Das merkwürdige Kätzchen (Alemania, 2013).
Dirección, guón y montaje: Ramon Zürcher.
Intérpretes: Leon Alan Beiersdorf, Matthias Dittmer, Lea Draeger, Monika Hetterle, Mia Kasalo.
Fotografía: Alexander Haßkerl.
Idioma: Alemán.
Duración: 72 minutos,
Un
gato, una familia y otras extrañezas
Ramon
Zürcher nos revela en su primera película -galardonada con el premio al mejor
largometraje en la 20º edición del festival l’Alternativa de Barcelona- que no hacen falta grandes conflictos
para generar atención, interés, o incluso suspense o expectativas. Expectativas
en el sentido amplio de la palabra; no en el sentido de implicar la resolución
total de nada, ni tampoco en el de la construcción gratuita de un gran castillo
de naipes que crece sin propósito.
El
extraño gatito es
una extraña película cuyo embrión se generó en un contexto puramente académico,
concretamente en un workshop impartido por Béla Tarr en la academia de estudios
cinematográficos DFFB de Berlin. El condicionante inicial era que los alumnos trabajaran
a partir de un relato de Franz Kafka y (tal y como el hermano gemelo del
director explicó posteriormente al pase de la película) el grupo dirigido por
Ramon eligió la conocidísima ‘Metamorfosis’.
Pero resulta indiscutible que dicho libro fue solamente el comienzo y que, si
bien mantuvieron como base la familia y la casa, también quitaron, primero, el
componente fantasioso-delirante que le da nombre y, después, construyeron de
cero todo un nuevo universo reprimido y articulado en el interior de un piso
berlinés y en un tiempo presente.
En
efecto, la película transcurre entera
-sólo con la excepción de algunos planos fijos de situación (orquestados como
si fueran postales en movimiento con muestras de lo que llena y vacía las
calles circundantes)- en los escasos
metros cuadrados de un concurrido apartamento alemán, donde una familia y
varios allegados cercanos preparan, y luego disfrutan, de una cena común. Pero
no es la historia, sino los gestos, los ruidos, las venadas de cada uno, sus
miradas y complicidades lo que construye el ritmo y el carácter de la película.
Uno no sabe muy bien qué es lo que hace extraño a este gatito, a estos
personajes, pero el deliberado y consciente punto de vista de observador que el
director atribuye al espectador -cuya mirada está siempre enmarcada en
composiciones rígidas, parciales e increíblemente bellas- es lo que nos lleva a
no parar de intentar averiguarlo. ¿Y qué es lo que descubrimos? Probablemente,
que todos los humanos somos igual de raros.
Con unas interpretaciones
sólidas y muy logradas, éste es sin duda un film peculiar que consigue con
maestría hacer de las estudiadas coreografías de los personajes, los insólitos
diálogos y los bizarros comportamientos de los protagonistas, algo fresco e
incluso familiar. Algo que, a pesar de extraño, reconocemos,
nos acostumbramos a ello y, después de los créditos finales, echamos de menos.
Júlia de Balle
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