Por Donatello Romanazzi
Prisioneros
es el último trabajo del director quebequense Denis
Villeneuve (Incendies, Polytechinque, Maelström),
un thriller perturbador lleno de suspense basado en un muy buen
guión.
El
Argumento. El día de acción de Gracias dos niñas de 6 años
desaparecen. No obstante la investigación de la policía, que no
parece llevar a ninguna parte, el padre de una de las niñas decide
tomar riendas en el asunto utilizando métodos desesperados y poco
ortodoxos.
Cinematografía:
Roger Deakins
Cámara:
Arri Alexa Plus and Studio
Objetivos:
Zeiss Master Prime
Ratio:
1.85:1
Formato:
ARRIRAW
Prisioneros
es la primera colaboración entre el director D. Villeneuve y
uno de los mejores directores de fotografía de hoy en día, Roger
Deakins (Skyfall, No es País para Viejos, Una
Mente Maravillosa, Huracán Carter...) y el resultado es
excelente.
Una
vez más, el británico elige la Arri Alexa y los objetivos Master
Prime de Zeiss para rodar Prisioneros: esta elección no
está solo dictada por las preferencias y el estilo de Deakins, sino
por la manera de rodar el film y los resultados que se esperaban. La
resolución, la latitud y los detalles ofrecidos por cámara y
ópticas eran necesarios para rodar muy a menudo en condiciones de
muy baja luz, sin que la calidad y la limpieza de la imagen se viesen
afectadas.
La
luz posee una connotación natural en todo el film. La mayor parte
de las veces los personajes están iluminados por una sola fuente de
luz, colocada fuera de la ventana cuando imita la luz diurna o en un
lado imitando la luces en escena. A veces las únicas luces
utilizadas son las diegéticas como faros de los coches, linternas,
neones y velas, y es precisamente en estas escenas donde admiramos el
gran trabajo de Deakins: el contraste es alto, el nivel de
luminosidad bajo, las sombras muy profundas y aún así la imagen
es preciosa y limpia.
Prisioneros
es una película oscura y Deakins lo muestra a través de la
luz. El sol brilla por su ausencia en todo el film: todos los
exteriores están rodados en días nublados, y a veces lluviosos o
también con nieve. El resultado es una imagen con una tonalidad
gris y colores desaturados, estética que va muy bien con la
historia. En los interiores los personajes están muy a menudo
iluminados por detrás o por un lado, lo que produce siluetas o un
contraste muy fuerte. Con esta manera de iluminar, los personajes se
convierten en sombras que se mueven en la escena: muy buena
extensión de la personalidad de los personajes, que tienen -de
alguna manera- algo que ocultar.
Como
buen thriller que es, Prisioneros va soltando piezas para
completar el rompecabezas con cuentagotas; para realzar este
concepto, Deakins nos ofrece algunas entre las imágenes más
artísticas de la película. El encuadre es como un lienzo negro
donde el maestro británico ejecuta unas pinceladas de luz,
iluminando sólo mitad de la cara de los personajes o sólo algunos
detalles de la escena. La sombras adquieren mucha importancia en la
historia: representan lo que no se ve o lo desconocido, los secretos
y el inconsciente, que es donde la verdad reside.
Los
movimientos de cámara son dosificados e imperceptibles y esto ayuda
al espectador para no salirse de la historia, objetivo también
conseguido con la focal de lente utilizada, nunca demasiado angular
ni demasiado teleobjetivo, estando siempre en el rango focal normal
de los 50mm, evitando las distorsiones de perspectiva y ofreciendo
una imagen más natural.
Prisioneros
es una muy buena película dirigida de manera brillante por D.
Villneuve, que consigue crear tensión desde el primer fotograma.
Con su increíble trabajo R. Deakins nos enseña que la
cinematografía no es necesariamente saber donde poner la cámara
para obtener el mejor angulo posible, sino que es saber como
enriquecer visualmente la historia y encontrar la manera de hacer un
momento o un sentimiento algo más bello, más intenso, más
potente.
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