"No hay película que no tenga una propuesta política"
Francisco Avizanda (Isaba, 1955) estrenó su primer largometraje cuando ya tenía más de cincuenta años. Pero el director navarro ya llevaba muchos años en el audiovisual, haciendo cortometrajes o documentales para televisión. Con Hoy no se fía, mañana sí (2008) se adentraba en la ficción para contar una historia que transcurría en la dictadura española. También de fuerte contenido político es Sapos y culebras, una película que habla sobre la actual crisis económica.
Destacamos esta semana el estreno de la coreana New World, película que pudimos ver en las pasadas ediciones de San Sebastián y Sitges. Thriller policial dirigido por Park Hoon-jung en la mejor tradición del actual policíaco coreano. Un policía infiltrado en la mayor banda criminal del país se enfrentará a difíciles decisiones.
En cuanto a los estrenos nacionales, Francisco Avizanda estrena Sapos y culebras. La que es su segunda película habla sobre la crisis a través de la historia de una joven (Ariadna Cabrol) cuyo mundo se viene abajo tras la ruina de su padre. La otra novedad española es Perdona si te llamo amor, adaptación de la famosa novela de Federico Moccia.
La francesa Agnès Jaoui nos trae Un cuento francés, el que es su cuarto largometraje. Protagonizada por ella misma junto al habitual Jean-Pierre Bacri, ambos firman el guión. Producción gala es también La jaula dorada, dirigida por el portugués Ruben Alves. Cuenta la historia de dos inmigrantes portugueses que llevan treinta años en París, y a los que les surge la opción de volver a su tierra. Personaje básico dentro de la moda francesa es Carine Roitfeld, directora de Vogue durante diez años. Mademoiselle C cuenta la aventura que emprendió tras abandonar la famosa publicación. Otros tres estrenos estadounidenses llegan esta semana. Wally Pfister -habitual director de fotografía de las películas de Christopher Nolan- debuta en la dirección con Trascendence, ciencia-ficción con Johnny Depp como científico en busca de una inteligencia artificial perfecta. También dentro del género tenemos Yo, Frankenstein, aunque ésta más centrada en la acción y el fantástico. Randal Wallace es el director de El cielo es real, en la que un niño de cuatro años afirma haber conocido a Jesús.
Acabamos con la británica Amanece en Edimburgo, un encantador musical que usa las canciones del grupo The Proclaimers.
Tras perder el liderato a manos de X-Men: Días del futuro pasado, Maléfica recupera el trono en la taquilla española. Estas dos películas ocupan las primeras plazas, con cifras por debajo del millón. Solo otras dos películas en toda la cartelera superan los mil euros de media. Son los estrenos que ocupan la tercera y cuarta posición: No hay dos sin tres y Las dos caras de enero. Otras dos novedades en el Top Ten, son Tarzan y Violette.
Intérpretes: Aaron Eckhart, Yvonne Strahovski, Bill Nighy, Miranda Otto, Socratis Otto, Jai Courtney, Kevin Grevioux.
Guión: Stuart Beattie, sobre la novela gráfica de Kevin Grevioux.
Música original: Johnny Klimek, Reinhold Heil.
Fotografía: Ross Emery.
Montaje: Marcus D'Arcy.
Idioma: Inglés.
Duración: 93 minutos.
¿Tú también, Frankenstein?
Por Miguel Montañés
Cuando uno va a un parque temático por primera vez y se acerca a la atracción estrella (que generalmente es la más bestia) suele suceder algo curioso. El neófito da alguna que otra vuelta alrededor, sopesa los efectos que puede producir semejante cacharro y, finalmente, armándose de valor, se sube. El recorrido empieza con el pánico natural, pero conforme la cosa avanza y se llega al final, todo termina con esa sensación de: “bueno, no era para tanto”. Cuando uno ve el adelanto de Yo, Frankenstein opera de una forma parecida ante la película que se le viene encima. Dentro ya de la sala, el comienzo, naturalmente, no promete. Y al abandonar la butaca no queda otra que asombrarse. “Vaya. Es admirable lo que ha conseguido esta gente. Parecía que no podía ser tan mala como anunciaba el trailer y resulta que es todavía peor.”
La trama es más o menos la siguiente: el monstruo de Frankenstein —rebautizado aquí como Adam— se ve metido en medio de la enésima guerra entre las fuerzas del bien y las del mal. Varias legiones de demonios comandados por el Príncipe Naberius de una parte, una hueste de ángeles transmutados en gárgolas por la otra. Naberius necesita hacerse con Adam (o todavía mejor, con el diario de su creador, en el que están anotadas las instrucciones para dar vida a un hombre formado por piezas de otros) con el propósito de engendrar un ejército de individuos sin alma a los que poder poseer y, por tanto, servir de vehículo a cuantos más espíritus malignos mejor. Leonor, emperatriz angélica, tendrá que impedírselo con ayuda de los suyos.
Basada en la novela gráfica de Kevin Grevioux, Yo, Frankenstein supone un intento absolutamente fallido por recuperar a uno de los monstruos más míticos de la historia del cine. Si vampiros, momias, hombres lobo y otros insignes delegados del género han sufrido su escarnio recientemente, ahora le toca el turno al Prometeo imaginado por Mary Shelley, que, suponemos, estará revolviéndose en su tumba a base de bien. El despropósito recuerda tanto a aquel otro bodriete memorable que fue Van Helsing(2004), que cualquier añadido disparatado que hubiese querido incorporar Stuart Beattie, director y guionista, habría tenido cabida. Illuminati, por ejemplo. Qué demonios. Illuminati zombis. Eso podría haber salvado la película. ¿Por qué no? Empeorarla no la iba a empeorar.
Nacida en Matadepera (Barcelona) en 1982, los primeros años de su carrera transcurrieron entre pequeños papeles para cine y televisión, apareciendo brevemente en películas como El perfume (2006), Pactar con el gato (2007) o La habitación de Fermat (2007). Aparte de alguna que otra TV-Movie, su primer papel relevante lo tuvo en la serie Un golpe de suerte (2009). Mismo año en el que participa en la coproducción de terror Zone of the Dead, o protagoniza el drama lésbico Eloïse. En 2011 emprende una exótica aventura, rodando Sólo se vive una vez, film de Bollywood que consiguió un gran éxito en la India. Desde entonces, destacan sus participaciones en dos filmes de género como Insensibles (2012) y Panzer Chocolate (2013). Ahora llega como protagonista de Sapos y culebras, una película que nos habla de la crisis a través de su personaje; una niña de papá que lo ha perdido todo.
Jim Jarmusch realiza su particular revisión del cine vampírico con Sólo los amantes sobreviven, Premio Especial del Jurado en el pasado Festival de Sitges. Tom Hiddleston y Tilda Swinton son vampiros cultos que mantienen una relación desde hace siglos. La aparición de la hermana de ella (Mia Wasikowska) romperá el delicado equilibrio en el que viven los protagonistas.
El otro estreno estadounidense de la semana es la comedia romántica No hay dos sin tres, en el que tres mujeres despechadas (Cameron Diaz, Leslie Mann y Kate Upton) se unen para vengarse del hombre que las está engañando.
Desde Grecia recibimos el estreno de Metéora, película narrada a través de la relación entre un joven monje ortodoxo griego y una monja ortodoxa rusa. Rodada en una región considerada Patrimonio de la Humanidad, la película nos muestra los monasterios construidos en siglo XIV.
Martin Provost (Seraphine) dirige otro drama biográfico con nombre de mujer. Violette cuenta la historia de la hija bastarda de un noble que conoce a Simone de Beauvoir, surgiendo entre ambas una intensa relación.
Hossein Amini (guionista de Drive) debuta en la dirección con Las dos caras de enero, adaptación que él mismo hace de la novela de Patricia Highsmith. Una pareja formada por Viggo Mortensen y Kirsten Dunst viajan hasta Grecia don conocerán a un joven (OScar Isaac) que trabaja como guía turístico, mientras tima a turistas ricas.
Acabamos con Tarzán, producción alemana de animación, que vuelve sobre uno de los grandes mitos de la literatura mundial.
En un certamen que homenajeaba al precursor del slasher tal y como lo conocemos -Tobe Hooper y su fundacional La matanza de Texas-, no podía faltar una muestra de algunos de los trabajos más recientes del subgénero. Los dos de los que hablamos ahora coinciden en ser secuelas. Ambos comparten además la ausencia de elementos paranormales, poniéndonos ante homicidas de carne y hueso. De uno sabemos que odia a los turistas extranjeros; y del otro, que tuvo un terrible trauma en su infancia. Lo que está claro es que ambos viven su vida quitando la de otros, que de eso se trata en el slasher. Otro género en el que es difícil innovar, aunque uno siempre se puede encontrar con pequeñas sorpresas muy agradables.
Por Manuel Barrero Iglesias
Wolf Creek 2 (Greg McLean. Australia, 2013) En 2005 apareció Wolf Creek para demostrar que no solo Estados Unidos tiene esa oscura trastienda que conocemos como la "América profunda". Los interiores de Australia también esconden mentes perturbadas que pululan por la vastedad de su territorio. Aquel film jugaba a la perfección con la inmensidad de las carreteras australianas, un terreno ideal para hacer desaparecer a jóvenes desprevenidos. Ocho años después llega una secuela que vuelve a explotar -aún más- la geografía del país. Y es que estamos ante un slasher itinerante, una especie de road movie en la que los objetivos del asesino van cambiando a medida que transcurre la acción. Las ramificaciones de la película provocan que el protagonista final no tenga nada que ver con los que empezaron como tales. Es tan importante la presencia de la carretera que se nota por momentos la presencia de Spielberg y su El diablo sobre ruedas (1971). Cuando en el tramo final la película al fin se establece en un lugar fijo, McLean nos hace disfrutar con un antológico duelo dialéctico -cargado de humor negro- entre los dos protagonistas. Ambos compartieron en Nocturna el premio a la Mejor Interpretación, a los que hay que añadir los de Dirección y Guión. Galardones merecidos para una secuela muy digna.
Pin Up Dolls On Ice (Geoff Klein, Melissa Mira. Canadá, 2013) Bikini Girls On Ice(Geoff Klein, 2009) es exactamente lo que su título promete. Chicas en bikini y un psicópata que entierra a sus víctimas en hielo. No hay más. Bueno sí, está ese aire auténtico de serie B. Cine lúdico, sin dinero, pero sin ningún tipo de complejo. Ese espíritu de cine ochentero, de película para disfrutar con los amigos, entre risas y cervezas. Contaba Melissa Mira (la presentación que hicieron de la película fue uno de los grandes momentos de Nocturna) que a aquella película el público le pedía "más sangre y más tetas". Y que hay estaba ella -que se une a Klein como codirectora en esta secuela- para asegurarse de que así fuera en esta segunda parte. Y eso es Pin Up Dolls On Ice, el mismo concepto que su predecesora, pero enseñando más carne y haciendo más explícitos los asesinatos. El film empieza muy fuerte, y la primera muerte es un absoluto deleite, con una pobre chica corriendo desnuda antes de ser asesinada. Esta secuela acaba siendo mucho más consciente de sí misma, ofreciendo muchas más risas. Chicas ligeras de ropa que huyen a cuatro patas o personajes masculinos de estupidez surrealista, son algunos de los intencionados toques humorísticos del film. Respecto a la anterior quizás pierda algo de inocencia, pero gana mucho en carnaza. El público disfrutará de la carne (tanto en el sentido sexual, como en el terrorífico). Con merecimiento, la película se alzó con el premio Madness en Nocturna. Y es que el film de Klein & Mira simboliza el puro placer cine por diversión, sin más preocupación que la de pasarlo bien y hacer disfrutar a su público. Cuando el argumento es solo una excusa para acercarnos a los dos temas que más nos llaman la atención como voyeurs: el sexo y la violencia. Eso sí, para la tercera entrega...¡queremos más tetas y más sangre!
Cifras discretas en el fin de semana premundialista, con solo siete películas por encima de los cien mil euros. X-Men: Días del futuro pasado se alza con el primer puesto, rozando los dos millones (cifra que supera con lo recaudado el jueves). Importante descenso para Maléfica (2º), y especialmente para Al filo del mañana (3º). El estreno español no sale mal parado y así Pancho, el perro millonario se coloca en cuarto lugar. Otras dos novedades -más de autor- se cuelan en el Top Ten. El hijo del otro (9º) y The Invisible Woman (10º), aunque ambas con cifras que ronda los cincuenta mil euros.
Bryan Singer vuelve a la saga de la Patrulla X con X-Men: Días del futuro pasado, una década después de abandonarla. Muy buenos comentarios ha levantado este reencuentro, que parece levantar un poco la carrera del director (sobre todo, artísticamente hablando). En el reparto la habitual pléyade de estrellas que han participado en la serie: Hugh Jackman, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, James McAvoy, Ellen Page, Halle Berry, Ian McKellen, Patrick Stewart...
Ralph Fiennes vuelve a la dirección (tras Coriolanus) con The Invisible Woman en la que él mismo da vida a a Charles Dickens. La película es una adaptación de la novela de Claire Tomalin, que narra la historia de amor entre Dickens y una joven de 18 años que se convirtió en su amante secreta.
Producción francesa que se sumerge en el conflicto árabe-judío. El hijo del otro cuenta la historia de un joven que se prepara para entrar en el ejército israelí y que descubre que al nacer fue cambiado accidentalmente por el bebé de una familia palestina.
Acabamos con dos estrenos hablados en español. La argentina Días de vinilo es una comedia protagonizada por cuatro amigos unidos por su pasión por la música. Mientras, el estreno nacional de la semana es Pancho, el perro millonario, película que cuenta la historia de aquel can que se fugó con un billete premiado en aquel famoso anuncio.
El cine de terror, más que ningún otro, recurre a los esquemas que históricamente se han mostrado efectivos ante el público. Y así tenemos que soportar una serie de películas clónicas en las que apenas hay variación. Se toma como modelo la plantilla que alguien puso de moda alguna vez, y a partir de ahí se fabrican productos en serie, con mayor o menos calidad. De vez en cuando, a alguien le da por sorprendernos con algún giro interesante del subgénero en cuestión. Son las menos ocasiones, pero alguna que otra nos encontramos por ahí.
Por Manuel Barrero Iglesias
La cueva (Alfredo Montero. España, 2014)
Es el caso que nos ocupa. El found footage es una moda relativamente reciente, desde que el fenómeno The Blair Witch Project dio una vuelta de tuerca al proceso de producción y promoción. Ya se habían hecho varias películas con esta técnica, pero fue a partir de la extraordinaria rentabilidad de aquella cuando se empezó a explotar la fórmula hasta el agotamiento. Se aprovecha la economía de medios que supone rodar así, además de la conexión más primaria con los miedos del espectador. Pero siempre hay un obstáculo muy difícil de solventar: la credibilidad. Pocas resultan verosímiles, y es que hay que justificar muy bien la integración de la cámara dentro de la acción. Sin ir más lejos, en esta misma edición de Nocturna pudimos ver The Sacrament -ya comentada en nuestras crónicas de Sitges-, que es el perfecto ejemplo de lo que jamás debe ser un film de metraje encontrado en cuanto a pertinencia formal. Algo que se cuida mucho en La cueva. Aunque la sospecha siempre está presente en un film de este tipo, Alfredo Montero procura que todo lo que aparece filmado tenga una mínima justificación. Ya ahí nos empieza ganando. Pero es que los méritos de este trabajo van mucho más allá. Crear terror prescindiendo de elementos sobrenaturales es toda una declaración de intenciones. Enfrentar al ser humano consigo mismo y con la naturaleza, de ahí surgen las grandes obras terroríficas. Cinco jóvenes y una cueva es lo único que necesita el director para rodar uno de los filmes más angustiosos del reciente cine español. Y lo hace con una apuesta valiente y arriesgada, exponiendo a su equipo a unas condiciones extremas. Decía Tobe Hooper, acerca de La matanza de Texas, que uno de sus secretos es que consiguió que surgiera el odio real entre sus actores. Pues estamos seguros que mucha de la angustia que vemos en La cueva es real, lo que provoca gran incomodidad en un público al que le duele cada arañazo que los actores/personajes sufren en la película. Con un guión minimalista -muy en la línea de Gerry-, y añadiendo algún oportuno golpe de efecto, La cueva se convirtió en la justa ganadora de la II Edición de Nocturna. Cine arriesgado y coherente. Haunt (Mac Carter. Estados Unidos, 2013) El subgénero de casas encantadas lleva dando la matraca mucho más tiempo. Por lo tanto su capacidad de sorpresa es aún menor. Se puede hacer mejor (The Conjuring) o peor (La maldición de Rookford), pero lo que resulta casi imposible es innovar. Una casa, sucesos paranormales, y un misterio del pasado que hay que descubrir. No hay más. The Haunt se ciñe a ese esquema, aunque se desvía ligeramente con una entrañable historia de amor adolescente que incluso se agradece. La película cumple a duras penas, abusando de vicios tan clásicos como los sustos efectistas. Lo que no es perdonable es que el film se erija en algo novedoso -y que encima lo haga con una voz en off- cuando estamos ante lo mismo de siempre. Es lícito que se busque llegar al público repitiendo fórmulas, lo que no podemos aceptar es que intenten tomarnos por tontos. Un poco más de honestidad, por favor.
Guión: Linda Woolverton, Paul Dini y John Lee Hancock
Música original: James Newton Howard
Fotografía: Dean Semler.
Montaje: Chris Lebenzon y Richard Pearson.
Idioma: Inglés.
Duración: 97 minutos.
¿Y para esto me despiertas?
Por David Sancho
Angelina Jolie ha esperado cuatro años para volver a ponerse delante de la cámara y ha elegido un proyecto Disney con intención de transgredir y llegar al público adulto. Se trata de la historia de La bella durmiente contada desde la perspectiva de la bruja malvada, aquí un hada despechada que actúa movida por el odio.
El principal atractivo de la cinta, más allá de su oscura puesta en escena, es la humanización del villano. Algo que ya hemos visto muchas veces, pero que en esta ocasión resulta algo más efectivo por tratarse de un personaje tan famoso.
Lo cierto es que la película no aporta demasiado desde un punto de vista cinematográfico. Hace dos veranos nos llegaba la reinterpretación de Blancanieves de mano de Universal, en lo que parecía la fusión del cuento clásico con la épica de El señor de los anillos. Disney tira por unos derroteros muy parecidos pero tratando de no dejar fuera a los más pequeños.
Hay batallas de bajo octanaje, drama contenido, magia y seres grotescos, cierto humor blanco y el atractivo de volver a ver a Angelina de nuevo en pantalla. Todo muy bien medido para arrastrar al público a las pantallas, pero desde el primer minuto se nota que a la película le falta corazón. Se deja ver en todo momento pero no genera emociones, no conectamos con el sufrimiento de sus personajes ni nos agarramos a la butaca con sus escenas de acción.
Cuando todo está tan calculado para gustar a todo el mundo, o mejor dicho, para no disgustar a nadie, lo que se suele obtener es una película inofensiva y anodina. Maleficent se sobrepone ligeramente a todo esto gracias a unas interpretaciones bastante decentes y por la curiosidad que genera su propuesta.
A la postre, se trata de una cinta para llevar a los niños y no pasarlo mal, o para aficionados al relato clásico que tengan curiosidad por ver cómo lo han reinterpretado, o casi para cualquiera que no tenga nada mejor que hacer durante 90 minutos, pero eso sí, sin esperar demasiado.
En un Festival de Cine Fantástico es ineludible la presencia de criaturas infernales que pululan por La Tierra para hacer el mal. Durante estos últimos años, la moda ha convertido a los zombies en las estrellas del género. Pero hay tanto dónde escoger: vampiros, hombres lobo, muñecos, bichos, demonios, trolls... Las formas que puede adoptar el mal son múltiples, así cómo la manera de abordar el tema. Hoy repasamos dos películas opuestas en su forma de acercarse a ello.
Por Manuel Barrero Iglesias
The Demon's Rook (James Sizemore. Canadá, 2013)
Más que de B deberíamos hablar de serie Z en un trabajo que recuerda a productos de hace treinta años. Producción muy escasa en medios, pero abundante en sangre y vísceras. Es ahí donde la película pone toda la carne en el asador, ganándose el aplauso del público adepto. Demonios, zombies y otras criaturas pueblan esta locura bizarra en la que su director (y protagonista) aparece acreditado hasta en una decena de funciones distintas. En una época en la que todo es postmodernismo reconforta encontrarse con una propuesta tan fresca y naif.
Chimeres (Olivier Beguin. Suiza-España, 2013)
Y si hablamos de postmodernismo, aquí tenemos un ejemplo claro del rumbo tomado por el más reciente cine de vampiros. La tendencia es retratarlos como seres "corrientes" que tratan de llevar una vida lo más normal posible. Ahí tenemos Solo los amantes sobreviven (Jim Jarmusch, 2013), por poner un ejemplo reciente. Ni de lejos tiene Chimeres el poso de aquella, centrándose Beguin en el proceso de transformación vampírica. Una transfusión de sangre en Rumanía provoca que el protagonista sufra cambios extraños. Su vida feliz -artista de éxito y con una bonita relación de pareja- se ve truncada por el infortunio. Pero tampoco hay mucho más que sacar de una película bastante intrascendente, y cuyo desarrollo no aporta nada realmente nuevo o emocionante.
Después del desastre de la semana anterior, vuelve la normalidad a la taquilla. Entre otras cosas, gracias al estreno de Maléfica que debuta superando los tres millones. Algo peor le ha ido a Al filo del mañana que se conforma con algo más del millón. La sorpresa dentro del Top Ten es Dragon Ball Z: La batalla de los dioses, que entra en sexto lugar con la segunda mejor media de la cartelera, superando los tres mil euros por pantalla.
Una de las funciones que puede cumplir la ficción es la de liberación catártica, dando la opción de llevar a cabo fantasías macabras irrealizables en la realidad. No son pocas las obras que dan rienda suelta a historias de venganzas en las el mal es ajusticiado. Un terreno siempre peligroso en lo moral, ya que se defiende abiertamente el ojo por ojo. Los villanos no tienen ninguna dimensión, convirtiéndose en encarnaciones puras del mal. El espectador desea y disfruta sus muertes sin ningún remordimiento. ¿Dónde está el límite entre diversión sin complejos e ideología peligrosa? Una delgada línea no siempre fácil de identificar. En los dos trabajos que comentamos, la venganza es ejecutada por personas que vuelven del mundo de los muertos. Al sacar el relato de lo "real", ambos directores se decantan claramente por la fantasía.
Por Manuel Barrero Iglesias
Fractured (Adam Gierasch. Estados Unidos, 2013)
Aunque Fractured es una película que se pone muy seria. Demasiado. Hay obras en las que el peso de la trascendencia es imposible de soportar por una estructura demasiado endeble. El film empieza inquietante, con un protagonista amnésico atormentado por terribles pesadillas. Es entonces cuando le acompañamos en un inquietante viaje para descubrir su pasado. El halo misterioso que nos había subyugado hasta el momento, se diluye para dar paso a un thriller muy poco sutil. Con el tema de la trata de blancas de fondo, el personaje de Vinnie Jones alcanza niveles extremos de caricatura.
Hay cierto tono de denuncia que se mezcla con elementos paranormales, resultando un pastiche desconcertante. Ambiciones desmedidas para un film con medios y maneras de serie B. Demasiado desequilibrio, y es que cuando las pretensiones son grandes es muy fácil caer en el esperpento. Son muy loables las aspiraciones artísticas atrevidas, pero tampoco está de más ser consciente de las propias limitaciones.
Savaged (Michael S. Ojeda. Estados Unidos, 2013)
Todo lo contrario ocurre con Savaged, que se regodea en su carácter festivo y sangriento. Aunque también tenemos mensaje de denuncia, como no. En esta ocasión, el trato recibido por los indígenas norteamericanos. La América profunda (y blanca) vuelve a salir malparada (una vez más) en este retrato de comunidad cerrada en la que es mejor pasar de largo. La mala suerte hace que la protagonista se tope con este grupo de tétricos paletos, quienes corrompen la pureza de ella. Ojeda nos habla de que la podredumbre humana consigue derrotar a la bondad, casi siempre desprotegida. Así, la única forma de combatir la violencia es más violencia.
El director disfruta con la venganza, la cual se articula a través del disparate en el que el espíritu de un indio posee a la moribunda sorda destrozada por los villanos. Se convierte así en una especie de máquina-zombie de matar. El film juega su baza en el contraste de la fragilidad de su protagonista con la violencia despiadada que ejerce contra sus enemigos. A su vez, el gore choca con lo cursi que se presenta una historia de amor con demasiado protagonismo.
Intérpretes: Tom Cruise, Emily Blunt, Bill Paxton, Brendan Gleeson, Noah Taylor, Nick Gurry, Tomas Armstrong.
Guión: Dante Harper y Joby Harold sobre el cómic de Hiroshi Sakurazaka
Música original: Christophe Beck
Fotografía: Dion Beebe.
Montaje:James Herbert.
Idiomas: Inglés.
Duración: 113 minutos.
Atrapado en la batalla
Por David Sancho
A principios de siglo Doug Liman era uno de los directores más prometedores de su generación gracias a películas como Viviendo sin límites o El caso Bourne. A partir de ahí se carrera fue cuesta abajo y sin frenos. Ahora nos trae una nueva película de acción, en este caso futurista, protagonizada por Tom Cruise.
La película cuenta una invasión alienígena que convierte a la tierra en un gran campo de batalla. Al Comandante William Cage, poco acostumbrado al combate, le obligan a entrar en acción y muere a las primeras de cambio. Sin saber por qué, tras morir vuelve a despertarse al comienzo del día, entrando así en un bucle a lo Atrapado en el tiempo que le permitirá ir desarrollando sus habilidades de combate para así poder derrotar al enemigo. Para lograrlo contará con la ayuda de la Rita Vrataski, interpretada por Emily Blunt.
La película tiene grandes aciertos, comenzando por el casting. Blunt es una actriz que siempre cumple, sin importar el género del que se trate; y qué decir de Tom Cruise -odiado por muchos-, pero sin duda una apuesta bastante fiable cuando uno pretende reventar la taquilla.
Lo cierto es que Cruise se está convirtiendo en un género en si mismo. Poco importa de qué vaya la película, él siempre aporta muchísima presencia -sobre todo en las escenas de acción- y una gran eficacia tanto para el drama como para la comedia. No es un actor que suela destacar por grandes actuaciones -Magnolia y Eyes Wide Shut serían las más destacadas-, pero jamás me dado la impresión de que haya estado mal en ninguna película. Es un tipo constante que sabe lo que quiere, y eso se nota.
La película combina a la perfección un cierto aire de transcendencia con numerosos golpes de humor y escenas de acción a gran escala. La combinación resulta entretenida y eficaz, flaqueando ligeramente solo en la recta final. Por lo general la película resulta un gran divertimento que, sin llegar a impresionar, consigue ser un blockbuster de nivel.
Y es que cuando uno va a ver una película como esta, lo que espera encontrar es diversión bien ensamblada, y Al filo del mañana no decepciona. Si alguien sale furioso del cine porque esperaba más, es su problema.
Las subtramas románticas han sido utilizadas desde tiempos remotos para amenizar el cine de género, cuyo foco principal suele estar en otro lugar. Pero hay ocasiones en las que el romance se apodera del discurso principal, incluso en historias en las que la ciencia-ficción aparece como gran reclamo. Es el caso de las dos películas que aquí nos ocupan. The Station se convierte en una reflexión sobre la madurez del amor, mientras Extraterrestrial versa sobre el más impulsivo amor juvenil. Relaciones sentimentales rodeadas por seres peligrosos, sean animales mutantes o extraterrestres.
Por Manuel Barrero Iglesias
The Station (Marvin Kren. Austria, 2013)
Aires de serie B soplan en este trabajo que se atreve con mutaciones imposibles. Animales de las más diversas especies que se combinan para dar lugar a seres letales. La película es una combinación de varios elementos bastante bien ensamblados. Las dosis de humor están presentes gracias a una ministra muy peculiar. Un personaje básico para comprender la naturaleza de un trabajo al que nunca hay que tomar completamente en serio. La serie B también está muy presente en el diseño de las criaturas, así como en los efectos de maquillaje. Y es que a pesar de los toques humorísticos y amorosos, lo que ocupa la mayoría del metraje es la creación de la atmósfera de tensión adecuada. Algo que Marvin Kren consigue sin brillantez, pero con solvencia.
Pero decíamos que el film tenía una potente historia de amor detrás, escasa en minutos, pero fuerte en simbolismo. El protagonista es un hombre destrozado por una ruptura que nunca comprendió. El reencuentro con aquella a la que no ha olvidado le dará la oportunidad de matar un amor putrefacto (encarnado en la figura del perro). La película habla de la dificultad que conlleva cortar una relación sentimental. Hay que tener la madurez suficiente para acabar con algo que está viciado. Pero a la vez el film deja una puerta abierta a la esperanza, entendiendo que de ese antiguo amor corrompido puede nacer uno nuevo. Un amor mutante en el que los sentimientos se transforman. Extraterrestrial (The Vicious Brothers. Canadá, 2014) La madurez no es precisamente la característica que mejor define a los protagonistas de Extraterrestrial respecto a su comportamiento en la relación de pareja. Aunque uno nunca sabe si el discurso de la película es irónico o estamos ante una historia de amor empalagosa como la que más. En los albores del film presenciamos una pedida de mano llena de romanticismo patético, incluidos anillo y pose de rodillas. Ella aspira a irse a estudiar fuera y en sus planes no entran boda e hijos con su novio de siempre. Así que lógicamente no acepta. Pero los acontecimientos (una invasión alienígena) hacen que él se juegue la vida por salvar la de ella. En el último tramo del film la pasión adolescente se desborda, aunque queremos suponer que los Vicious Brothers se están burlando de ese tipo de relación fomentada por la ficción juvenil. De lo contrario, estaríamos hablando de la ridiculez en su máxima expresión. Por lo demás, la película es una amalgama de referencias sin orden ni concierto. Comienza con un grupo de jóvenes que van a pasar un fin de semana en una cabaña en el bosque, para continuar con homenajes al cine de extraterrestres de todos los tiempos. Incluso un mito de la serie b Michael Ironside tiene su papel, cuya función es introducir el elemento conspiranoico. En todo este embrollo no sale demasiado bien parada la película, que se limita a copiar elementos de allí y aquí, y cuya última parte se les escapa de la mano a sus directores.
Hasta cuatro estrenos españoles tenemos esta semana, a cada cual más interesante. Podríamos destacar cualquiera de ellos, pero nos decantamos por Stella cadente, el debut en la dirección de Luis Miñarro. Siempre arriesgado en su faceta como productor, no lo iba a ser menos como director. La película es un retrato muy poco convencional de Amadeo de Saboya, interpretado por Alex Brendemühl. También se encuentran en el reparto Lola Dueñas, Bárbara Lennie o Francesc Garrido.
El inclasificable Fernando Merinero estrena Haz de tu vida una obra de arte, una comedia que tampoco se ajusta a convenciones. En Cannes estuvo Jaime Rosales con Hermosa juventud, film protagonizado por la juventud sin esperanza. Y el debut en el largometraje de Beatriz Sánchez se llama Todos están muertos, una historia de fantasmas y familia protagonizada por Elena Anaya.
Por primera vez en nuestro país una película de Bola de Dragón se estrena en cines. Dragon Ball Z: La batalla de los dioses retoma los personajes de Akira Toriyama para traernos un film que remite mucho más al espíritu burlón de los inicios de la serie que a la deriva bélica que tomó más tarde.
Buenas noticias de la mano de la distribuidora Good Films. Al fin se estrena Post Tenebras Lux, el último trabajo del mexicano Carlos Reygadas, quien fue mejor director en Cannes 2012. Un trabajo que, ante todo, no dejará nunca indiferente al espectador.
Entre los estrenos estadounidenses destacamos la ciencia-ficción de Al filo del mañana, protagonizada por Tom Cruise y con Doug Liman (El caso Bourne) detrás de las cámaras. El cine indie está representado por Amor sin control, comedia dramática con Mark Ruffalo, Gwyneth Paltrow o Tim Robbins. También hay acontecimiento Disney con la vuelta de Angelina Jolie a las pantallas en Maléfica.
Acabamos el repaso con la australiana Dos madres perfectas, protagonizada por Naomi Watts y Robin Wright. Cuenta la historia de dos amigas que se enamoran cada una del hijo de la otra.
Paupérrimos datos en un fin de semana marcado por la Final de la Champions League, y que deja una cifra que supera por poco los tres millones globales. Godzilla repite en la primera posición, aunque en esta ocasión no llega ni al medio millón de euros.
De los estrenos, solo Grace de Mónaco y Redención se cuelan en el Top Ten. A las puertas se ha quedado Viva la libertà, película que consigue -con diferencia- la mejor media por sala de toda la cartelera.
En cuanto a las veteranas, Aprendiz de gigoló al fin ha rebasado la barrera del millón de euros desde su estreno.