The
Food Guide to Love (España-Irlanda, 2013).
Dirección:
Dominic Harari, Teresa de Pelegrí.
Intérpretes:
Richard Coyle, Leonor Watling, Ciara Bailey, Michelle Beamish, Lorcan
Cranitch, Simon Delaney.
Guión:
Dominic Harari, Teresa de Pelegrí. Eugene O'Brien.
Música
original: Ray Harman.
Fotografia:
Andre Rebés.
Montaje:
Irene Blecua.
Idioma:
Inglés.
Duración:
87 minutos.
Cuando falla el ingrediente principal
Por Manuel Barrero Iglesias
Teresa
de Pelegrí y Dominic Harari llevan trabajando juntos desde que allá
por finales de los noventa empezaron a cobrar notoriedad gracias a
sus guiones para Joaquín Oristrell. Dieron al salto a la
dirección con Seres queridos (2004) y una década más tarde
vuelven con la que es su segunda película. Su trabajo siempre se ha
caracterizado por buscar el tono elegante en la comedia, en esa línea
que representan gente como el mismo Oristrell o Fernando Colomo.
Esta pareja hispano-británica siempre ha huido del mal gusto,
tratando de imprimir sofisticación a sus tramas y personajes.
En
Amor en su punto recurren a dos ingredientes que suelen
resultar atractivos para el público: el choque cultural (ya
presente en su anterior obra) y la cocina. El elemento
culinario no aporta demasiado, ilustrando la historia de amor con
metáforas bastante evidentes. Al menos, el tema no resulta
cansino y está integrado con buen gusto dentro de la trama.
Una
trama que pretende desmarcarse de las comedias románticas al uso
para darle un aire más maduro a su enfoque. La relación entre
ambos queda marcada por la diferencia entre personalidades, una
barrera que la química no siempre consigue derribar. Es loable ese
intento por quitar fantasía a la relación de pareja, pero este
cuidado contrasta con el excesivo esquematismo de sus personajes. Ahí
es donde Amor en su punto flaquea hasta vulgarizarse del todo.
El
encanto de Richard Coyle y Leonor Watling ayuda a sobrellevar mejor
la planicie de sus roles, pero la limitación que impone el guión
supone un abismo insuperable. Tampoco ayudan unos secundarios con
esos mismos defectos. Recurriendo a símiles culinarios, el film es
como si acompañas una comida insípida con un vino excelente. Está
muy bien beber calidad, pero si lo que verdaderamente importante no
sabe a nada, la sensación final será insatisfactoria.
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