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martes, 19 de noviembre de 2013

Análisis Fotográfico: Prisioneros

Por Donatello Romanazzi 


Prisioneros es el último trabajo del director quebequense Denis Villeneuve (Incendies, Polytechinque, Maelström), un thriller perturbador lleno de suspense basado en un muy buen guión.

El Argumento. El día de acción de Gracias dos niñas de 6 años desaparecen. No obstante la investigación de la policía, que no parece llevar a ninguna parte, el padre de una de las niñas decide tomar riendas en el asunto utilizando métodos desesperados y poco ortodoxos.

Cinematografía: Roger Deakins
Cámara: Arri Alexa Plus and Studio
Objetivos: Zeiss Master Prime
Ratio: 1.85:1
Formato: ARRIRAW

Prisioneros es la primera colaboración entre el director D. Villeneuve y uno de los mejores directores de fotografía de hoy en día, Roger Deakins (Skyfall, No es País para Viejos, Una Mente Maravillosa, Huracán Carter...) y el resultado es excelente.

Una vez más, el británico elige la Arri Alexa y los objetivos Master Prime de Zeiss para rodar Prisioneros: esta elección no está solo dictada por las preferencias y el estilo de Deakins, sino por la manera de rodar el film y los resultados que se esperaban. La resolución, la latitud y los detalles ofrecidos por cámara y ópticas eran necesarios para rodar muy a menudo en condiciones de muy baja luz, sin que la calidad y la limpieza de la imagen se viesen afectadas.

La luz posee una connotación natural en todo el film. La mayor parte de las veces los personajes están iluminados por una sola fuente de luz, colocada fuera de la ventana cuando imita la luz diurna o en un lado imitando la luces en escena. A veces las únicas luces utilizadas son las diegéticas como faros de los coches, linternas, neones y velas, y es precisamente en estas escenas donde admiramos el gran trabajo de Deakins: el contraste es alto, el nivel de luminosidad bajo, las sombras muy profundas y aún así la imagen es preciosa y limpia.

Prisioneros es una película oscura y Deakins lo muestra a través de la luz. El sol brilla por su ausencia en todo el film: todos los exteriores están rodados en días nublados, y a veces lluviosos o también con nieve. El resultado es una imagen con una tonalidad gris y colores desaturados, estética que va muy bien con la historia. En los interiores los personajes están muy a menudo iluminados por detrás o por un lado, lo que produce siluetas o un contraste muy fuerte. Con esta manera de iluminar, los personajes se convierten en sombras que se mueven en la escena: muy buena extensión de la personalidad de los personajes, que tienen -de alguna manera- algo que ocultar.

Como buen thriller que es, Prisioneros va soltando piezas para completar el rompecabezas con cuentagotas; para realzar este concepto, Deakins nos ofrece algunas entre las imágenes más artísticas de la película. El encuadre es como un lienzo negro donde el maestro británico ejecuta unas pinceladas de luz, iluminando sólo mitad de la cara de los personajes o sólo algunos detalles de la escena. La sombras adquieren mucha importancia en la historia: representan lo que no se ve o lo desconocido, los secretos y el inconsciente, que es donde la verdad reside.

Los movimientos de cámara son dosificados e imperceptibles y esto ayuda al espectador para no salirse de la historia, objetivo también conseguido con la focal de lente utilizada, nunca demasiado angular ni demasiado teleobjetivo, estando siempre en el rango focal normal de los 50mm, evitando las distorsiones de perspectiva y ofreciendo una imagen más natural.


Prisioneros es una muy buena película dirigida de manera brillante por D. Villneuve, que consigue crear tensión desde el primer fotograma. Con su increíble trabajo R. Deakins nos enseña que la cinematografía no es necesariamente saber donde poner la cámara para obtener el mejor angulo posible, sino que es saber como enriquecer visualmente la historia y encontrar la manera de hacer un momento o un sentimiento algo más bello, más intenso, más potente.

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