Por Andrea Dorantes
Kak Menya Zovut/Name Me (Nigina Sayfullaeva. Rusia, 2014)
Nuev@s Director@s
Name me trata acerca de entender el pasado para conocerse a uno
mismo, para conocer la propia identidad. Olya y Sasha viajan al lugar donde
vive el padre de aquélla, al cual no conoce. Deciden intercambiarse las
identidades para divertirse, pero ese juego acabará desencadenando sentimientos
que no tenían planeados. Ambas se encuentran en la turbia edad en la que se es
aún medio niña y se es también medio mujer, donde las pulsiones tiran de
nosotros en direcciones que no entendemos. La joven directora, Nigina
Sayfullaeva, quería ahondar en el sentimiento de quien ha crecido sin la figura
de un padre al lado -como ya se ha encargado de afirmar-, ya que ella tampoco tuvo un
padre presente en su vida. Aun así, con una trama poco original, Name me no sorprende y quizá resultaría
interesante si hubiese orientado la historia de otro modo. Recuerda demasiado a Raíz (sección Nuevos directores de la
edición pasada del festival), Puppy love
(también de la sección Nuevos directores
del año anterior), y otras tantas películas, sin innovar en el enfoque,
provocando la sensación de historia-mil-veces-contada.
Ventos de agosto (Gabriel Mascaro. Brasil, 2014)
Horizontes latinos
Vientos de agosto
trata sobre la vida rural, relajada, sencilla. En una pequeña población al lado
del mar en Brasil, el ritmo diario parece avanzar más lento. Los protagonistas,
Shirley y Jeison, son amantes y ambos trabajan en una plantación de cocos.
Rodeados de naturaleza en todo su esplendor, las actitudes de las gentes son
salvajes –no por ello bárbaras, sino puras- y se encuentran a merced de las
condiciones atmosféricas que se den. El agua conecta todo en esta comunidad,
mediante canales, el mar, las historias, los recuerdos… En la orilla aparecen
muertos, que como dice uno de los personajes, los muertos no van al cielo ni al infierno, van al mar, demostrando
que aunque dentro de una cultura cristiana, la cultura que más les afecta es la
natural, la autóctona, la llamada de la tierra. La Naturaleza deja ver toda su
fuerza, feroz e insaciable, la Naturaleza con mayúsculas que igual que te da
frutos, te quita la vida, en un constante círculo imparable. En algunas
secuencias, la película puede recordar a Costa
da morte, largometraje de Lois Patiño, que trata en gran parte sobre el
mismo tema e indaga en los mismos conceptos. En Vientos
de agosto asistimos al estado más primario del ser humano, no hablando de
ello despectivamente sino de una forma esencial, como a lo que se debería
reducir la vida. Aun así, vivir en el campo no implica no tener aspiraciones,
Shirley sueña con ser tatuadora, aunque la vida sencilla le basta. Ha escogido
ese modo de existencia. Aun no siendo una película tan destacable, especialmente
en esta edición del festival, es única en su especie y proporciona
un paréntesis agradable y particular.
Ciencias Naturales (Matías Lucchesi. Argentina-Francia, 2014)
Horizontes latinos
Esta pequeña película trata acerca de un tema que parece ser
muy recurrente últimamente. De nuevo, narra la historia de una niña, Lila, que
vive en Córdoba, Argentina, y nunca conoció a su padre. Después de intentar
escaparse varias veces del colegio para buscarlo, una maestra se compadece del
deseo de la niña y decide acompañarla en su búsqueda en una suerte de road movie. De nuevo, parecida esta
película a Raíz, que trata del mismo
caso, Ciencias Naturales no aporta
exactamente nada nuevo al panorama de las películas con trama parecida, pero se
trata de un relato absorbente y agradable, sincero y sencillo que se limita a
contar lo que quiere contar, sin más rodeos, al contrario que algunas películas
de la misma temática, como Name me,
por ejemplo. A ello lo acompaña el impresionante entorno de esta región de la
Argentina, que envuelve a los personajes en un paraje hostil que provoca que,
contrariamente, aflore la calidez entre los personajes.
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