Dawn of the Planet of the Apes (USA, 2014)
Dirección:
Matt Reeves.
Intérpretes: Andy Serkis, Jason Clarke, Gary Oldman, Keri Russell, Toby Kebbell, Kodi Smit-McPhee, Enrique Murciano, Kirk Acevedo, Judy Greer.
Guión:
Rick Jaffa, Amanda Silver, Mark Bomback; sobre la novela de Pierre Boulle.
Música original:
Michael Giacchino.
Fotografía:
Michael Seresin.
Montaje: William Hoy, Stan Salfas.
Duración:
130 min.
Al César lo que es del César
Por Miguel Montañés
No
lo tenían nada fácil Matt Reeves y los suyos (especialmente el matrimonio de
guionistas formado por Rick Jaffa y Amanda Silver, que también estuvieron
detrás del guión de El Origen del Planeta
de los Simios (2011)) para superar una primera parte de la que en principio
nadie esperaba gran cosa y que consiguió hacerse un hueco en el corazoncito de
público y crítica, irreconciliables casi siempre. De igual manera que
realizaron un gran trabajo recuperando una saga intocable para muchos cuando
otros ya lo habían intentando con resultados tirando a desastrosos (hola, Tim
Burton), los Jaffa, Silver, Bomback y Reeves han salido reforzados de ese
delicado trance que en música supone componer un segundo disco y que en cine
funciona más o menos igual.
Diez
años después de los acontecimientos que transcurren en la primera entrega, toda
la humanidad ha sido aniquilada por un virus inoculado a los simios que ha
terminado volviéndose contra sus creadores. ¿Toda? No. Un grupo de personas resiste
todavía y siempre al cuadrumano. Mientras, en los bosques cercanos a San
Francisco, Cesar (Andy Serkis), el espabiladísimo chimpancé que ya conocemos,
gobierna una incipiente civilización de primates con sus fieles Rocket, Koba y
Maurice. Tiempo ha tenido también de formar una familia con Cornelia, otro de
los personajes rescatados de la película anterior. Cesar y Malcolm (Jason
Clarke), el abanderado de los supervivientes humanos, tienen que alcanzar una
entente si quieren que ambos mundos subsistan. Por desgracia para ellos y por
suerte para el espectador, la cosa es de todo menos sencilla.
Establecido
el detonante, El Amanecer del Planeta de
los Simios avanza a buen ritmo en un equilibrio sabiamente compensado entre
el puro cine de entretenimiento y profundidades propias del género menos
comercial, proponiendo reflexiones interesantes sobre la falta de comunicación,
el sentimiento de pertenecer a un grupo o la supervivencia de la especie. Sea
la que sea. Hombres y antropoides, claro, no somos tan diferentes después de
todo. Al final, la puerta queda abierta a una continuación que promete ser como
mínimo igual de atractiva que los dos primeros capítulos de la nueva franquicia.
Todo parece indicar que así será. Y entonces sabremos qué fue lo que sucedió
justo antes de El Planeta de los Simios
original, la de 1968. Ojalá todos los blockbusters
fueran así.
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