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jueves, 3 de octubre de 2013

San Sebastián 2013: Resumen final

El cine español vive, y no con los ojos cerrados

Las cosas como son. El mejor cine que hemos visto en la Sección Oficial ha sido el de producción nacional. A la cabeza, La herida. Una obra de rigor, escrupulosa en el tema que trata. Y con una Marian Álvarez que realiza un tremendo despliegue emocional. El jurado tuvo el buen criterio de darle a ella el premio a la mejor actriz. Y para la película, el prestigioso Premio Especial. Era lo mínimo que merecía. 

Marian Álvarez
Caníbal es otra muestra de cine muy bien hecho. Martín Cuenca construye con precisión su relato, aunque algún desliz le quita redondez al film. Se coló en el palmarés gracias a la estupenda fotografía de Pau Esteve Birba. No merecía irse de vacío esta estupenda película, aunque fuera con un premio "menor".

Una sorpresa muy agradable fue Vivir es fácil con los ojos cerrados. David Trueba consigue una película encantadora, una comedia agridulce con un excepcional Javier Cámara, que deja un inevitable buen sabor de boca en el espectador. No estuvo en el Palmarés. Ya saben lo que les pasa a las comedias. Como tampoco fue premiada Enemy, coproducción entre España y Canadá. Quizás demasiado arriesgada. Pero la lección de Villeneuve es magistral. Sin duda, una de las películas del certamen. 


América latina triunfa


Mariana Rondón
Pelo blanco se llevó la Concha de oro. Una vencedora digna la venezolana, aunque se encuentre lejos de la calidad de otros filmes. El mexicano Fernando Eimbcke es un director que me encanta. Temporada de patos y Lake Tahoe descubrieron a un gran cineasta, capaz de construir mucho con lo mínimo. Lo vuelve a hacer en Club Sándwich (quizás por ello premian su labor en la dirección), aunque también es cierto que este film es inferior a sus anteriores trabajos. El palmarés lo completa el guión de Quai d'Orsay -en la que Tavernier demuestra a sus setenta años que también sabe hacer reír-, y la interpretación del siempre estupendo Jim Broadbent en Le Week-End.


Heridas por cerrar

La Sección Oficial nos dejó tres títulos intrascendentes en los que el dolor está muy presente. El individual en Mon âme par toi guérie, el familiar en Oktober November, y el colectivo en For Those Who Can Tell No Tales. Tres películas europeas (Francia, Austria y Bosnia) que tiran de manual para contar sus dramones. Todo muy correcto, sin salirse de lo que una película "festivalera" debe tener. Pero sin causar ninguna emoción.


Basado en hechos reales


Benedikt Erlingsson
Las dos peores películas a competición incluyen el letrero de marras en su inicio. Si el tratamiento que le da Atom Egoyan a Condenados es de telefilme plano, lo que hace Teplitzky en Un largo viaje es de un rancio absoluto. Aunque ninguna de las dos nos proporcionó los momentos de vergüenza ajena que nos regala Fruitvale Station (vista en Perlas). Y es que este año ha habido un buen números de títulos basados en hechos reales. A los mencionados habría que añadir los documentales, género del que vimos cuatro títulos. La relación entre dirigentes del PNV y del partido Nazi, la cultura del narcotráfico, la barbarie de los Jemeres Rojos, o la gira de Serrat y Sabina por la América Latina. Pero es que hasta Hayao Miyazaki se basa en una historia real para The Wind Rises, la que se supone será su última película. Y como siempre, de una belleza extraordinaria.



China se desangra


A touch of sin y The Blindind Sunlight nos muestran las debilidades del gigante asiático, como sus individuos están cada vez más alienados. La primera fue la película más satisfactoria de Perlas, sección este año dominada por la regularidad. La segunda, la pudimos ver en Nuev@s director@s. Ahí nos conquistó Benedikt Erlingsson con su Of Horses and Men, el gran descubrimiento de este año. Películas así son las que dan sentido a los festivales de cine.

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