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sábado, 30 de noviembre de 2013

Bienvenidos al fin del mundo

5/10
The World´s End (Reino Unido, 2013).
Dirección: Edgar Wright
Intérpretes: Simon Pegg, Nick Frost, Paddy Considine, Martin Freeman, Eddie Marsan, Rosamund Pike.
Guión: Simon Pegg, Edgar Wright.
Música original: Steven Price.
Fotografía: Bill Pope.
Montaje: Paul Machliss.
Idioma: Inglés.
Duración: 109 minutos.


Errare humanum est

Una noche, cinco amigos y doce pubs es el recorrido alcohólico que nos plantea Edgar Wright en esta delirante comedia británica. El reto que esta cuadrilla no llegó a cumplir de adolescentes sirve para trasladar la historia veinte años después, en el presente. Pero ellos ya no son los mismos, la ciudad no es la misma y el fin del mundo está cerca, tras la última pinta.

Contada así puede parecer una película de reencuentro de antiguos estudiantes que, ya maduros, rememoran batallitas y cierran el círculo de su amistad bajo un hermoso atardecer. Podría parecer, insisto, pero las apariencias engañan. Más si añadimos a la coctelera unos seres extraterrestres que pueblan su ciudad, pertenecientes a una confederación espacial, que han sustituido a los humanos para perfeccionarlos bajo un aparente cariz de felicidad y plenitud. La imbricación de géneros no es nueva para Edgar Wright, director de Zombies Party/Una noche de muerte (2004) donde ya exploraba las posibilidades y los límites de los géneros comedia y zombies.

El guión firmado por el propio Wright y el actor Simon Pegg asume premisas disparatadas con un resultado desigual. En el recorrido -recuerden; una noche y doce pubs- atendemos al proceso de regresión a la adolescencia de sus protagonistas a medida que ingieren cerveza, lo que demuestra que todos estamos siempre a un paso o a un trago de volvernos inmaduros, volubles e infinitamente más divertidos. Los encuentros con diferentes personajes en estos pubs van dando pistas del hito que aquí ha sucedido. Esta progresión informativa trufada de impecables flash-back, además de diálogos y un ritmo narrativo muy logrado, llegan a su punto de inflexión en una pelea en los baños.

Es cierto que esta es una costumbre muy británica exportada también a otras latitudes. Lo que ya no es tan corriente es el descubrimiento que se sucede: los extraterrestres están entre ellos. Sin desdeñar el tono crítico que envuelve esta confirmación, pues la globalización se está encargando de igualarnos a todos y a todo independientemente de donde residamos, la película se enreda en situaciones de pub -resultando una sucesión de anécdotas y chistes para apología del alcoholismo- más que en intentar cerrar las líneas de los personajes de manera clara. No es que aburra, pero distrae.

Incluso el guión más increíble tiene que resultar verosímil. A pesar de que aquí está todo muy medido: cada línea de diálogo depurada al milímetro para preparar el gag, los actores más desencajados y chispeantes en cada secuencia para resultar más graciosos, los extraterrestres más enervados... Aún así, creo que se han excedido a la hora de marcar los tiempos en pos de cumplir con los objetivos iniciales -una vez más: una noche, doce pubs- dejando de lado a los personajes que parece importan poco en el tramo final. Incluso los de comedia tienen que respirar para que se produzca el milagro de la empatía. Han sacrificado verosimilitud que sí es visible por estructura que no lo es, Bienvenidos al fin del mundo entonces cojea y se nota.

No es la aportación más sustancial de la dupla Wright/Pegg que con su anterior trabajo Hot Fuzz/Arma fatal (2007), demostraron el cine que pueden llegar a hacer. Tiene momentos divertidos pero quizá tantos extraterrestres acabaron por deshumanizar la película. Una estructura demasiado encorsetada resulta inflexible y cae en errores similares a las comedias de Hollywood, salvo honrosas excepciones, cortadas por el mismo patrón. La globalización es lo que tiene.


Luis López



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