Carrie
(Estados Unidos, 2013).
Dirección:
Kimberly Peirce.
Intérpretes:
Chloë Grace
Moretz, Julianne Moore, Gabriella
Wilde, Portia Doubleday, Ansel Elgort, Judy Greer.
Guión:
Lawrence D. Cohen, Roberto Aguirre-Sacasa; sobre la novela de Stephen
King.
Música
original: Marco Beltrami.
Fotografía:
Steve Yedlin.
Montaje:
Lee Percy, Nancy Richardson.
Idioma:
Inglés.
Duración:
100 minutos.
Derrotada
por el mito
No
es sencilla la tarea de llevar al cine una novela que ya se convirtió
en leyenda audiovisual hace más de treinta años. El peso de
aquella versión es demasiado, más por su carácter icónico que por
su consistencia final. Una mitificación en la que intervienen de
forma decisiva tres factores: la cámara de Brian De Palma, la
presencia de Sissy Spacek y la música de Pino Donaggio. Ellos tres
se bastaron para crear un referente dentro de la cultura popular.
¿Cómo
competir con aquel film? La única manera es olvidar que existe. Pero
eso es imposible. Para el espectador (al menos de una cierta edad) y
parece que también para Kimberly Peirce. La directora parece deseosa
de cortar vínculos, pero nunca deja de mirar de reojo al referente.
Carrie (2013) nunca se decide entre la nueva
adaptación de la novela o el remake de la película. Y así es
muy difícil despertar el interés con un producto que, ya de
entrada, se mira con recelo.
Esta
nueva versión parece bastante preocupada en demostrar cómo ha
avanzado la tecnología, haciendo ostentación de efectos
especiales para ilustrar los poderes de su protagonista. Esto nos
conduce a uno de los grandes males del actual cine en Hollywood, el
alargamiento extenuante del clímax. Carrie (1976) no era
una película demasiado sutil. Al contrario, De Palma exhibe sin
tapujos su estilo desmesurado. Pero tiene el buen criterio de darle a
la masacre final el tiempo justo, sin recrearse en la jauría.
Muy
significativa es la muerte de los “villanos”, secuencia que en la
versión del 76 se despachaba en pocos segundos. A Peirce se le va la
mano de tal forma que esos personajes acaban siendo una mala
caricatura. Lo que, dicho sea de paso, rompe todo el naturalismo que
supuestamente pretende la directora frente al artificio de De Palma.
De nuevo, hablamos de espectáculo vacío e inútil. Si a todo
esto le sumamos el gravísimo error de casting con la elección de
Chloë Grace Moretz, nos queda una película más de terror
adolescente. Una de tantas que van directamente al montón de la
mediocridad.
Manuel
Barrero Iglesias
No hay comentarios:
Publicar un comentario