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martes, 20 de mayo de 2014

Aprendiz de gigoló

5/10
Fading Gigolo (Estados Unidos, 2013).
Dirección y guión: John Turturro.
Intérpretes: John Turturro, Woody Allen, Vanessa Paradis, Liev Schreiber, Sharon Stone, Sofía Vergara.
Música original: Abraham Laboriel, Bill Maxwell.
Fotografía: Marco Pontecorvo.
Montaje: Simona Paggi.
Idioma: Inglés.
Duración: 90 minutos.


Aprendiz de Allen

Por Manuel Barrero Iglesias

Hace tres décadas Woody Allen encarnó a Danny Rose, un entusiasta representante de artistas de poca monta. El creador neoyorquino -como tantas otras veces- dirige, escribe y protagoniza un film de apariencia ligera, pero de innegable poso amargo. Su trayectoria como actor es bastante peculiar. Esa faceta interpretativa es una herramienta más dentro de su universo autorial, estando su presencia asociada a un tipo muy específico de humor. Por eso, que otro director escoja a Allen como protagonista ya incita a preconcebir el film como una comedia alleniana. Aún era pronto cuando protagonizó La tapadera (Martin Ritt, 1976), y desde entonces sólo Jean-Luc Godard se ha atrevido a utilizarlo fuera de su etiqueta. La excepción.

En Aprendiz de gigoló lo tenemos dentro de una comedia neoyorquina, con gran importancia de la comunidad judía, y en la que prolonga su papel de Broadway Danny Rose. Es inevitable pensar que vamos a ver un sucedáneo de Allen, más aún cuando sabemos que el propio Woody asesoró a John Turturro durante la construcción del guión. Y, efectivamente, en el primer tramo Allen se apodera del film. Tanto el punto de partida disparatado, como sus chascarrillos típicos, nos llevan hacia ese terreno que tan bien conocemos.

Pero entonces aparece el personaje de Vanessa Paradis, y Turturro toma las riendas. La aproximación que hace a la comunidad judía difiere de la distancia irónica que siempre ha tomado Allen respecto a sus orígenes. El film trata de indagar algo más adentro, para terminar dando voz a una de esas mujeres que se ven atrapadas por el peso de la ortodoxia más inflexible. El director siempre mantiene un difícil equilibrio entre la crítica y el respeto, ejecutando un delicado ejercicio de análisis de la naturaleza humana.

Turturro prescinde del cinismo para inclinar su historia hacia lo sentimental. El meollo está en esa relación entre el gigoló y la judía, en esa búsqueda de afecto. Un acercamiento que se produce en medio de dos entornos en los que no acaban de encajar. Uno, por su excesiva frivolidad. El otro, por su excesiva rigidez. En el punto intermedio se encuentran dos personajes que buscan la felicidad en la sencillez. 







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