Tres
bodas de más (España,
2013).
Dirección:
Javier Ruiz Caldera.
Intérpretes:
Inma Cuesta, Quim Gutiérrez, Martiño Rivas, Rossy de Palma, Paco
León, María Botto, Berto Romero, Laura Sánchez.
Guión:
Pablo Alén, Breixo Corral.
Música
original:
Javier Rodero.
Fotografía:
Arnau Valls Colomer.
Montaje:
Alberto
de Toro.
Idioma:
Español.
Duración:
94 minutos.
Tres bodas y una resurrección
Tras
el estreno de Spanish Movie (2009) nada hacía presagiar que
Javier Ruiz Caldera se convertiría en un nombre importante
dentro de la comedia española. Aquel intento de españolizar un
subgénero, que ya estaba en clara decadencia en los mismos Estados
Unidos, se dio de bruces contra su propia incapacidad para hacer
reír. A pesar de los buenos resultados en taquilla, era imposible
rescatar algo provechoso de aquello.
Ruiz
Caldera dirigió una segunda película, escrita en esta ocasión por
Cristóbal Garrido y Adolfo Valor. El cambio resultó
decisivo, ya que con un guion inteligente es mucho más fácil hacer
una buena película. Un libreto lleno de referencias metidas con buen
gusto, y a partir del cual el director consiguió elaborar una
comedia muy divertida. Promoción fantasma (2012)
era un trabajo que se respetaba a sí mismo y a su público.
Nuevo
cambio de guionistas para el tercer film de Ruiz Caldera, quien
confirma definitivamente que sabe cómo va esto de hacer reír,
demostrando que conoce los mecanismos y controla el ritmo. Ahora
son Pablo Alén y Breixo Corral -al igual que Garrido y Valor,
curtidos en la ficción televisiva- los que escriben unas líneas más
que decentes, y el director no desaprovecha la oportunidad. Todo lo
comercial que quieran, pero el film cumple a la perfección en su
papel de entretenimiento de calidad.
La
referencia a Bridesmaids (Paul Feig, 2011), como
representante de la comedia romántico-gamberra femenina, es más que
evidente. En nuestro país, en el que la risa está dominada por el
hombre, esto ya es toda una novedad. Sánchez Arévalo, Vigalondo o
Cobeaga -Almodóvar es punto y aparte- toman un punto de vista
marcadamente masculino, relegando a la mujer a un segundo plano. Con
Tres bodas de más al fin tenemos una
protagonista muy visible, aunque el punto de vista siga siendo
masculino. No olvidemos que guionistas y director, al fin y al
cabo, son hombres.
Sí,
Inma Cuesta es omnipresente, pero la voz de los creadores se
encuentra en Martiño Rivas. El chico sensible y comprensivo que
roza lo freak. Muchos de sus diálogos parecen metidos únicamente
para expresar algunas inquietudes de sus creadores. Y qué decir de
sus “contrincantes”. Un surfero, un transexual, un imbécil y un
cirujano plástico. Personajes de colectivos muy concretos en los que
casi nadie se reconocerá -con el imbécil nadie se va a
identificar-, frente a un becario en situación de precariedad. El
problema de ese personaje es su superioridad respecto a los demás.
Lo que supone también cierta condescendencia hacia la protagonista,
que solo es capaz de conquistar su autoestima gracias a la actuación
invisible del salvador.
Tampoco
es que estemos ante una película machista, ya que reparte por igual
entre hombres y mujeres, pero sí es cierto que el personaje de Dani
rebaja ese tono ácido que tan bien funciona. Quitando este desliz,
Tres bodas de más no tiene nada que envidiar a sus
espejos norteamericanos. Tan irregular como finalmente satisfactoria.
Y con la virtud de saber mezclar en su justa medida la comedia
gruesa, la blanca y la incorrecta.
Inma
Cuesta demuestra su capacidad cómica, pero son los secundarios -qué
sería de la comedia sin ellos- los que nos conquistan de verdad.
Rossy de Palma, Berto Romero, María Botto o
Paco León bordan unos roles que provocan la risa desde que
abren la boca por primera vez (incluso antes). Sí, son todo
estereotipos, pero es que estamos hablando de comedia. Ese arte tan
complicado que es hacer reír.
Manuel
Barrero Iglesias
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