Por Alicia Ortega
Algo
muy difícil de llevar bien a la hora de hacer cine es saber cuánto
tiempo aguantar un plano: no cortarlo antes de que el público vea
todo lo que queremos mostrar, mantenerlo el tiempo suficiente para
transmitir los sentimientos que buscamos, no alargarlo más de lo
necesario para no perder la atención del espectador. A Tsai
Ming-Liang se le va de las manos este asunto, y pierde a los
espectadores en una historia que deja de tener importancia después
de que se le intente dar demasiada importancia.
Stop
the pounding heart (Roberto Minervini; EEUU, Italia, Bélgica)
Stop
the pounding heart compite en la sección Nuevas Olas tanto de
ficción como de no ficción, un paseo por la vida de una adolescente
ultracristiana que vive y trabaja en una granja de Texas. Minervini
se aproxima a Sara y su familia sin prejuicios, mostrándonos una
forma de vida y de vivir la adolescencia distinta a la que conocemos,
pero que en esencia es igual de difícil y extraña en todas partes.
Shirley
– Visions of reality (Gustav Deutsch, Austria)
Es
sobrecogedora la forma en que cada escena de la cinta reproduce los
cuadros de Hopper, no ya tanto por el decorado, que es magnífico,
sino más impresionantemente por la labor de coreografía en la que
los personajes se colocan y colocan los objetos exactamente en la
misma posición que el artista los pintó. Sin embargo, el cine es
más que eso, y esta película no lo es. Un corta-pega de escenas,
pensamientos y sentimientos introducidos con calzador que no llevan a
ningún sitio. Un desperdicio de estas imágenes tan perfectas.
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