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sábado, 25 de enero de 2014

Obra 67

7/10
Obra 67 (España, 2013).
Dirección y guión: David Sainz.
Intérpretes: Álvaro Pérez, Jacinto Bobo, Antono Dechent, Daniel Mantero, Ricardo Mena Rosado.
Fotografía: Tomás Moreno.
Montaje: Javi Lería.
Idioma: Español.
Duración: 108 minutos.



La vida en obras

Cuando escasea el dinero, no hay más remedio que agudizar el ingenio. Los tiempos de crisis son complicados, y más para un arte tan laborioso como el cine. Una de las muchas iniciativas que surgen en los márgenes de la industria es  #littlesecretfilm, que ha dado la oportunidad de rodar a numerosas personalidades relacionadas con el cine. Una iniciativa que crece y que, como en este caso, es una magnífica oportunidad para dar voz a talentos emergentes.

David Sainz ya había aprovechado la democratización audiovisual para darse a conocer con Malviviendo, serie que cosechó gran éxito en internet. De esta unión con #littlesecretfilm ha surgido Obra 67, primera película del proyecto que se estrena comercialmente en las pantallas. Y bien que lo merece un trabajo que minimiza sus carencias para explotar al máximo sus pequeñas grandes virtudes.
El recorrido de Sainz es muy similar al de Alfonso Sánchez, quien revolucionó la red con unos cortometrajes que ironizaban sobre varios arquetipos sevillanos. Aquellos trabajos junto a Alberto López tuvieron continuidad en un largometraje -también realizado con medios precarios- donde el humor sirve como vehículo para continuar con su ácida crítica social.

Hace ya años que el cine andaluz se ha quitado de encima los complejos, lo que beneficia la credibilidad de unos personajes enraizados dentro de su contexto. Como en El mundo es nuestro, los protagonistas de Obra 67 son un par de jóvenes que planean un robo para salir de la mediocridad. De nuevo, la naturalidad y frescura de los diálogos provocan la cercanía de unos personajes a los que el público identifica muy fácilmenteDetrás de las risas se esconde la dura realidad de una generación con escasas esperanzas de futuro. El director no olvida la crítica -el personaje del cineasta-, conquistando al espectador a través de algo tan difícil como es hacer reír.

Pero Obra 67 nos depara una estimulante sorpresa en forma de giro que cambia por completo el tono del film. Sainz se las arregla para cambiar de género en cuestión de segundos, y lo hace con una habilidad narrativa nada desdeñable. Es asombroso como el director consigue mantener la credibilidad en la arriesgada pirueta, consiguiendo ese tono angustioso opuesto al anterior.

Le cuesta al autor encontrar la forma de cerrar el film, y opta por un desenlace algo atolondrado y con alguna que otra incongruencia. El toque sentimental llega algo forzado para un final que -a pesar de todo- apunta maneras y no renuncia a lo descarnado. Es complicado, de todas formas, redondear con acierto una obra tan arriesgada como ésta. Hubiera sido la guinda para redondear un trabajo estimulante.



Manuel Barrero Iglesias








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