño
es un producto de una efectividad apabullante, y que a la vez
mantiene ciertos rasgos identitarios muy loables. Aunque se queda sin
dar el último paso, aquel que pretende la excelencia artística. En
su lugar, se buscan -y se encuentran- los euros. ¿Merece la pena
sacrificar ese plus de calidad en pos de una inyección económica
para una industria tan maltrecha como la española? Ese ya es otro
debate.
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