Plot
for Peace
(Sudáfrica-Congo-USA-Mozambique-Francia-Cuba-Angola, 2013).
Dirección:
Carlos Agulló, Mandy Jacobson.
Documental
con
Jean-Yves Ollivier, Pik Botha, Joaquim Chissano, Winnie Mandela,
Rusty Evans.
Guión:
Stephen Smith.
Música
original:
Antony Partos.
Fotografía:
Rita Noriega, Diego Ollivier.
Montaje:
Carlos Agulló.
Idiomas:
Inglés, francés, portugués, afrikaans, español.
Duración:
84 minutos.
Searching
for Madiba
Una
de las líneas argumentales que exploraba Searching for Sugar Man
era la influencia de Rodriguez en el movimiento contra el apartheid,
que empezaba a manifestarse cada vez con más fuerza. Más que
influencia, deberíamos hablar de emblema. El cantante se convirtió,
de forma involuntaria, en símbolo de aquellos que luchaban contra un
régimen absurdo y demencial.
Cualquier
acto particular hay que contextualizarlo en una lucha incesante de
miles de personas durante años. Pero al
cine siempre le han gustado las historias individuales ocultas en las
sombras.
Aquí entra Complot
para la paz,
que cuenta cómo Jean-Yves Ollivier influyó de forma decisiva en la
excarcelación de Nelson Mandela. Hay personas que son capaces de
recoger toda esa energía de cambio y acelerar el proceso a través
de su poder o sus capacidades. Es el caso del empresario francés,
pero hay muchos otros (recordemos el personaje que encarna Gael
García Bernal en No).
Lo
más interesante del film reside en mostrarnos los tejemanejes
políticos entre bambalinas,
el movimiento de hilos por aquí y por allá. Tenemos que volver aquí
a
Searching
for Sugar Man.
Si
el documental sobre Rodriguez tomaba forma de thriller intigrante, el
que dirigen Agulló y Jacobson muta en thriller político
(el uso de la música es muy significativo). Así los directores
consiguen mantener aún más la atención del espectador.
En
la película no faltan los testimonios de varios protagonistas,
vertebrados por los del propio Ollivier. El que queda en un segundo
plano es Mandela, aunque su figura inspiradora siempre está
presente. El
film -no sabemos si de forma consciente, pero sí acertada- prescinde
de declaraciones del líder sudafricano. Ir por ese camino
significaría tener que atender a una figura enorme que podría
acabar devorando el resto.
Y aquí, lo que se quiere contar precisamente es toda esa serie de
acciones que se realizaron sin que el propio Mandela lo supiera. Se
trata de contar un trozo de historia oculta, de forma atractiva y
rigurosa. Objetivo, por cierto, cumplido.
Manuel
Barrero Iglesias
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