A Long Way Down (Reino Unido-Alemania, 2014).
Dirección:
Pascal Chaumeil.
Intérpretes:
Imogen Poots, Aaron Paul, Rosamund Pike, Pierce Brosnan,
Toni Collette.
Guión:
Jacak Thorne, sobre la novela de Nick Hornby.
Música
original: Dario Marianelli.
Fotografia:
Ben Davis.
Montaje:
Chris Gill, Barney Pilling.
Idioma:
Inglés.
Duración:
96 minutos.
La vida puede ser maravillosa
Las películas del francés Pascal Chaumeil parten de argumentos de lo más absurdos, que luego el director desarrolla con mayor o menor fortuna. Si en su ópera prima, Los seductores (2010), transformaba la historia de un rompe-parejas profesional en una comedia romántica clásica, sin demasiada originalidad pero con mucho encanto, su segunda película, Llévame a la luna (2012), que empezaba con una maldición que hacía que todos los primeros matrimonios de las mujeres de una familia acabasen en divorcio, fue un frustrado intento de seguir esa línea, quedándose en un conjunto de bromas sin gracia. Chaumeil ha dado el salto anglosajón con Mejor otro día, basada en la novela de Nick Hornby (autor de Alta fidelidad), en la que vuelve a enfrentarse a una base difícilmente creíble: cuatro desconocidos se encuentran en la azotea de un edificio londinense en Nochevieja. Todos han ido allí con el mismo propósito: suicidarse. Por diferentes motivos, decidirán aplazar su decisión hasta el día de San Valentín, y aprovechar esas seis semanas para disfrutar y conocerse mejor antes de acabar con su vida.
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El estilo de Chaumeil, que nunca ha sido muy personal, también se vuelve británico, haciendo una película más parecida a Roger Michell o Richard Curtis (salvando todas las distancias), que a las comedias a las que nos tenía acostumbrados. En este sentido, Mejor otro día es el trabajo más serio y maduro de Chaumeil, sin llegar de cualquier modo a contar nada nuevo. Cambia además el equipo habitual del director, desde los guionistas hasta el compositor, sustituyendo a Klaus Badelt nada más y nada menos que Dario Marianelli, quien, sin perder su estilo, da un pequeño giro para adaptarse a las necesidades del género que está tratando (es interesante el uso que hace de las guitarras eléctricas). Aún con la presencia de Marianelli, funcionan mejor los episodios con canciones que con temas originales, como ese irónico I will survive (con un pequeño pero interesante plano secuencia incluido) llegando a conseguir momentos realmente poéticos, como el de Jess en el tejado de su casa recordando a su hermana, o J.J. hundiéndose en el mar.
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Mejor otro día es de ese tipo de películas en exceso bienintencionadas, que enfocan cualquier situación desde el optimismo y no parecen ser capaces de mostrar de manera objetiva lo dramático de los temas que tratan. Chaumeil quiere que los problemas se hagan más llevaderos. Un relato por tanto agradable para aquel que entienda el cine sólo como un medio de desconexión y disfrute, pero quien busque algo más de profundidad, quedará insatisfecho.
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