Das merkwürdige Kätzchen (Alemania, 2013).
Dirección, guón y montaje: Ramon Zürcher.
Intérpretes: Leon Alan Beiersdorf, Matthias Dittmer, Lea Draeger, Monika Hetterle, Mia Kasalo.
Fotografía: Alexander Haßkerl.
Idioma: Alemán.
Duración: 72 minutos,
Un
gato, una familia y otras extrañezas
Ramon
Zürcher nos revela en su primera película -galardonada con el premio al mejor
largometraje en la 20º edición del festival l’Alternativa de Barcelona- que no hacen falta grandes conflictos
para generar atención, interés, o incluso suspense o expectativas. Expectativas
en el sentido amplio de la palabra; no en el sentido de implicar la resolución
total de nada, ni tampoco en el de la construcción gratuita de un gran castillo
de naipes que crece sin propósito.
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En
efecto, la película transcurre entera
-sólo con la excepción de algunos planos fijos de situación (orquestados como
si fueran postales en movimiento con muestras de lo que llena y vacía las
calles circundantes)- en los escasos
metros cuadrados de un concurrido apartamento alemán, donde una familia y
varios allegados cercanos preparan, y luego disfrutan, de una cena común. Pero
no es la historia, sino los gestos, los ruidos, las venadas de cada uno, sus
miradas y complicidades lo que construye el ritmo y el carácter de la película.
Uno no sabe muy bien qué es lo que hace extraño a este gatito, a estos
personajes, pero el deliberado y consciente punto de vista de observador que el
director atribuye al espectador -cuya mirada está siempre enmarcada en
composiciones rígidas, parciales e increíblemente bellas- es lo que nos lleva a
no parar de intentar averiguarlo. ¿Y qué es lo que descubrimos? Probablemente,
que todos los humanos somos igual de raros.
Con unas interpretaciones
sólidas y muy logradas, éste es sin duda un film peculiar que consigue con
maestría hacer de las estudiadas coreografías de los personajes, los insólitos
diálogos y los bizarros comportamientos de los protagonistas, algo fresco e
incluso familiar. Algo que, a pesar de extraño, reconocemos,
nos acostumbramos a ello y, después de los créditos finales, echamos de menos.
Júlia de Balle
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