Almost
in Love (Estados Unidos, 2013).
Dirección y guión:
Sam Neave.
Intérpretes:
Alex Karpovsky, Marjan Neshat, Gary Wilmes, Alan Cumming, Gretchen Hall.
Música original:
James Lavino.
Fotografía:
Daniel McKeown.
Montaje:
Idioma:
Inglés.
Duración: 83
minutos.
Antes
del anochecer (y del amanecer)
Las
películas románticas que basan su propuesta en la locuacidad de los personajes
pueden funcionar en determinados casos y en manos expertas -como pueden ser por
ejemplo las de Richard Linklater-, pero no en cualquiera. No es lo mismo ver a
Celine y Jesse -a los que ya conocemos- discutir, repetirse y reconciliarse
como una pareja normal en Antes del anochecer (2013), que a
los personajes de Almost in Love (dirigida
y escrita por Sam Neave). Un grupo de amigos de clase-media alta que se dedican
a charlar sin descanso sobre las cosas más banales y menos interesantes que uno
pueda imaginar. Emulando con descaro a
Woody Allen, Neave presenta dos momentos en la vida de este grupo, con una
historia de amor no resuelta de fondo.
Almost in Love
parte de un problema que viene precisamente dado por la historia y los
personajes que la protagonizan. El primero de los dos escenarios
(consecuentemente teatrales) que se plantean tiene lugar durante una barbacoa
organizada en casa de Sasha, el protagonista, en la que tendrán lugar
reencuentros incómodos, roces y sorprendentes revelaciones. El segundo ocurre
un tiempo después, el suficiente como para que haya habido relaciones, se hayan
roto, y hayan empezado otras que han acabado en una boda. El suficiente para
todo eso, pero no para que los personajes hayan madurado, o para que superen
las malas decisiones que tomaron en el pasado. Más allá del argumento, y de la
transformación radical e incongruente de Kyle, uno de los vértices del
triángulo amoroso (que se supone que quiere ser el único ejemplo de la sensatez
que da el paso de los años), los dos episodios podrían ser casi consecutivos.
Entre
risas, bromas, conversaciones intrascendentes y borracheras, los actores tratan de aparentar naturalismo
en unas situaciones demasiado planeadas como para resultar creíbles.
Sorprende especialmente la presencia en este conjunto de Alan Cumming, con un
personaje ambiguo que no deja clara su procedencia ni su relación con la
protagonista (¿es su pareja?). La
historia principal, encarnada por Alex Karpovsky, Marjan Neshat y Gary
Filmes, tiene cierto encanto en la
primera parte, pero no acaba de estar bien introducida en la segunda, enmarcada
en un conjunto de momentos alargados sin sentido, como ocurre con el de la
canción.
El
otro problema se encuentra en su propia construcción. La película, en un alarde
de supuesto virtuosismo, está estructurada en dos largos planos secuencia. A
veces, como ocurre en este caso, es necesario plantearse la utilidad del empleo
de este recurso. El plano secuencia no
siempre tiene que responder a una necesidad narrativa más que estilística, pero
en Almost in Love su utilización es
absolutamente arbitraria, y no solo eso, sino que distrae de lo que se está
contando. En la segunda parte, que se desarrolla en varios espacios, no
parece tan forzado, pero en la primera, ambientada todo el tiempo en una
terraza, el director no deja la cámara quieta casi en ningún momento, dándole a
la escena un aspecto en exceso artificial. Mientras oímos las voces de unos
personajes hablando, Neave aparta la cámara conscientemente de ellos, y se
dedica a recordarnos a base de zooms y barridos lo excepcional de su
planteamiento.
Almost in Love se
presenta así como una película pequeña, independiente y sencilla, pero en el
fondo es igual de pretenciosa que cualquier ostentoso trabajo de, por ejemplo,
Joe Wright o Paolo Sorrentino. Antepone
su ejercicio de estilo a cualquier sentimiento de divertimento, emoción o
empatía. Más bien, despierta cierta indiferencia, y su construcción llega a
resultar incómoda. Finalmente, Almost in
Love no es una película de amor. Es una película protagonizada por su
apariencia.
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