Philomena
(Reino
Unido-USA-Francia, 2013).
Dirección:
Stephen Frears.
Intérpretes:
Judi Dench, Steve Coogan, Sophie Kennedy Clark, Mare Winningham,
Barbara Jefford.
Guión:
Steve Coogan, Jeff Pope; basado en el libro de Martin Sixsmith.
Música
original:
Alexandre Desplat.
Fotografía:
Robbie Ryan.
Montaje:
Valerio Bonelli..
Idioma:
Inglés.
Duración:
98 minutos.
“Interés
humano”
Las
dudas que el Martin Sixsmith de Steve Coogan muestra para
involucrarse en una historia de “interés humano” son las mismas
que tiene una película consciente de manejar un material propenso al
lagrimeo fácil. Los riesgos del artículo convertido en libro se
trasladan a una película sobre la que se cierne la amenaza constante
del telefilm. Algo que parece querer evitar a toda costa. Para
empezar, con los nombres visibles en el proyecto: ideado por alguien
tan cool como Coogan, dirigido por el reputado Stephen Frears, y
protagonizado por la gran dama británica de la interpretación.
Philomena
esgrime el prestigio y la autoconsciencia como armas para derrotar
al sentimentalismo barato. Pero parece una lucha más de cara a
la galería que real, cuando todo el film busca de forma
desesperada la complicidad con el público. La manipulación
emocional llega a través del continuo bombardeo de flash-back que
sirven para que nos compadezcamos de esta señora. También
contribuye la forma de aproximarse a la relación entre dos
personajes opuestos, usando el habitual tono cómico y agradable que
permite al público sentirse cómodo ante el conflicto.
Así,
los esfuerzos en pos de la sutileza de la denuncia -que los hay-
resultan vanos. Es cierto que el film jamás juega la baza del
tremendismo, y se apoya en la naturalidad de su protagonista. Pero de
poco sirve evitar el exceso de amargura por un lado, cuando por el
otro se sobrepasan las dosis de amabilidad. Y eso es algo muy
visible en el retrato de Philomena, mujer a la que se convierte
en heroína. Alguien que nos debe desarmar gracias a su candidez y
generosidad.
¿Candidez
o ignorancia? ¿Generosidad o mansedumbre? Quizás no todos estemos
de acuerdo con la visión de los autores, que pretenden situarla en
una especie de superioridad moral bastante peligrosa. “No quiero
ser como tú”, le espeta al periodista descreído. Momento pensado
para que podamos admirar la valentía de elegir el perdón en lugar
del odio. Sí, el mundo sería un lugar mejor si existiera más
gente con esa capacidad conciliadora. Pero que el mundo sea un lugar
más injusto también es responsabilidad de personas como Philomena.
Alguien que no rechista jamás por mucho que sus derechos sean
pisoteados.
Producto
con mucho de diseño calculado, al que le hubiera venido bien una
actriz más desconocida para dar más credibilidad a Philomena (por
muy bueno que sea el trabajo de Judi Dench). También hubiera sido
conveniente no hacernos digerir un discurso más que masticado,
triturado. Las dosis de calidad de su equipo técnico y artístico no
pasan de un bonito revestimiento.
Manuel
Barrero Iglesias
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