“Lo
que me interesa es cambiar de universo"
La
semana pasada contamos en Madrid con la presencia del director francés Pascal
Chaumeil, que estuvo presentando su tercera película, Mejor otro día,
basada en la novela de 2005 En picado de Nick Hornby. Con ella, Chaumeil
ha dado el salto al cine anglosajón y al melodrama tras realizar dos comedias
románticas. Sin embargo, su estilo optimista y bienintencionado sigue presente.
Desde Tierra Filme estuvimos charlando con él, y nos habló de su manera de
hacer cine y de la diferencia que ha supuesto trabajar con un equipo diferente
y extranjero, algo que parece considerar, en general, una experiencia muy
positiva.
-La
película está basada en una novela de Nick Hornby ¿Tenía algún interés especial
en la adaptación de la novela, había leído ésta o alguna del escritor, o le
llegó el proyecto por encargo?
Desde
Alta fidelidad, cada vez que Nick Hornby saca una nueva novela la leo en
inglés. Cuando leí En picado, todavía no había empezado a dirigir, pero
pensé que había materia para una buena película. Y al mismo tiempo, que era muy
difícil de adaptar, sobre todo si hubiésemos querido hacerla en Francia, porque
hay algo muy inglés en ese libro. Yo tenía un agente inglés, al que le había
hablado de que me encantaría adaptar algún libro de Nick Hornby, que me dijo si
quería dirigir películas en ese idioma. Y justo en ese momento las productoras
estaban buscando a un director para hacer la adaptación.
-¿Ha
visto las otras adaptaciones de novelas de Nick Hornby que se han hecho para el
cine? ¿Le han servido de algún tipo de referencia para su película?
Me
gustó mucho Un niño grande (2002). Alta fidelidad (2000)
es una buena película, pero como es mi libro favorito y me gusta tanto, me
decepcionó un poco. Cada libro es distinto. Antes de rodar Mejor otro día
no vi las otras adaptaciones, para tratar de encontrar una manera
personal de hacer las cosas.
-Como
en sus anteriores películas, en ésta nos encontramos de nuevo con unos
desconocidos que emprenden un viaje juntos. ¿Fue otro motivo por el que le
interesaba la historia? ¿Qué le ofrecen este tipo de relaciones?
Quizás
sea fruto de la casualidad, nunca lo había pensado. En esta historia la manera
en que los personajes se conocen es muy original y un poco arriesgada, porque
es absurda. En todo caso, lo que es interesante es que nos permite coger a
personajes que están ya en un nivel emocional muy alto. En muchas películas
pasas mucho tiempo explicando cómo los personajes llegan a ese nivel. Aquí sin
embargo, arrancas con algo muy fuerte, que son unas personas que quieren poner
fin a sus días.
-Se
aprecia una diferencia importante entre el tipo de películas que realizó como
ayudante de dirección, de género épico, o de acción (El quinto elemento
-1997-, Juana de Arco de Luc Besson -1999-…), a las que hace como
cineasta, que son románticas, de personajes… ¿Era el tipo de cine que le
interesaba?
Siendo
ayudante durante mucho tiempo me di cuenta de que lo que más me interesaba era
trabajar con los actores. Es verdad que me atraen más historias en las que hay
una dimensión humana. Por ejemplo, cuando trabajé en Juana de Arco como
segunda unidad, me di cuenta de que me cansaban un poco las películas en las
que hay que rodar durante un mes a gente pegándose en el barro. Como director
no me interesaba mucho. Los resultados son películas interesantes, pero yo
prefiero trabajar con los actores, y que nazcan emociones con los actores y la
comedia. Y eso es lo más importante en estas películas. Creo que lo que nos
interesa más en el cine, además de los decorados, etc. son
las relaciones que hay entre los personajes. Mis dos primeras películas eran
comedias románticas, historias de amor, y aunque había muchos acontecimientos y
aventuras alrededor, lo que nos interesa de verdad es que este hombre y esta
mujer van a terminar amándose. Es lo que encontramos en películas de Hitchcock
que me encantan, como Con la muerte en los talones es una
película increíble, en la que el núcleo es la relación entre los dos
protagonistas, y es lo que más me interesa.
-Comentábamos
que sus películas anteriores, Los seductores (2010) y Llévame a la
luna (2012), eran comedias románticas. Sin embargo, en Mejor otro día,
aun teniendo momentos cómicos, vemos un tono más melodramático. ¿Es esta la
línea que le gustaría seguir en su cine? ¿Le apetecería hacer alguna película
exclusivamente dramática?
Me
encantaría hacer un drama. Para la elección de las películas pienso en los
resultados finales, pero también en el interés, en el placer o en la fuerza de
las emociones que voy a tener rodándolas. Por ejemplo, algunas escenas entre
Maureen y su hijo son muy emotivas de rodar. En esta película, quizás más que
en las otras, descubrí que cuando haces bien un momento dramático, como
director puedes tener emociones muy fuertes. La comedia y el drama son
realmente lo mismo, una cuestión de dosificación. En la comedia hay que llevar
las cosas hasta un límite pero pararte a tiempo para que no sea pesado, y en el
drama pasa igual. Hay que tratar de ser emocional pero sin cargar demasiado las
tintas ni tener una manera un poco sutil de ver las cosas.
-Siguiendo
con los cambios con respecto a sus anteriores trabajos, también se aprecia una
estructura diferente en Mejor otro día, que no es tan lineal como las
otras. ¿Esto ya venía dado por el libro, o fue una búsqueda de otra manera de
narrar por su parte?
Algo
que me gustó leyendo el guión es que la película está dividida en cuatro
grandes capítulos, y en cada uno se interesa un poco más por un personaje. De
este modo aprendes cosas diferentes de cada personaje durante todo el tiempo.
En otras películas te presentan a los personajes al principio, y luego hay una
historia que avanza, pero no aprendes demasiadas cosas nuevas sobre su vida o
lo que sienten, sus secretos… Con esta historia, conservas el misterio. Me
gustaba estar en una película con una estructura distinta a las lineales. Me gusta
probar cosas nuevas. No nuevas en el cine en general, pero nuevas para
nosotros.
-Esta
es su primera película en Inglaterra. Siendo francés y habiendo rodado sus dos
primeras películas en ese idioma, ¿ha supuesto mucha dificultad el paso al cine
en inglés?
Es
más o menos lo mismo. Hablo bastante bien inglés, pero mi punto débil son los
acentos. Toni Collette es autraliana, Pierce Brosnan es irlandés… A veces había
pequeños acentos, y yo no me daba cuenta. Ahí es donde las productoras, que
eran inglesas, me ayudaban. Y en sincronización hemos tenido que repetir
algunas frases. Pero, si no, aunque no sea tu lengua materna, uno se da cuenta
de cuándo no están bien los actores. Hay alguna sutileza que se escapa, pero en
general me sentía capaz de saber si estaba bien o no.
-Aquí
además el guion es de Jack Thorne, un autor inglés, por lo que también supone
un cambio con respecto a su habitual equipo de guionistas franceses. ¿Echa en
falta la familiaridad con su equipo de trabajo habitual? ¿Le ha afectado este
cambio de alguna manera?
No,
lo que me interesa es cambiar de universo. Si trabajas con las mismas personas,
me temo que al final acabas repitiendo lo mismo. Creo que lo que es
enriquecedor es el encuentro con otras personas. Jack Thorne tiene su propia
voz, escribe mucho para teatro en Inglaterra, y tiene una imaginación y una
simbología muy distinta a la mía, pero eso me interesa, me nutre, me alimenta.
Es una nueva aventura. Si no, te aburres. No me obligo a cambiar
constantemente, pero me parece que cambiar también está bien. Te permite
también arriesgar. Antes de hacer películas, rodé muchos anuncios
publicitarios. Cuando hacía cosas más familiares, tenía la sensación de que lo
sabía hacer y pensaba “Va a ser formidable”. Pero a veces no eran
realmente buenos. Sin embargo, otras veces con cosas más arriesgadas con las
que no sabía por dónde iban a ir, los resultados eran más interesantes. Por
tanto, hay que ponerse en situación de peligro.
-¿Existe
mucha diferencia entre rodar con intérpretes franceses y hacerlo con británicos
o americanos?
Los
actores anglosajones son muy profesionales y muy serios. Forma parte de su
oficio estar allí a tiempo, conocerse de memoria el texto… Es sorprendente que
alguien como Pierce Brosnan, que ha hecho incluso James Bond, nunca se quejaba
en el rodaje. A veces estaba ajustando un plano, y el tenía que estar lejos, de
pie, esperando al sol… Pero nunca dijo “¿Qué pasa?”, o “Daos prisa”.
Cuando están en un rodaje están disponibles al cien por cien. Los actores franceses
son un poco más “relajados”. No es muy amable esto que estoy diciendo (Risas)
-Los
cuatro actores protagonistas vienen de ámbitos distintos y tienen carreras muy
diferentes. ¿Les eligieron en función de esa dualidad comedia / drama?
Sabíamos
que necesitábamos actores con cualidades múltiples. Para Martin Sharp, el
personaje de Pierce Brosnan, necesitábamos a alguien que fuera encantador,
seductor, que tuviera una cualidad casi de líder para el grupo. Tenía que ser
alguien carismático. Cuando ves a Pierce Brosnan en sus películas, observas
todas esas cualidades. Y además era muy bueno en comedia (como en Mars
attacks! -1996- o en Mamma mia -2008-). A Toni Collette
lo mismo, la hemos visto en dramas y en comedias, y sabíamos que tenía estas
cualidades. Para el personaje de Imogen Poots hicimos un casting, con pruebas
de pantalla de una escena muy dramática y otra entre drama y comedia, y vimos
que era la mejor en ello. Y Aaron Paul en Breaking Bad creo que
ha demostrado su capacidad de ser al mismo tiempo divertido y muy fuerte.
Necesitábamos actores con una paleta amplia de posibilidades.
-Uno
de los momentos emocionales álgidos de la película es el de la entrevista en el
programa de televisión. ¿Cómo se trabajó ese momento?
Es
una escena que trabajamos mucho en el montaje. Rodé mucho con la cámara de cine
más las cámaras de televisión, teníamos muchísimo material. La construí
alrededor del personaje que interpreta Imogen Poots, Jess. No es fácil para una
actriz cambiar de estado de una manera tan drástica, y poder hacerlo varias
veces seguidas, sobre todo para una actriz joven. Los rodamos prácticamente en
dos partes: primero la entrevista sobre el personaje de Pierce Brosnan, y luego
retomamos toda la escena pero concentrándonos más en Jess. En las escenas donde
hay emociones tan fuertes, hay una o dos tomas que están bien. Luego parece
todo muy fabricado, o el rostro está tan destrozado que ya no puedes volver
atrás. Es una de las primeras escenas que rodamos, creo que la segunda. Por
tanto no conocía bien a los actores. Era bastante difícil.
Ocurre
con muchas escenas que en cada momento hay un personaje que tiene un papel más
importante que los otros, el núcleo y el corazón es ese personaje, y entonces
hay que protegerlo, favorecerle más que al resto. La escena se construye
alrededor de él. Los actores se llevaban muy bien entre ellos y eran muy
generosos, y cada uno entendía cuando se tenía que quedar un poco fuera y dejar
al otro trabajar.
-Precisamente
hablando del personaje de Jess, es quizás el más importante de la película, ya
que es la que les arrastra a todos a firmar el pacto. ¿Cómo se desarrolló ese
personaje y cómo se trabajó con Imogen Poots?
El
personaje en el libro, e incluso en el guion, estaba siempre enfadado. Un
personaje muy divertido pero muy duro, menos frágil aparentemente. Y cuando
decidimos trabajar con Imogen, después de hacer algunas lecturas con ella, vi
que la cólera no era su mejor registro, no es donde se sentía más a gusto. Me
parecía que estaba más cómoda en la desesperación escondida en la provocación.
Pero la tristeza estaba ahí y afloraba. Así se van creando los personajes,
dependiendo de la naturaleza de los actores. Con los intérpretes jóvenes, que
tienen menos técnica, hay que adaptar un poco los personajes a lo que son, y no
tratar de que entren por la fuerza en los personajes.
-En
sus películas siempre tiene mucha importancia la utilización de la música,
especialmente de las canciones. ¿En qué medida participa usted en la elección
de las mismas?
En
cada una de las películas hay canciones que yo elijo personalmente y otras que
aportan diferentes personas. En Mejor otro día una de las
canciones nos la encontró el becario de montaje, otras fui yo, otras el
supervisor de música… Evidentemente al final soy yo el que las elijo con los
productores, pero las propuestas vienen de diferentes sitios. Las probamos,
ponemos la escena y vemos qué aporta cada canción. Algunas funcionan desde el
primer momento, y otras tardamos más en encontrarlas.
-También
es habitual en sus películas la utilización del fuera de plano. ¿Qué le aporta
este recurso a la hora de narrar?
Trato
de encontrar una manera de contar las cosas que haga que el espectador sea un
poco actor de la película. No enseñarlo todo, sino implicar al espectador para
que entienda las cosas de una manera un poco sutil e interesante. Por tanto, el
fuera de plano forma parte de esa gramática.
Entrevista realizada en el Hotel Intercontinental de
Madrid,
el 31 de Marzo de 2014
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