Dirección y guión: Justine Triet.
Intérpretes: Laetitia Dosch, Vincent Macaigne, Arthur Harari, Virgil Vernier, Marc-Antoine Vaugeois.
Fotografía: Tom Harari.
Montaje: Damien Maestraggi.
Idioma: Francés.
Duración: 94 minutos.
Desencanto y caos en París
Por Miguel González
La Batalla de Solferino tuvo lugar el 24 de Junio de 1859, en la localidad de Solferino, en el marco de la unificación italiana. En ella el ejército francés derrotó al ejército austriaco, previo ataque de los últimos. El ataque francés comenzó por el flanco izquierdo, desde donde atacaron el centro de Solferino obligando al ejercito austriaco a ceder terreno. El 6 de Mayo de 2012 la izquierda francesa toma la Calle Solferino, donde se encuentra la sede del Partido Socialista francés, para celebrar la victoria de François Hollande y el supuesto cambio que esto debía suponer respecto a los últimos años bajo el gobierno de Nicolas Sarkozy. De este modo Justine Triet hace un juego con el título de la película relacionando la batalla de 1859 con los disturbios producidos en la calle Solferino tras las celebraciones.
En este contexto de elecciones generales de 2012 la directora se introduce en la desordenada intimidad de una reportera francesa que debe cubrir ese día en la calle Solferino, dejando a sus dos hijas, cuyo incesante llanto contribuye a la sensación de caos, con un canguro novato. A su vez, dosificando inteligentemente la información, nos muestra la complicada relación entre ella y su ex-marido. La cámara, nerviosa, sigue a los personajes, caminando con fluidez entre el documental y la ficción, y transmitiendo una tensión in crescendo tanto en las calles de París como en lo referente al matrimonio protagonista. Los ecos de la Nouvelle Vague y, particularmente, de otro experto en cine de trincheras como es Jean Luc Godard resuenan durante todo el metraje. Especialmente cuando trama y recreación de la realidad se unen en la calle Solferino. La vida privada se introduce en la social, lo que se percibe con una sorprendente naturalidad.
No puede ser baladí el hecho de que está película se estrene en un momento de desencanto y decepción en la izquierda francesa ante el fracaso de las políticas de Hollande. La directora consigue transmitir la tensión social, el nerviosismo, el desequilibrio emocional, y ese júbilo irracional que acaba en batalla. Sin embargo a esta interesantísima propuesta acaba pesándole la falta de empatía con unos personajes cuyas incomprensibles e hiperbólicas reacciones provocan que te alejes de ellos.
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