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jueves, 22 de mayo de 2014

Amor en su punto

4/10
The Food Guide to Love (España-Irlanda, 2013).
Dirección: Dominic Harari, Teresa de Pelegrí.
Intérpretes: Richard Coyle, Leonor Watling, Ciara Bailey, Michelle Beamish, Lorcan Cranitch, Simon Delaney.
Guión: Dominic Harari, Teresa de Pelegrí. Eugene O'Brien.
Música original: Ray Harman.
Fotografia: Andre Rebés.
Montaje: Irene Blecua.
Idioma: Inglés.
Duración: 87 minutos.


Cuando falla el ingrediente principal

Por Manuel Barrero Iglesias

Teresa de Pelegrí y Dominic Harari llevan trabajando juntos desde que allá por finales de los noventa empezaron a cobrar notoriedad gracias a sus guiones para Joaquín Oristrell. Dieron al salto a la dirección con Seres queridos (2004) y una década más tarde vuelven con la que es su segunda película. Su trabajo siempre se ha caracterizado por buscar el tono elegante en la comedia, en esa línea que representan gente como el mismo Oristrell o Fernando Colomo. Esta pareja hispano-británica siempre ha huido del mal gusto, tratando de imprimir sofisticación a sus tramas y personajes.

En Amor en su punto recurren a dos ingredientes que suelen resultar atractivos para el público: el choque cultural (ya presente en su anterior obra) y la cocina. El elemento culinario no aporta demasiado, ilustrando la historia de amor con metáforas bastante evidentes. Al menos, el tema no resulta cansino y está integrado con buen gusto dentro de la trama.

Una trama que pretende desmarcarse de las comedias románticas al uso para darle un aire más maduro a su enfoque. La relación entre ambos queda marcada por la diferencia entre personalidades, una barrera que la química no siempre consigue derribar. Es loable ese intento por quitar fantasía a la relación de pareja, pero este cuidado contrasta con el excesivo esquematismo de sus personajes. Ahí es donde Amor en su punto flaquea hasta vulgarizarse del todo.


El encanto de Richard Coyle y Leonor Watling ayuda a sobrellevar mejor la planicie de sus roles, pero la limitación que impone el guión supone un abismo insuperable. Tampoco ayudan unos secundarios con esos mismos defectos. Recurriendo a símiles culinarios, el film es como si acompañas una comida insípida con un vino excelente. Está muy bien beber calidad, pero si lo que verdaderamente importante no sabe a nada, la sensación final será insatisfactoria.


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