Oh Boy (Alemania, 2012).
Dirección y guión: Jan Ole Gerster.
Intérpretes: Tom Schilling, Katharina Schüttler, Frederick Lau, Justus von Dohnányi, Ulrich Noethen, Michael Gwisdek.
Música: Cherilyn MacNeil, The Major Minors.
Fotografía: Philipp Kirsamer.
Montaje: Anja Siemens.
Idiomas: Alemán, inglés.
Duración: 83 minutos.
I read the news today, oh boy
About
a lucky man who made de grade
And
though the news was rather sad
Well
I just had to laugh
(A
day in the life, The Beatles)
A
finales del 2013, pasó de manera simultánea por nuestro país en la
Muestra de Cine Europeo de Segovia y el Festival de Cine de Gijón Oh
Boy, casi al mismo tiempo que ganaba el Discovery a la mejor
ópera prima en los EFA. Triunfadora absoluta de los pasados Premios
Lola de su país hace ya casi un año, se estrena en cines una
auténtica revelación de lo que sería el conocido como Joven Cine
Alemán del Siglo XXI, formado por una generación de nuevos
directores temáticamente interesados por los problemas de la
juventud. Sin embargo, la ópera prima de Jan-Ole Gerster abre un
nuevo camino de extremo cuidado formal frente al hiperrealismo y la
sencillez visual que suele caracterizar a las películas de esta
corriente.
Calificada
como comedia, Oh Boy realmente es una historia
melancólica y dramática. Al igual que su casa, en la que lleva
viviendo semanas y aún no ha desembalado las cajas, Niko todavía
tiene que desembalar su vida, pero no sabe cómo hacerlo. El vacío
existencial de este berlinés veinteañero se irá desvelando a lo
largo de un día, en el que vivirá todas las desventuras y
excentricidades a las que se puede enfrentar una persona dentro de la
cotidianidad, a través de diferentes episodios muy marcados (quizás
demasiado) con personas más o menos cercanas. Oh Boy
podría entenderse como una versión masculina y pesimista de Frances
Ha (-2013-, que también se estrena el mes que viene), en su
reflejo de una generación que busca encontrarse a sí misma, en
muchas ocasiones sin éxito. Coetáneos como son, Frances afronta las
situaciones con una sonrisa y actitud positiva, lo cual le hace salir
adelante, mientras que la permanente mirada hastiada hacia todo y
todos por parte de Niko (interpretado con gran carisma por un
excelente Tom Schilling), parecen destinarle a un inevitable callejón
sin salida del que ni siquiera se esfuerza por salir.
La
naturalidad (buscada) de Frances
Ha no es tampoco tal en
Oh Boy,
que como hemos comentado, es una película muy conscientemente
estilizada. Jan-Ole Gerster se acerca más a la Nouvelle Vague y a
los primeros trabajos de Jim Jarmusch, que a la personalidad de los
contemporáneos alemanes con los que se formó, Tom Tykwer y
Wolfgang Becker, siendo de este último asistente en Goodbye
Lenin!, y realizando en
2004 el documental sobre la creación de la película, Der
Schmerz geht, der Film
bleibt. Gerster
presenta un Berlín tan bohemio como deshumanizado, a través de
encuadres que parecen sacados de fotografías de Dorothea Lange
(especial atención al plano del protagonista en el cajero junto al
mendigo), que se compensan con otros momentos de cámara en mano y
fondos difuminados. Las imágenes están casi todo el tiempo
acompañadas de la música de jazz de The Major Minors, muy del
estilo de George Gershwin, unida a melancólicos temas de piano de la
cantautora Cherilyn MacNeil.
La
historia de Niko podría extrapolarse a cualquier joven de cualquier
lugar, pero, al mismo tiempo, sólo podría ser alemana. Gerster hace
una radiografía de diferentes aspectos de la sociedad alemana, como
por ejemplo los tabúes sobre el nazismo, un tema que, más que
superado, parece enterrado y oculto. El director y guionista también
se acerca a los problemas del arte más academicista frente al
contemporáneo, haciendo una crítica incluso a la vulgaridad del
propio cine de su país (en la escena del encuentro con el actor y el
rodaje de la película). Estas cuestiones están sin embargo
introducidas en una relación de historias no siempre conseguidas al
mismo nivel. Le cuesta fluir con soltura, se la siente una película
en ocasiones demasiado pensada.
Oh
Boy revela a Tom Schilling como el mejor actor alemán de su
generación. Schilling le da a su Niko toda una colección de matices
casi imperceptibles. A su alrededor van apareciendo importantes
figuras del cine alemán, como Frederick Lau (La ola
-2008-), la breve aunque siempre estimulante presencia de Katharina
Schüttler (Llega el día -2009- o Caída libre
-2013-), un camaleónico Justus von Dohnányi (El experimento
-2001-) o Ulrich Noethen, a quien pudimos ver hace poco en Hannah
Arendt (2012). Merece una mención especial Michael Gwisdek,
que ganó el Lola al mejor actor de reparto por un papel de no más
de 7 minutos prácticamente al final de la película, en una escena
clave que resume toda la esencia de la misma. Si bien su personaje
está demasiado evidentemente introducido para encauzar el camino del
protagonista, Gwisdek le aporta suficiente personalidad como para
transformarlo en independiente y fundamental para la trama.
Oh
Boy es un estético estudio de un modelo de juventud
presente, que intenta rebelarse en contra de los convencionalismos
del cine actual desde mecanismos herederos de la modernidad. Algo
como lo propuesto por Jonás Trueba en Los ilusos (2013),
pero de manera menos radical, con una poética visual basada en las
referencias, que, aunadas, erigen una obra con entidad propia.
Qué ganas!!
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