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miércoles, 4 de junio de 2014

Nocturna 2014: De entre los muertos

Una de las funciones que puede cumplir la ficción es la de liberación catártica, dando la opción de llevar a cabo fantasías macabras irrealizables en la realidad. No son pocas las obras que dan rienda suelta a historias de venganzas en las el mal es ajusticiado. Un terreno siempre peligroso en lo moral, ya que se defiende abiertamente el ojo por ojo. Los villanos no tienen ninguna dimensión, convirtiéndose en encarnaciones puras del mal. El espectador desea y disfruta sus muertes sin ningún remordimiento. ¿Dónde está el límite entre diversión sin complejos e ideología peligrosa? Una delgada línea no siempre fácil de identificar. En los dos trabajos que comentamos, la venganza es ejecutada por personas que vuelven del mundo de los muertos. Al sacar el relato de lo "real", ambos directores se decantan claramente por la fantasía.



Por Manuel Barrero Iglesias

Fractured (Adam Gierasch. Estados Unidos, 2013)

Aunque Fractured es una película que se pone muy seria. Demasiado. Hay obras en las que el peso de la trascendencia es imposible de soportar por una estructura demasiado endeble. El film empieza inquietante, con un protagonista amnésico atormentado por terribles pesadillas. Es entonces cuando le acompañamos en un inquietante viaje para descubrir su pasado. El halo misterioso que nos había subyugado hasta el momento, se diluye para dar paso a un thriller muy poco sutil. Con el tema de la trata de blancas de fondo, el personaje de Vinnie Jones alcanza niveles extremos de caricatura. 

Hay cierto tono de denuncia que se mezcla con elementos paranormales, resultando un pastiche desconcertante. Ambiciones desmedidas para un film con medios y maneras de serie B. Demasiado desequilibrio, y es que cuando las pretensiones son grandes es muy fácil caer en el esperpento. Son muy loables las aspiraciones artísticas atrevidas, pero tampoco está de más ser consciente de las propias limitaciones.


Savaged (Michael S. Ojeda. Estados Unidos, 2013)


Todo lo contrario ocurre con Savaged, que se regodea en su carácter festivo y sangriento. Aunque también tenemos mensaje de denuncia, como no. En esta ocasión, el trato recibido por los indígenas norteamericanos. La América profunda (y blanca) vuelve a salir malparada (una vez más) en este retrato de comunidad cerrada en la que es mejor pasar de largo. La mala suerte hace que la protagonista se tope con este grupo de tétricos paletos, quienes corrompen la pureza de ella. Ojeda nos habla de que la podredumbre humana consigue derrotar a la bondad, casi siempre desprotegida. Así, la única forma de combatir la violencia es más violencia. 

El director disfruta con la venganza, la cual se articula a través del disparate en el que el espíritu de un indio posee a la moribunda sorda destrozada por los villanos. Se convierte así en una especie de máquina-zombie de matar. El film juega su baza en el contraste de la fragilidad de su protagonista con la violencia despiadada que ejerce contra sus enemigos. A su vez, el gore choca con lo cursi que se presenta una historia de amor con demasiado protagonismo. 

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