Dallas
Buyers Club (Estados
Unidos, 2013).
Dirección:
Jean-Marc
Vallée.
Intérpretes:
Matthew
McConaughey,
Jared Leto, Jennifer Garner, Denis O'Hare, Steve Zahn.
Guión:
Craig Borten, Melisa Wallack.
Fotografía:
Eyves Bélanger.
Montaje:
Martin Pensa, Jean-Marc
Vallée.
Idiomas:
Inglés, japonés.
Duración:
117 minutos.
El lobo de Dallas
No
es casualidad que entre las nominadas al Oscar como mejor película
de 2013 se encontraran cuatro obras que, de una forma u otra,
hablaban del capitalismo. Y menos casualidad aún es que tres de de
ellas se remonten varias décadas atrás. Concretamente, los hechos
narrados en Dallas Buyers Club son coetáneos a los que recrea
El lobo de Wall Street (ambas basadas en sucesos y
personas reales). Definitvamente, no es casualidad. En los tiempos
que corren, todos andan buscando las razones que nos han conducido
hasta el desaguisado que tenemos montado ahora.
Aunque
cualquier indagación que se haga sobre ello sabe a poco tras el
descomunal ejercicio llevado a cabo por Scorsese. La operación
que ejecuta Jean-Marc Vallée es muy parecida, situando en el centro
de la acción a un tipo despreciable pero carismático. Alguien
en los márgenes del sistema, que de forma simultánea lucha contra
él y se aprovecha del mismo. Pero si Scorsese exhibía una
absoluta coherencia en un discurso alejado de clichés, no podemos
decir lo mismo del director canadiense.
Tras
una presentación de personaje magistral, el film tarda poco en
entrar en el meollo de la cuestión. Un cowboy homófobo es
diagnosticado con SIDA, cuando aún la enfermedad está socialmente
asociada a homosexuales y drogadictos. El impacto que la noticia
causa en él es doble. Por un lado, se enfrenta a una esperanza de
vida que los médicos cifran en treinta días. Por el otro, el
rechazo de un entorno que reacciona tal como él lo haría en esa
situación. Es en ese contraste de unir homofobia y homosexualidad
donde surgen los mejores momentos del film. La sensibilidad de Vallée
consigue que ese acercamiento se haga de forma bastante sutil.
Al
menos de inicio. Porque a medida que transcurren los minutos, la
película se entrega cada vez con más profusión a los designios de
las producciones oscarizables. Ahí tenemos la secuencia del
supermercado. Pero si hay algo que conduce hacia caminos
convencionales es esa lucha del cowboy contra las farmacéuticas. De
nuevo empieza muy bien el director, mostrando esa dualidad de un
personaje que a la vez es héroe y villano. Pero esa peligrosa
tendencia mainstream a la simplificación termina aplastando las
estimulantes contradicciones.
Y
ahí emerge el héroe que le sirve en bandeja el Oscar a Matthew
McConaughey, arrastrando con él a Jared Leto. Hasta en eso cumple
Dallas Buyers Club los cánones de forma escrupulosa.
Transformaciones físicas espectaculares para unas
interpretaciones que quedan por encima de una película que acaba
siendo herramienta funcional para el lucimiento de sus actores.
Una pena que se queden en el camino los conflictos que se quedan en
meros apuntes.
Manuel
Barrero Iglesias
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