"A lo mejor el cine ha dejado de ser el referente que era"
Todavía
existen en España productores que se arriesgan con filmes en los que
creen, independientemente de lo que el público mayoritario pueda
pensar. Es el caso de Luis Miñarro, a quien encontramos detrás de
un buen puñado de títulos de enorme prestigio. Albert Serra, José
Luis Guerín, Lisandro Alonso, Manoel de Oliveira, Apichatpong
Weerasethakul
o Javier Rebollo son una carta de presentación magnífica. Ahora,
incluso, está a punto de terminar su primera película como
director: Estel
Fugaç.
Las películas que produce suelen tener dificultades para estrenarse
en salas, cosa que también ha ocurrido con Kanimambo,
que llega a nuestras pantallas gracias a Karma Films. Una película
formada por tres cortos dirigidos por sendos directores, y que nos
trae la realidad de Mozambique.
Foto extraída de https://www.facebook.com/eddie.saeta |
Por Sara Martínez Ruiz y Manuel Barrero Iglesias
Miñarro
lo tiene claro: “Como
productor, parto de la base de que si el tema es interesante, no hay
que tener en cuenta solamente el público al que pueda llegar.
Entonces, no habría pasado de la segunda película, y ya llevo
treinta”.
Hasta
hace unos años, había varias formas para financiar este tipo de
películas: “Con
ayudas previas del Ministerio de Cultura e instituciones oficiales.
Luego, con la venta a televisiones. Una fuente de ingreso muy pequeña
es el DVD. Y otra, los honorarios por haber ido a un Festival. En los
pequeños, a lo mejor te pagan 600 euros por pasar la película en 35
mm, o 200 por hacerlo en DVD. Una cantidad muy pequeña, pero te
puede servir para ir pagando a tu secretaria, o la oficina”.
Fotograma de Kanimambo |
Un
claro ejemplo de película que se pudo financiar gracias a su
internacionalización es En
la ciudad de Sylvia:
“Estuvo
en más de ochenta festivales por todo el mundo, y luego en cuatro o
cinco universidades en las que pagaban una tarifa por pasarla. Al
final se pudo amortizar gracias a eso. Que da mucho trabajo de
gestión, claro. Pero tienes la satisfacción de estar haciendo un
producto cultural”.
Eso
sí, el recorrido de estos filmes no suele coincidir con el del cine
maisntream: “Este
tipo de películas tienen mejor salida en circuitos no convencionales
que en las salas tradicionales. Festivales, cine-clubs,
cinematecas... Yo creo que hay un tipo de cine necesario desde un
punto de vista conceptual, incluso hasta ético, al margen de los
resultados económicos. Si entiendes el cine desde una perspectiva
artística o de investigación del lenguaje cinematográfico, lo
máximo a lo que aspiras es a no perder dinero”.
Pero
la crisis aprieta para todos: “Yo
me he sostenido muchos años, porque paralelamente hacía publicidad,
que ahora también está en crisis. Con los beneficios que me daba,
podía abordar cierto tipo de proyectos. Pero honestamente, incluso
para mí es cada vez más difícil. La continuidad que pueda tener,
no lo sé”.
Foto extraída de https://www.facebook.com/eddie.saeta |
Todo
el mundo busca los factores que han provocado esta situación de
deserción de las salas. Miñarro comienza hablando de las medidas
del actual gobierno: “Los
recursos que el Ministerio destina al cine son la mitad que en 2010 o
2011. En su primer años, el gobierno del PP bajó un 36% el volumen
de ayudas, y el segundo año ha bajado un 21%. Luego, el incremento
del IVA es una medida equivocada. Si se tomó con un efecto
recaudatorio, no ha resultado así. Antes se ingresaba más”.
Es inevitable hablar de la situación social: “La
coyuntura actual quizás no ayude a fomentar el interés por la
cultura general. Uno está abrumado, y lo que quiere es poner un rato
la televisión e irse a la cama. No me vengas ahora con salir, ir a
cenar y luego al cine. Todo ese castillo de hábitos de consumo se ha
caído un poco”.
Hay muchos aspectos más: “El
DVD ya hizo daño desde el inicio. Otros hablan de piratería, aunque
para este tipo de formato, no afecta”.
El productor termina hablando de un problema que podría ser mayor
aún, y de difícil solución: “A
lo mejor el cine ha dejado de ser el referente que era. Durante el
siglo XX, ha sido el referente ideal de ocio, y de espacio para
soñar. Quizás hoy en día eso lo está ocupando la televisión, la
telefonía móvil, los videojuegos, y otras formas de consumo. Esto
ya no sería coyuntural, la deserción no sería por temas
económicos, sino que la magia que el cine había despertado en la
colectividad, cada vez quedaría reducida a sectores más pequeños”.
Aunque
no podemos olvidar que se sigue consumiendo mucho cine (incluso más
que antes), aunque no sea en las pantallas: “Es
otra manera de consumir el cine, con mucha menos atención. Porque la
sala te obliga a estar sin teléfono móvil durante una hora y media.
En un ordenador, estás teniendo interrupciones continuamente”.
Fotograma de Kanimambo |
Lo
que está claro es que todo cambia a velocidad de vértigo: “Todo
el mundo está acostumbrado a lo de antes. Una pantalla, un
proyector, una película que alquilabas; y ya la gente se cuidada de
llenar más o menos las salas. Cambiar esa inercia es muy difícil.
Además, el cine tiene la particularidad de que los ciclos son muy
largos. Desde que lees un guión hasta que se estrena la película
han pasado dos o tres años. Hoy día los hábitos de consumo cambian
radicalmente. Una película de este tipo en 2003 la veían treinta
mil personas, y ahora solo tres mil”.
Está
claro que algo tiene que cambiar, pero nadie sabe muy bien el qué:
“Como todo, al final es algo autodidacta. Las leyes se crean
después de que la gente tome las iniciativas por su cuenta. Por
ejemplo, ahora hay cantidad de nuevos realizadores que hacen cine
gracias a la tecnología, crowfunding, y tantas cosas de este tipo.
Pero no nos engañemos, eso no genera industria. Son películas muy
válidas, pero nadie se fija en eso, y cuesta mucho que acceda a las
pantallas. No se fija ni la propia industria del cine. Han de cambiar
las cosas profundamente, hacer una revisión general de todo”.
Foto extraída de https://www.facebook.com/eddie.saeta |
Tampoco
parece que España sea el lugar más adecuado para fomentar la
cultura: “Tú coges un libro de educación común, y no se habla
de cine, ni siquiera de Buñuel. No está percibido, al menos por
parte de la administración, como parte de la cultura. En cambio en
Francia a los chavales en las escuelas se les educa sobre cine,
además de teatro, literatura, etc.”. Una falta de apoyo que es
hasta visible: “Puedes ver a un presidente regional o nacional
en un partido de fútbol, ¿qué fuerzas políticas ves en un
estreno. No se le da importancia, se entiende que es una cosa de
consumo. Parece como si desde la administración pensaran: que hagan
películas los americanos, nosotros ya haremos otra cosa. Por
ejemplo, cocina”.
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