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domingo, 9 de marzo de 2014

Crónica Muestra SyFy 2014. Sábado

Por Emma Galán


Comenzamos con una sesión matinal y un clásico entre los clásicos: La bella y la bestia de 1991, esta vez en 3D y que hizo las delicias de los no tan pequeños. El Festival Syfy tomando como costumbre, y de forma acertada, un matinal infantil como diversificación de público objetivo.

Y por la tarde, In fear, de Jeremy Lovering, la cual prometía por su buena crítica recibida en Sundance, no recogió la aceptación del público del SyFy. Incluso podemos ver una reseña de hace tres días en el NY Times: ‘this tightly wound thriller proves that minimal resources can sometimes produce more than satisfying results’. No es, bajo ningún concepto la opinión de la mayoría del público que estábamos allí, considerándola tediosa e insustancial.

Pasamos con mal sabor de boca, pero ganas de seguir viendo cine de género, a Almost Human. La presentadora, una naif y pizpireta Leticia Dolera, nos recuerda el fracaso estrepitoso de la anterior proyección y de la nueva nos explica que “se hizo con poca pasta” y “es una ópera prima”, lo cual hizo estremecer a la sala. Pero fueron temores infundados, pues acabó convirtiéndose en una película que recupera el espíritu del terror y thriller de los 80, en la estela de los Carpenter, Craven o Argento de esa prolífica década. Muy recomendable.

Antes de la siguiente proyección, vimos un altamente recomendable cortometraje, El juego inconsciente, de Chris Landreth, del cual es mejor no hacer referencias y directamente ver. Su interés no reside en lo estético, si no en el puro ingenio. Es una apología de los recovecos de la mente, del subconsciente, la cual me recordó a ese mítico juego de PC denominado ‘I have no mouth but I must scream’, mucho menos apocalíptico y en tono de comedia. Altamente recomendable.

Y después de esa película de mezcla de género (slasher, thriller, extraterrestres) comenzamos con una oda videoclipera de Juno Mak a las tradiciones del terror de su país, además de resultar una orgía posmoderna compuesta de yurei y geung-si, a partes iguales, donde quizá la deformación profesional del director le pierde por unos caminos videocliperos con mezcolanzas en digital de exorcismos, combates de kung fu y siniestras apariciones: Rigor Mortis. Quizá le pierda su relativo cercano pasado de estrella del pop, pero a pesar de todo ello, el film entretiene y no deja de perder atención ni un solo minuto. Aunque sea para intentar descifrar todo lo que nos muestra en tan poco tiempo, la película tiene la virtud de enganchar. Recomendable.

Llegamos a la pieza estrella de la noche: Coherence. Ganadora del premio al mejor guión en Sitges 2013, y con razón. Una película modesta en presupuesto, hasta el punto de que su rodaje se limitó a 5 noches en la propia casa del director, con ocho actores amigos del mismo. Un poco el fenómeno que ya apreciamos en una película de factura similar: Much ado about nothing, de Josh Whedon, la cual la rodó en un periodo de tiempo similar en días de descanso del rodaje de The Avengers. En este caso se suma, de forma muy acertada y de puro y redondo guión un fenómeno de tintes de ciencia ficción y metafísicos. La mejor manera de visionar este film es la completa ignorancia de su sinopsis, así que si no la has visto, mejor no continúes leyendo estas líneas, visiónala, y después podré afirmarte que es una de las mejores películas con paradojas temporales hasta la fecha, y que me perdonen Rian Johnson (Looper), Nacho Vigalondo (Los Cronocrímenes) y hasta Shane Carruth con su indescifrable Primer. Una película austera, pequeña y sin pretensiones, que nos confirma que el talento y el ingenio no se pueden medir con el presupuesto invertido. Gracias James Ward Byrkit por permitirnos volver a creer en el cine como esencia, y no como apariencia.

Después de ese buen sabor de boca, sin muchas expectativas nos quedamos a ver Piranha 3DD. Lo que mereció la pena de este acto fue el visionado de su cortometraje anterior: Sequence. Un cortometraje de buenísima factura y que supera con creces la premisa de un buen cortometraje: una buena idea, un sorpresivo giro final y una tensión dramática continua. Carles Torrens ha acertado, y una vez más, no saber nada de la trama mejora su visionado, así que recomendable a todas luces. No tan recomendable es el fiasco de Piranha 3DD. Así como en la primera, Alexandre Aja, realiza un ejercicio de estilo paródico tan sobresaliente como entretenido, en esta segunda corrobora el refrán popular de que “segundas partes nunca fueron buenas”. Salvo las apariciones autoparódicas estelares de David Hasselhoff y algunos cameos de renombre, el resto es una pretendida obra de género que solo resulta insulsa, tediosa y poco extravagante. Totalmente prescindible.

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