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jueves, 21 de noviembre de 2013

La cabaña en el bosque

8/10
The Cabin in the Woods (USA, 2012).
Dirección: Drew Goddard.
Intérpretes: Kristen Connolly, Chris Hemsworth, Anna Hutchison, Fran Kranz, Jesse Williams, Richard Jenkins.
Guión: Joss Whedon, Drew Goddard.
Música original: David Julyan.
Fotografía: Peter Deming.
Montaje: Lisa Lassek.
Idiomas: Inglés, japonés.
Duración: 95 minutos.


Retorciendo el género
*Antención: Esta crítica contiene spoiler

A estas alturas resulta harto complicado innovar en según qué géneros. Sí, estamos pensando en el cine de terror. Y si ya hablamos del slasher, estamos pidiendo casi un imposible. Con códigos tan marcados, difícilmente se puede ofrecer algo nuevo al espectador. La única variación posible está en la reflexión, y así consiguió Wes Craven la resurrección del genero en los 90. El éxito de Scream iba mucho más allá de su capacidad creando tensión en el espectador -aquella genial primera secuencia-. Lo realmente brillante de la propuesta estaba en el subtexto. Craven revisaba el slasher con un film autoconsciente, irónico y que jugaba con el lenguaje de manera muy inteligente.

Han tenido que pasar casi veinte años para que alguien vuelva a retorcer los códigos genéricos, para voler a refrescar un subgénero que se anquilosa con demasiada facilidad. La cabaña en el bosque muestra el juego de manera mucho más evidente que Scream. El dúo Goddard-Whedon nunca pretende asustar. Queda claro el espíritu socarrón de una propuesta que hace guiños más que evidentes a su audiencia ya desde los primeros minutos. Los tópicos se suceden, sí. Pero lo hacen desde una autoconsciencia de lo más lúdica. 

En este Gran Hermano del horror -imposible no pensar en El show de Truman-, todos somos cómplices de la manipulación. Hay un momento que resumen la esencia del film. En pleno momento de tensión, el líder del grupo ofrece una propuesta lógica y coherente. Tras la manipulación química a la que se ve sometido, cambia de opinión, proponiendo un absurdo que favorece a los asesinos.

El espectador del cine de terror siempre se pregunta por qué sus protagonistas toman las decisiones más equivocadas posibles. Películas como Scream o La cabaña en el bosque se hacen esa misma cuestión. La respuesta es sencilla: porque sí. Así está montado el tinglado. Y, en el fondo, es lo que esperamos. Si hay un sótano tétrico, hay que entrar en él. Y si existe la opción de escapar rápidamente, hay que impedirlo como sea.

La película se convierte pues en un continuo metajuego de referencias que deconstruye el género desde el cariño, pero también desde la ironía. Que se ríe de los clichés, a la vez que les rinde tributo. Una propuesta que hará las delicias de los aficionados al género capaces de tomarse todo esto con mucho humor. 

Pero no se conforma esta obra con su condición de parodia/homenaje. Aún trata de ir más allá, haciendo lo que precisamente nunca hacen estos filmes: sorprender. Tras el falso clímax y el momento ascensor -volvemos a Truman y su barco chocando contra la pared-, La cabaña en el bosque nos reserva un último tramo que nos lleva por derroteros inesperados. Un desmadre lleno de sangre, una orgía monstruosa que completa el juego metalingüistíco.

Y aún nos reserva un último golpe de efecto genial. El final es justo el que debe ser, y no cabe otra opción que aplaudir la decisión del protagonista. Yo, en su lugar, hubiera hecho lo mismo. Efectivamente, ya va siendo hora de que la humanidad sea aniquilada de una vez. Aunque eso implique también la desaparición de obras de arte como esta La cabaña en el bosque.



Manuel Barrero Iglesias






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