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jueves, 10 de abril de 2014

Mejor otro día

6/10
A Long Way Down (Reino Unido-Alemania, 2014).
Dirección: Pascal Chaumeil.
Intérpretes: Imogen Poots, Aaron Paul, Rosamund Pike, Pierce Brosnan, Toni Collette.
Guión: Jacak Thorne, sobre la novela de Nick Hornby.
Música original: Dario Marianelli.
Fotografia: Ben Davis.
Montaje: Chris Gill, Barney Pilling.
Idioma: Inglés.
Duración: 96 minutos.


La vida puede ser maravillosa

Por Sofia Pérez Delgado
(La película del día)


Las películas del francés Pascal Chaumeil parten de argumentos de lo más absurdos, que luego el director desarrolla con mayor o menor fortuna. Si en su ópera prima, Los seductores (2010), transformaba la historia de un rompe-parejas profesional en una comedia romántica clásica, sin demasiada originalidad pero con mucho encanto, su segunda película, Llévame a la luna (2012), que empezaba con una maldición que hacía que todos los primeros matrimonios de las mujeres de una familia acabasen en divorcio, fue un frustrado intento de seguir esa línea, quedándose en un conjunto de bromas sin gracia. Chaumeil ha dado el salto anglosajón con Mejor otro día, basada en la novela de Nick Hornby (autor de Alta fidelidad), en la que vuelve a enfrentarse a una base difícilmente creíble: cuatro desconocidos se encuentran en la azotea de un edificio londinense en Nochevieja. Todos han ido allí con el mismo propósito: suicidarse. Por diferentes motivos, decidirán aplazar su decisión hasta el día de San Valentín, y aprovechar esas seis semanas para disfrutar y conocerse mejor antes de acabar con su vida. 

No parece que entre un grupo tan dispar de personas pueda surgir algún tipo de afinidad, mucho menos una amistad. Sin embargo, los protagonistas llegarán a entenderse por tener clara una idea común, la de que no quieren seguir viviendo como lo han hecho hasta el momento. Aunque eso no significa necesariamente que quieran morir. ¿O sí? Mejor otro día se divide en cuatro partes, cada una desde el punto de vista de uno de los personajes principales, que irán relatándonos sus circunstancias al mismo tiempo que se desarrolla su relación. Una película humanista y sentimental, a pesar de que se aprecie una leve crítica al papel de los medios en el mundo actual y al sensacionalismo. Sin embargo, no se enreda con más complicaciones de las justas y necesarias, y enseguida recupera su tono amable. 

El estilo de Chaumeil, que nunca ha sido muy personal, también se vuelve británico, haciendo una película más parecida a Roger Michell o Richard Curtis (salvando todas las distancias), que a las comedias a las que nos tenía acostumbrados. En este sentido, Mejor otro día es el trabajo más serio y maduro de Chaumeil, sin llegar de cualquier modo a contar nada nuevo. Cambia además el equipo habitual del director, desde los guionistas hasta el compositor, sustituyendo a Klaus Badelt nada más y nada menos que Dario Marianelli, quien, sin perder su estilo, da un pequeño giro para adaptarse a las necesidades del género que está tratando (es interesante el uso que hace de las guitarras eléctricas). Aún con la presencia de Marianelli, funcionan mejor los episodios con canciones que con temas originales, como ese irónico I will survive (con un pequeño pero interesante plano secuencia incluido) llegando a conseguir momentos realmente poéticos, como el de Jess en el tejado de su casa recordando a su hermana, o J.J. hundiéndose en el mar. 

Si la historia logra funcionar es por la empatía que transmiten sus personajes, interpretados con carisma por dos veteranos, Pierce Brosnan, que demuestra una vez más que es capaz de lidiar solventemente con cualquier papel que se le presente, y Toni Collette en su típico papel de madre indie en el que parece haberse especializado; y dos jóvenes, Aaron Paul, correcto a pesar de que le cuesta abandonar del todo a su Jesse Pinkman en Breaking Bad, e Imogen Poots, una auténtica revelación cada vez que aparece en una nueva película (curiosamente acaba de estrenar Need for Speed, también con Paul). Su Jess es cínica, descarada, la mayoría de la veces difícilmente soportable, pero, al final, encantadora. 


Mejor otro día es de ese tipo de películas en exceso bienintencionadas, que enfocan cualquier situación desde el optimismo y no parecen ser capaces de mostrar de manera objetiva lo dramático de los temas que tratan. Chaumeil quiere que los problemas se hagan más llevaderos. Un relato por tanto agradable para aquel que entienda el cine sólo como un medio de desconexión y disfrute, pero quien busque algo más de profundidad, quedará insatisfecho.



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