“El nacimiento de una
cani” podría llamarse esta película. Bromas aparte, In Bloom trata la
adolescencia desde la perspectiva de dos niñas georgianas que se van formando
en un ambiente difícil. Quizá lo más relevante sea ver cómo una pistola puede
ser un símbolo del amor... pero poco más. Entretenida.
My fathers, my mother and me (Paul-Julien Robert. Austria, 2013) Las nuevas olas
Este documental sobre la
comuna de Friedrichshof creada y dirigida por Otto Muehl entre los 70 y los 80
es, probablemente, de las cintas más duras que han llegado a este Festival. Porque
sin rencor, más por curiosidad y en un ejercicio para encontrarse a sí mismo,
Robert nos va mostrando este lugar en el que se crió, adentrándonos con
curiosidad e interés -como sin duda se adentraron las personas que vivieron allí-,
para llegar a descubrir la tiranía en la que se convirtió la vida de estas
personas, especialmente los niños que nacieron en la comuna.
Por Alicia Ortega
We are the best! (Lukas Moodyson. Suecia, 2013). Sección Oficial
Una
película que se disfruta en su falta de pretensiones, a la que le sienta muy bien el espíritu lúdico que la recorre. Lukas Moodyson combina con habilidad la rabia punk con ese toque naif de la adolescencia ochentera para construir un divertido retrato de la época. El director sueco ya ha demostrado en varias ocasiones su destreza para relatar la vida adolescente, algo que vuelve a hacer en este trabajo. We are the best! tiene una frescura contagiosa; desde sus tres actrices protagonistas, hasta la sensación de espontaneidad que provoca la manera en la que filma Moodyson (uso del zoom incluido).
Grand Central (Rebecca Zlotowski. Francia-Austria, 2013). Las nuevas olas
Dos estrellas emergentes del cine francés como Tahar Rahim y Léa Seydoux protagonizan esta historia de amour fou con problemática nuclear de fondo. El romance no da mucho de sí, exceptuando un nacimiento que la autora cuenta de manera brillante. Lástima que luego pierda tanta fuerza, resultando algo tan convencional, donde nunca nos creemos que exista esa pasión desatada. Aunque lo más estimulante de este trabajo debería llegar con el entorno, esa central nuclear que condiciona la vida de los que allí trabajan. Tampoco aprovecha Zlotowski del todo las posibilidades que ofrece este elemento.
Por Manuel Barrero Iglesias
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