"Dar un exceso de información mata el misterio"
Nacido
en Ourense (1951), Xavier Bermúdez se inició como ayudante de
dirección y guionista. Su primer cortometraje, La hija del
anarquista data de 1980. El debut en el largometraje tuvo que
esperar hasta 1992 con Luz negra. Es cofundador de la
productora Xamalú Filmes, dentro de la cual realiza el resto de sus
películas. Su segunda película fue Nena (1997), en la
que nos descubrió a Nerea Barros. En 2004 realiza su film más
destacado hasta la fecha, León y Olvido, con el que
consiguió el premio al mejor director en Karlovy Vary. Tras Rafael
(2008), ahora estrena su quinto largometraje: El oro del
tiempo. Inspirada en la historia de un hombre que tuvo varios
años criogenizada a su esposa, y protagonizada por Ernesto Chao y
Nerea Barros.
Por Manuel Barrero Iglesias
-Me
llamó la atención que la película empiece diciendo que está
inspirada en hechos reales, ¿nos podría relatar un poco esos
hechos?
A
través de la prensa me enteré de un médico francés estaba en
pelitos con la justicia de su país porque tenía criogenizado el
cadáver de su mujer. Me llamó mucho la atención, y al cabo de unos
años me dio por ponerme a escribir, a imaginar cómo sería la vida
de este hombre. Una vez que tuve la primera o segunda versión del
guión terminada, busqué cosas de este hombre con ayuda de una
documentalista. Encontramos mucho material, y me alegró mucho ver
que alguna cosa que me había inventado también le pasaba a él.
Como que había grabado a su mujer y veía esas películas, o la
relación con las flores. Vi fotos del artefacto y lo copiamos para
la película.
-¿Hubo
alguna otra cosa que tomara para la película?
No,
de la vida de él no. Yo me desentendí de los problemas judiciales
que tenía. Hubiera sido una película muy distinta y no era lo que
me apetecía. Al final supe que este hombre había muerto luchando, y
que su hijo también lo criogenizó a él. Después el juez obligó a
desconectarlos. Desde entonces en Francia está prohibido. En Europa
solamente es legal en Inglaterra. También lo es en Estados Unidos.
Con ellos me puse en contacto para usar imágenes que se ven en la
película. Y en España también nos ayudó la asociación, que
contestó algunas preguntas para que la cosa tuviera visos de
verosimilitud.
-¿Qué
es lo que más le interesaba de esta historia?
Yo
veía a este hombre como un resistente en el tiempo. Su insistencia y
testarudez. Pensar que tenía que ser un amor muy obsesivo e intenso
para que durara tanto tiempo. Y al mismo tiempo el contraste con lo
que tenía que ser la vida cotidiana. Y finalmente la aparición de
otra mujer que en una mirada poética es como una resurrección. No
puede resucitar a su mujer, pero aparece ante él otra mujer también
con mucho encanto. Y le pone en la misma tesitura que si hubiera
logrado revivir a su mujer. Él es ya un anciano y su mujer hubiera
revivido con la misma edad de la joven que le acompaña. Eso también
plantea una situación dramática.
-¿Desde
el principio tenía claro que quería rodar en un entorno rural?
Para
llevar de una manera clandestina una cosa ilegal como tener un
cadáver en casa, era más lógico que fuera en el campo. Tienes que
dar menos explicaciones. En los pueblos puede haber rumores, pero
como hay tantas leyendas rurales, la cosa pasa. En una ciudad sería
más difícil de entender. Por otro lado me daba una gran
tranquilidad a la hora de rodar, de tener todo en el mismo sitio y no
tener el ruido de las ciudades. Era muy cómodo, fue un rodaje muy
grato.
-¿Y
le apetecía rodar en el campo?
Sí,
ya lo había hecho, pero volví con mucho gusto. El campo gallego es
muy agradecido, es muy difícil hacer un plano feo. Pero no se estuvo
buscando hacer postales, lo que sale bonito es porque es inevitable.
-El
personaje de Corona es muy misterioso, no sabemos prácticamente nada
de ella, ¿le dio alguna indicación a la actriz sobre su pasado?
No,
eso ya es cosa de ella. Al contrario, yo lucho para que no se hagan
una idea de cómo es el personaje. Quiero que se vaya haciendo en las
escenas. Es el espectador el que tiene que hacer su reconstrucción,
y dar un exceso de información mata el misterio. Todo sabemos cómo
nos puede atraer una desconocida por ser desconocida, no solo por
guapa.
-¿Se
hicieron muchos ensayos previos al rodaje?
No
hice ensayos previos, precisamente por eso. El rodaje no es un
trámite, es un sitio donde tienen que pasar cosas. Intento desnudar
a los actores del mayor número posible de artificios e ideas con los
que inevitablemente llegan. Y sacando la vitalidad y la fuerza que
ellos tienen. Entonces la película crea o no su sentido con eso que
ellos aportan y que nunca puede estar en el guión. La manera en que
miran, el tono en que hablan y se mueven. Esa es la parte rica del
rodaje.
-¿Sus
guiones tienen entonces alguna parte abierta?
No,
soy bastante estricto. Lo que ocurre es que tú en un guión dices:
“y él mira seriamente”, y lo que hay es que conquistar esa
mirada en el rodaje. El guión no se trata de hacer literatura
explicando una mirada. Pero esa mirada depende del actor que elijas,
de cómo sea, de lo que consigas liberar.
-Me
gustaría saber cómo fue el trabajo en León y Olvido, una
película que me parece muy arriesgada y que tiene cosas muy buenas.
Me
planteé lo mismo, y le di el mismo trato a los muchachos y muchachas
con Síndrome de down que al resto de actores. Esto es una lección
que daba Howard Hawks: “Si tú ves que una mujer se mueve con
encanto, entonces la haces hablar andando. Si ves que no, la
sientas”. A partir de ahí, te vas fijando en determinados
detalles. Ves que uno gana más en el lado alegre o en el triste,
moviéndose o quieto. Vas buscando las distintas cosas e intentas
incorporarlas en el rodaje. Con los de síndrome de down lo que les
distingue es que son muy amorosos y te sientes vacío cuando te
separas de ellos. Fue una experiencia muy conmovedora. Marta Larralde
sigue viéndose con Guillén. Y yo con los que son de Coruña he
seguido viéndolos o me los encuentro y me dicen que cuándo vamos a
hacer otra película.
Es
una actriz y una persona maravillosa. Ha sido muy fácil,, además
después de una experiencia tan intensa como la de León y Olvido.
Era un papel muy difícil, con un partenaire con síndrome de down, y
ella ayudó a sacar muchísimo de él. Sin paternalismo, y lo hizo
extraordinariamente bien. Y aquí, pues ya nos conocíamos y entendía
perfectamente lo que quería de ella. Luego, jugar a cosas. No
decirle todo lo que va a pasar y ella reaccionando sobre la marcha, y
lo hace espléndidamente. Como la escena del río la grabamos sin
sonido y yo llevaba la cámara haciendo como si fuera el marido, le
decía cosas y ella miraba a cámara. Y hacíamos bromas, sin tener
nada preparado.
-Veo
que le da mucha importancia a la búsqueda de la naturalidad, ¿cuáles
son sus directores referenciales en este aspecto?
Podría
nombrar muchísimos. Mi pasión por Buñuel es la más grande. Pero
de directores actuales, por ejemplo, Víctor Erice.
-Le
quería preguntar por él, porque he visto que aparece en los
agradecimientos.
Él
leyó el guión y vio el premontaje. Y comentamos. Entonces me sirve
de mucho hablar con él. Para mí los actores en sus películas están
inmejorables. Sí que es un referente en la dirección de actores.
-¿Ha
costado mucho poner en pie el proyecto con esto de la crisis?
Sí.
Lo que pasa es a nosotros siempre nos ha costado. En la crisis nos
movemos con más soltura que otros, porque siempre trabajamos los
proyectos con mucha antelación. Acabas el rodaje y el montaje
agotado, pero es un sistema que nos ha permitido bandear mejor la
situación. Pero lo deseable es que la crisis desaparezca
inmediatamente.
-¿Algún
proyecto en perspectiva?
En
el próximo proyecto soy productor y coguionista. Es Migas de pan,
de mi mujer y socia, Manane Rodríguez. Va muy bien, tenemos ya
distribución internacional. Lo cual a nivel de guión no creo que
sea muy habitual en el cine español. Se rodará en Galicia y
Uruguay. Muy animados con ello, esperamos poder rodarlo el próximo
año.
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