Sacro GRA (Italia - Francia, 2013).
Dirección: Gianfranco
Rossi.
Intérpretes: Cesare,
Paolo, Amelia, Roberto, Francesco, Filippo, Xsenia, Gaenato.
Guión: Gianfranco Rossi, sobre en
una idea original de Nicolo Bassetti.
Fotografía: Gianfranco
Rossi.
Montaje: Jacopo
Quadri.
Idioma: Italiano.
Duración: 93
minutos.
No todos conducen a
Roma
Los personajes del GRA (Grande Raccordo Anulare), la
circunvalación que rodea Roma, son como asteroides gravitando alrededor de la
ciudad. Parece que su órbita no tolerara que se alejen ni se adentren en ella.
Gente de extrarradio rodeada por la pista de asfalto que engulle y vomita automóviles.
Como si este flujo mecanizado no fuera con ellos, realizan sus quehaceres ignorando
el ruido incesante de motores, que para ellos no son más que música de fondo,
como coches de scalextric. Baudelaire decía que lo más interesante ocurre tras
las ventanas, donde los seres humanos se descalzan de sus vidas para ser ellos
mismos en sus casas. A fin de cuentas
incluso una autopista puede llamarse hogar. Es cuestión de adaptación y de
supervivencia.
Por este entorno de núcleos urbanos carentes de
planificación, espolvoreados alrededor de la circunvalación sin orden ni
concierto, Gianfranco Rossi encuentra a: uno de los últimos pescadores de
anguila en el Tíber, un conductor de ambulancia, un botánico preocupado por la
salud de las palmeras, un príncipe excéntrico, prostitutas, un filósofo
aristócrata preocupado por su hija, un actor venido a menos… entre otros
ingredientes que salpican el GRA. Una
suerte de anillo en el que suenan las mismas canciones que nadie quiere bailar
en ninguna ciudad. Canciones de segunda fila que seguirán sonando en un
medio incierto. Un área de paso hacia la ciudad eterna.
El cine documental apresa la realidad cotidiana. El suceso
puede ocurrir al lado de tu casa. El momentum
está en cualquier parte. Esa mirada y ese tiempo que normalmente no prestamos
por nuestras voraces rutinas es la resistencia a romper para entrar en la idea.
Historias cuya belleza radica precisamente
en la permanencia latente. En su condición de cercanía y superficialidad.
No se ocultan como la ficción, juego reglado bajo un paradigma estricto para
ser coherente y eficaz. El documental late. Solo hace falta asomarse a la
pantalla y comprobar su pulso.
El GRA no se mueve para permanecer en el mismo sitio. Es la
ilusión del movimiento sobre él la que nos convence del progreso. El estado de
los personajes no se altera en ningún momento. Nuestra falsa utopía consiste en
dar vueltas hasta llegar al punto de partida. Así más decadente cada día. Quizá ser conscientes de nuestra
marginalidad nos haga más permeables al circuito. No todos los caminos
conducen a Roma. La mayoría simplemente la rodean.
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