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jueves, 14 de noviembre de 2013

Sevilla 2013. Día 6

Sexta jornada ya de un festival que encara su recta final. Segundo día para quien esto escribe, en el que pudimos ver dos filmes que compiten en la Sección Oficial. Disfruté con The Selfish Giant, en la mejor tradición del cine social británico. Y salí decepcionado con The Immigrant, la nueva obra del interesante James Gray. Además, pudimos disfrutar con el tercer programa de la insólita Gunvor Nelson. Pero a ella le dedicaremos un artículo independiente. También conocimos que Claire Denis -con la que teníamos concertada entrevista- no asistirá finalmente al Festival. Una lástima.

Por Manuel Barrero Iglesias


The Selfish Giant (Clio Barnard. Reino Unido, 2013). Sección Oficial

Ken Loach. Shane Meadows. Fueron los dos nombres que acudieron a mi cabeza al ver el primer largometraje de ficción de Clio Bernard. Podría haber pensado en muchos más, ya que el film se encuentra dentro de ese realismo social británico que tan bien suele funcionar. Nos acordamos de Loach y Meadows porque la adolescencia siempre ha tenido un lugar importante en sus filmografías. Y Barnard nos trae un magnífico relato de dos jóvenes en riesgo de exclusión.

La situación actual da tantos motivos para volver a estas historias como los había en la era Thatcher. De nuevo tenemos retrato de los márgenes del entorno industrial. La incapacidad de unas familias preocupadas en poder comer, la inutilidad de un sistema educativo que no cumple su función. The Selfish Giant -inspirada muy, muy libremente en el cuento de Wilde- nos cuenta con mucha sensibilidad la amistad de estos dos marginados, creando una complicidad asombrosa entre ambos. Un film construido con mucha inteligencia, 


The Immigrant (James Gray. Estados Unidos-Francia, 2013). Sección Oficial

Cuando uno se dispone a ver una película de James Gray (La noche es nuestra, Two Lovers) espera que le sorprendan. Así que encontrarse con un dramón lleno de lugares comunes -y al que se le ven las costuras por doquier- supone una decepción. No basta con el inmenso trabajo de Darius Khondji en la fotografía, ni con algunos momentos brillantes que Gray nos regala. El inicio de la relación entre los dos protagonistas posee gran complejidad, difuminando los limites del bien y del mal.

A medida que transcurre el tiempo, el film se vuelve de un convencional insoportable. Cotillard y Phoenix ponen sus expresiones más sufridas de forma permanente, y el camino hacia la redención se traza con el manual delante. Aunque para ello haya que tomar decisiones imposibles de guion, o la credibilidad de todo se desmorone al son de los golpes de efecto. Lo único que importa en esa recta final es llegar a una conclusión que se acerca peligrosamente al folletín.

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