L'étrange couleur des larmes de ton corps (Bélgica-Francia-Luxemburgo, 2013).
Dirección y guión: Hélène Cattet, Bruno Forzani.
Intérpretes:
Klaus Tange, Ursula Bedena, Joe Koener, Birgit Yew,
Hans de Munter.
Fotografia:
Manuel Dacosse.
Montaje:
Berbard Beets.
Idioma:
Francés, danés, flamenco.
Duración: 102 minutos
Carne y metal
Por Manuel Barrero Iglesias
En
más de una ocasión hemos hablado de la dificultad cada vez mayor
que tienen los cineastas para ofrecernos obras con personalidad
propia. Algo que resulta mucho más evidente en un género como el
cine de terror, que se dedica a masacrar sin pudor los modelos que
han tenido éxito. Pero no todo está perdido, de vez en cuando surge
gente que intenta estimular nuestra mente con filmes que tratan ir
más allá de la mera repetición de esquemas vistos una y otra vez.
La
irrupción de Hélène Cattet y Bruno Forzani en 2009 supuso un
verdadero soplo de aire fresco dentro de la anquilosada tendencia del
género. Es cierto que los directores franceses parten también de
modelos evidentes, pero lo que diferencia su cine es ese proceso de
la relectura y posterior reinterpetación de los clásicos, en lugar
de limitarse a plagiar. Tomando el giallo como punto de partida, los
autores son capaces de crear su propio universo. Una autoría
presente ya desde su primer cortometraje (Chambre jaune, 2002)
y que eclosionó con Amer, una ópera prima rompedora.
L'étrange couleur des larmes de ton corps supone otro paso en la obra de unos autores que pretenden llevar el
terror hacia su lado más sensorial. Aunque en este trabajo el hilo
argumental es algo más visible, sigue ocupando un papel secundario
en el relato. La película se construye a través de sus imágenes y
sus sonidos. Especial relevancia tiene este aspecto, con el que los
directores juegan continuamente para crear desconcierto en un
espectador que se siente incómodo y violentado.
Pero
no solo es fundamental el uso de los efectos sonoros, también la
elección musical -y la combinación que de ella se hace- es clave en
el entramado que proponen Cattet & Forzani. Ellos, al igual que
otro gran reciclador como Tarantino, usan temas pretéritos de
Morricone. Aunque sus intereses no anden por el western y sí por el
drama erótico de Maddalena (Jerry Kawalerowicz, 1971). No es
el único tema de un film sobre esta temática, sonando también
alguno de Emanuelle alrededor del mundo (Joe D'Amato, 1977). Y
siempre sin salir del cine italiano de los 70 podemos encontrar
música de filmes de terror como La tarántula del vientre negro
(Paolo Cavara, 1971) o La monja homicida (Giulio Berruti,
1979).
Sexo
y muerte, dos temas omnipresentes en el giallo y, como no, también
en el cine de Cattet-Forzani. La sensualidad de los cuerpos se mezcla
con el contacto escalofriante del metal o el cristal. Los primeros
planos de ojos interpelen directamente al espectador, que es objeto y
sujeto a la vez. Resuenan ecos de Lynch que nos conectan con nuestros
miedos más primarios, con nuestros terrores más profundos.
La
película se cuela entre angustiosos recovecos espacio-temporales que
nos llevan a lo más oculto de nuestra propia mente. Un trabajo para
entregarse a él con los sentidos, para pasar a través de esas
puertas que continuamente se abren buscando nuevas dimensiones. Una
muestra de que otro cine de terror es posible.
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