Caníbal (España-Rumanía-Rusia-Francia, 2013).
Dirección: Manuel Martín Cuenca
Intérpretes: Antonio de la Torre , Olimpia Melinte,
Alfonsa Rosso.
Guión: Alejandro Hernández Díaz, Manuel
Martín Cuenca
Fotografía: Pau Esteve Birba.
Montaje: Ángel Hernández Zoido.
Idioma: Español, Rumano
Duración: 117 minutos.
La fascinación por la carne
Así como el
asesinato puede considerarse, según Thomas De Quincey, una de las bellas artes,
el canibalismo no goza de esta aceptación ni entre la sociedad ni entre los
cineastas. Quizá por aquello de que el cine es un reflejo de la vida. No es que
matar por causa alguna sea loable, pero estamos acostumbrados por exposición
mediática a los asesinos, no es un suceso excepcional dentro de nuestra cultura
por desgracia. Sin embargo, un hombre que se alimenta de sus víctimas sí representa
un paradigma por lo infrecuente de la actividad.
Hambre de
otro ser. El deseo carnal llevado a su primigenia expresión; apetito por la
posesión total. Carlos, interpretado por Antonio de la Torre , obtiene satisfacción
consumiendo mujeres. El sastre que mejor viste a los hombres de Granada, encuentra el goce en esa fina tela que es
la piel femenina, tejido que le lleva al éxtasis cuando ellas están a su merced
antes del sacrificio. El tacto del cuerpo rendido no difiere mucho de su
trabajo, pero las sensaciones son distintas, por brillante que sea el patrón o
buena la tela. Matar no es comparable a nada. Y comer ya ni digamos.
Evidentemente
es un hombre enfermo. Y como tal responde a la descripción de “parecía una
persona normal, saludaba en el portal…” que dirían sus vecinos a las cámaras de
los informativos. ¿Por qué comete estas atrocidades? Lo ingenioso de esta
historia, lo preocupante y fascinador, es que no hay respuesta. No conocemos
nada del pasado de Carlos que nos pueda dar una pista de su comportamiento; no hay una infancia violenta u otro
episodio traumático que lo justifique. Nada a lo que agarrarse como espectador.
Simplemente es así. Un ser marginal, solitario, que le gustan las mujeres hasta
el punto de comérselas. Aquí habita la gran labor creativa de Antonio de la Torre , y de Manuel Martín
Cuenca como director y coguionista junto a Alejandro Hernández.
Caníbal
supone el debut en España de la actriz rumana Olimpia Melinte que compone un
oscuro objeto de deseo, caramelo envenenado para el depredador protagonista. Su
doble papel supone un punto de inflexión en la vida de Carlos. Hace surgir la
duda en este metódico y preciso devorador de carne humana. Y con ella la pregunta,
¿puede este hombre amar?
En el cine
negro patrio siempre nos sentimos deudores de las situaciones y personajes
norteamericanos, lo que genera rechazo por irreal, ya que a ellos les pasan
cosas americanas y a nosotros cosas españolas. Es ridículo pretender que
Granada sea Boston y Carlos su estrangulador. En ese aspecto, Caníbal hunde sus raíces en la España tradicional y
católica sin complejos aprovechando sus rituales como elementos narrativos.
Esta cercanía hacia el entorno la hace más verosímil e identificable. Estamos
donde estamos y somos quienes somos. Parece fácil pero es todo un hallazgo en
el género.
Luis López
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