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Por Manuel Barrero Iglesias
Fractured (Adam Gierasch. Estados Unidos, 2013)
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Hay cierto tono de denuncia que se mezcla con elementos paranormales, resultando un pastiche desconcertante. Ambiciones desmedidas para un film con medios y maneras de serie B. Demasiado desequilibrio, y es que cuando las pretensiones son grandes es muy fácil caer en el esperpento. Son muy loables las aspiraciones artísticas atrevidas, pero tampoco está de más ser consciente de las propias limitaciones.
Savaged (Michael S. Ojeda. Estados Unidos, 2013)
Todo lo contrario ocurre con Savaged, que se regodea en su carácter festivo y sangriento. Aunque también tenemos mensaje de denuncia, como no. En esta ocasión, el trato recibido por los indígenas norteamericanos. La América profunda (y blanca) vuelve a salir malparada (una vez más) en este retrato de comunidad cerrada en la que es mejor pasar de largo. La mala suerte hace que la protagonista se tope con este grupo de tétricos paletos, quienes corrompen la pureza de ella. Ojeda nos habla de que la podredumbre humana consigue derrotar a la bondad, casi siempre desprotegida. Así, la única forma de combatir la violencia es más violencia.
El director disfruta con la venganza, la cual se articula a través del disparate en el que el espíritu de un indio posee a la moribunda sorda destrozada por los villanos. Se convierte así en una especie de máquina-zombie de matar. El film juega su baza en el contraste de la fragilidad de su protagonista con la violencia despiadada que ejerce contra sus enemigos. A su vez, el gore choca con lo cursi que se presenta una historia de amor con demasiado protagonismo.
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