Poslednite chernomorki pirati (Svetoslav Stoyanov. Bulgaria, 2013)
Por Román Puerta Ardura
Los documentales muestran trozos de vida reales de muy diferentes maneras.
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Si el personaje de Jack es realmente el de un delincuente marcado por su turbio pasado, pero con un halo de leyenda en torno a su visión de la vida y a su deseo de acoger a gente apartada de la sociedad actual; la historia que nos cuenta él y sus “ayudantes” en torno a un tesoro escondido en el paraje de Karadere es de un carácter idílico, de cuento de cazadores de sueños. Esas dos visiones chocan y dan como resultado un relato tierno de personajes desheredados, sin futuro, apartados en un lugar donde no parecen molestar a nadie, o mejor dicho, donde casi nadie sabe que existen.
Estamos en un lugar algo mágico, habitado por seres desahuciados y a los que van a eliminar para crear unos modernos pueblos que no supondrán, ni más ni menos, que la nueva destrucción del poco medio ambiente virgen que queda en el país.
Cuando la noticia de la construcción del mega proyecto urbanístico (auspiciado por un pope del modernismo como es Norman Foster) llega y les anuncia la posibilidad real de eliminar su forma de vida, el documental se transforma en una mezcla de ficción y documental, de ficción y no ficción, como su director se encargó de recalcar en el posterior coloquio con los espectadores. Stoyanov “ficciona” a través de la mezcla de realidad y leyenda, del montaje, del paso del tiempo a través de las sucesivas estaciones temporales, de la dramatización de las sucesivas realidades de los personajes, de las reacciones de éstos ante las noticias que les van llegando y de las que somos testigos primerizos como ellos al realizar la película. Esta no ficción es posible gracias a la transformación de los personajes reales en personajes dramáticos. Stoyanov llega a la historia real a través de elegir una de las múltiples historias que estos “desarrapados” sociales tienen dentro de sí mismos, la de la búsqueda de un legendario tesoro que tratan de encontrar de forma un tanto deslavazada, de un oro que ningún espectador cree que exista pero que ellos, al confundir la realidad con el deseo, están convencidos de encontrar.
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Porque Poslednite chernomorki pirati es un intento de documental que se transforma, a medida que la película crece, en una historia “ficcionada”, guionizada, aunque esta estructura no sea clásica sino que, tomando palabras del propio director, sea una continua búsqueda de encuadres, de marcos generales para posicionar a los hombres reales. De ahí viene la incorporación de una extraordinaria historia de amor entre uno de los seguidores de Jack y su mujer que no se cree nada de lo que le promete ese tierno borrachín que acaba eligiendo la “seguridad” de su patriarca. Y razón tendrá esa mujer que ve como su hombre huye para juntarse con esos desheredados que tienen su razón vital en la unión por la consecución de un sueño que nunca se cumplirá pero que les mantendrá juntos, a no ser que la muerte les separe, como así ocurrió realmente en el propio rodaje.
Esa elección histórica y esa mezcla visible, consciente de la realidad y la no ficción da a esta película un valor incalculable aunque sepamos que estos viejos piratas no tienen ni presente ni futuro.
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