La
herida (España, 2013).
Dirección:
Fernando Franco.
Intérpretes:
Marian Álvarez, Manolo Solo, Rosana Pastor, Ramón Barea, Ramón
Agirre.
Guión:
Afernando Franco, Enric Rufas.
Música
original: Ibon Agirre, Ibon Rodríguez.
Fotografía:
Santiago Racaj.
Montaje:
David Pinillos.
Idioma:
Español.
Duración:
95 minutos.
Cúrame
esta herida, por favor
La
primera secuencia ya es en una declaración de intenciones sobre lo qué va a ser
La herida. Empieza el film con un
primer plano de la protagonista, con el que la cámara trata de adentrarnos a su
interior. Sin que haya corte alguno, la seguimos hasta el baño. Ahí encontramos
la primera decisión importante del film. Siempre
vamos a acompañar a Anita. El director quiere que nos pongamos en su piel, que
la entendamos.
Pero
hay otro elemento clave en esa primera secuencia. Cuenta el autor que -sobre el
papel- el momento en el que entra en el baño era bastante más escandoloso. Tras comprobar
que no funcionaba, durante el rodaje se cambió a algo más comedido. La sutilidad suele resultar mejor que el
exceso. Sobre todo, si hablamos de un film cuyo objetivo es ser lo más fiel
posible a la realidad. Y ése es otro principio que sigue La herida a rajatabla.
Fernando Franco debuta en la
dirección con un film que da visibilidad a un trastorno de personalidad, y lo
hace desde el rigor y la honestidad. Franco huye del
tremendismo para sumergirnos en retrato dolorosamente humano. El film abarca la doble dimensión del
personaje, tanto la individual como la social. Los muchos momentos en los
que vemos a Ana en soledad son decisivos para comprender su sufrimiento. Esa cara
que nadie ve, y que hace imposible por parte de los que la rodean el
entendimiento global de lo que realmente ocurre.
Como
complemento perfecto, vemos su comportamiento en las relaciones sociales. Una persona que da cariño, pero que también
lo demanda, muchas veces de forma desmesurada. La relación con su pareja se
basa en una continua violencia verbal seguida de arrepentimiento. Una madre
pusilánime que querría ayudar, pero es incapaz de hacerlo. Un padre con el que
se nos sugiere hay pasado turbio. Y una secuencia magistral con una antigua
amiga que refleja el poco pie que hace Anita con la realidad.
Su trabajo parece el único oasis que la sujeta (también son relaciones más
sencillas que las personales). Con los pacientes es fácil dar y recibir, sentirse
realizada. Incluso su compañero de ambulancia -genial Manolo Solo- se convierte
en un importante sustento. Alguien que sabe mantener las distancias para que no
le afecten demasiado las salidas de tono de Ana, y que a la vez sabe ser
cercano para sacarle más de una sonrisa (maravilloso el momento karaoke).
Esa
secuencia de la fiesta es una síntesis perfecta de lo que le ocurre a Ana. Ella
busca la felicidad, se integra, ríe, flirtea, juega… hasta que un simple
comentario sin importancia se convierte en un abismo imposible de superar. Y llegan
la frustración, la nula autoestima. Ese continuo
querer y no poder que tan bien queda retratado. Algo que no hubiera sido
posible sin el inconmensurable trabajo de Marian Álvarez. Como hemos dicho,
la cámara no la deja ni un minuto. Así que, en última instancia ella es la película. Se nota el concienzudo trabajo
entre director y actriz para sacar adelante un personaje tan complicado, y que
al final respira tanta verdad.
La
herida no
es una película fácil, ni complaciente. Ni siquiera amable, aunque muestre un
rayo de esperanza en su planteamiento. Quiere quiere ser justa con el
sufrimiento, pero huye del regodeo en el mismo. Cruda y directa, pero muy
respetuosa. Un film que sabe exactamente cómo debe terminar. Con una
catarsis sencilla, una explosión de lágrimas, que son frustración a la vez que
esperanza. Una obra de envidiable
coherencia. Fernando Franco se destapa con una ópera prima sin fisuras, una de
las mejores películas hechas en España en los últimos años.
Manuel Barrero Iglesias
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