Lucy (Francia, 2014)
Dirección
y guión: Luc Besson.
Intérpretes: Scarlett Johansson, Morgan Freeman, Choi Min-sik, Amr Waked, Yvonne Gradelet, Jan Oliver Schroeder, Julian Rhind-Tutt, Pilou Asbæk, Analeigh Tipton, Nicolas Phongpheth, Luca Angeletti, Loïc Brabant, Pierre Grammont, Pierre Poirot, Bertrand Quoniam, Pascal Loison, Pierre Gérard, Isabelle Cagnat, Frédéric Chau.
Música original: Eric Serra.
Fotografía:
Thierry Arbogast.
Montaje:
Julien Rey.
Idioma: Inglés.
Duración:
89 minutos.
Lucy in the
sky with CPH4
Por Miguel Montañés
Por
si hay algún despistado en la sala, vamos a dejar claro algo desde el
principio: Lucy es una película de
acción, no de ciencia ficción. Las etiquetas por regla general lo único que
hacen es limitar algo dentro de unos estándares que no suelen cumplirse, y así
debe ser. Lo de que no se cumplan. No hay nada menos emocionante que un guión
encorsetado. Pero en este caso conviene explicar que aunque el punto de partida
se sustenta sobre una teoría pseudocientífica, abundan los malos muy malos —¿quién mejor para hacer de villano que el
inolvidable Choi Min-sik de Old Boy (2003)—, las heroínas macizas, los cargadores vaciándose en
montaje picado y hasta esas persecuciones automovilísticas por París que tanto
temen los propietarios de puestos de frutas. ¿Ciencia acción? Lo que sea.
Lucy (Scarlett Johansson) es una despreocupada estudiante
americana en Taiwán que después de una noche de fiesta se ve metida en un lío
de narices. Uno de esos líos en los que muere gente a tu alrededor y te
despiertas con una cicatriz a la altura del abdomen. Los mafiosos orientales de
turno la tranquilizan explicándole que no le han sustraído ningún órgano, lo
único que han hecho es alojarle una bolsita con una droga experimental que
tiene que introducir en su país de origen. Si no lo hiciera, bueno, aparte de
que no habría película, las consecuencias serían terribles y todo eso. ¿Y qué
ocurriría si la bolsita se rompiera accidentalmente? A eso vamos. El CPH4, un
compuesto sintetizado a partir de cierta sustancia que las embarazadas
suministran a sus fetos en el proceso de gestación (basado en hechos reales), pasa
al torrente sanguíneo de Lucy convirtiéndola en cuestión de horas en la überfrau definitiva.
Es de agradecer que Luc Besson dote de un mínimo trasfondo a
la historia sin adentrarse en terrenos más profundos que, definitivamente, no
son lo suyo. De haberse puesto estupendo estaríamos ante un ridículo
monumental, pero no; Lucy entretiene y, dentro de su mediocridad, funciona. A
Morgan Freeman, obviamente, no se le puede reprochar nada que no viniera en su
papel.
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