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Her
(USA, 2013).
Dirección
y guión:
Spike Jonze.
Intérpretes:
Joaquin Phoenix, Scarlett Johansson (voz), Amy Adams, Rooney Mara,
Olivia Wilde, Chris Pratt.
Música
original:
Arcade Fire.
Fotografía:
Hoyte Van Hoytema.
Montaje:
Jeff Buchanan, Eric Zumbrunnen.
Idioma:
Inglés.
Duración:
126 minutos.
Emoción Artificial
Por Manuel Barrero Iglesias
Máquinas
con sentimientos. Para hablar de la deshumanización del mundo, la
ciencia-ficción ha recurrido en múltiples ocasiones a la paradoja
que supone el desarrollo emocional de artefactos frente a personas
cada vez más robotizadas. Dos obras de la importancia de
Inteligencia Artificial
(Steven
Spielberg, 2001) o Wall-E
(Andrew
Stanton, 2008) representan esa tendencia de un futuro distópico
hasta el horror. Bien sea un mundo caótico y siniestro, ya sea un
mundo lobotomizado. O ambos. Y en medio del desastre, un pequeño
robot capaz de sentir más que cualquier humano de su alrededor.
Jonze
no recurre a la distopía extrema en Her, que se
presenta como una evolución bastante lógica de la actual humanidad.
No estamos ante un mundo incomunicado, dominado por la soledad
desesperada. O quizás sí. En todo caso, no menos de lo que siempre
ha ocurrido. A veces parece que la soledad es un invento del siglo
XXI, cuando es algo que siempre ha existido. Y seguirá existiendo
hasta el fin de los días. Uno se puede enfrentar a ella como hacía
Nicolas Cage en Leaving Las Vegas, matándose a beber. Pero
hay mil formas más. No es la tecnología la que aísla al ser
humano, es éste el que se aísla a sí mismo.
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¿Es
triste mantener una relación sentimental con un sistema operativo en
lugar de una mujer real? La ex pareja del protagonista es la voz de
esa parte de la sociedad que mira con recelo. Pero entonces debemos
preguntarnos hasta qué puntos son “reales” muchas relaciones
entre dos personas, esas dominadas por el autoengaño. Hay un momento
en el que Theodore tiene una cita a ciegas con una mujer, y sacar una
relación de ahí hubiera sido forzar las cosas. Esos sentimientos
jamás hubieran sido más auténticos de lo que son los que acaba
teniendo por Samantha. Entonces surge la reflexión sobre una
sociedad a la que cada vez le cuesta más relacionarse con sus
semejantes. Un tema tratado en dos películas tan parecidas como
Lars y una chica de verdad
(Craig Gillespie, 2007) y Air
Doll
(Hirokazu
Kore-eda, 2009), en las que una muñeca hinchable toma el papel de
novia ante los problemas para encontrar pareja. Una forma de eludir
las dificultades de relacionarse con humanos también presente en
Ruby Sparks
(Jonathan
Dayton, Valerie Faris, 2012), film que hace posible el sueño de dar
vida a la mujer ideal. Samantha hace feliz a
Theodore porque está muy cerca de la perfección. ¿Seremos capaces
de negarle al protagonista esos momentos de felicidad? ¿Sería mejor
que iniciara una relación con una persona, aunque no le fuera a
proporcionar tanta satisfacción?
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